Capitulo 5. Cuarto nuevo.

491 59 9
                                    

Un ruido alerta al pelinegro quien se abalanza para tomar a uno de sus patos antes de que se caiga al hueco que se armó por una mina que le dejo cierto hibrido de iris verdes, un suspiro escapa de sus labios por haberlo agarrado a tiempo, sus orbes miran a su hijo.

– ¡Tenta Culos! ¿Qué ejemplo es el que le das a mamaculos? —Le regaña, un "cuack" proveniente del pato mencionado le hace dibujar una mueca en su rostro. – Ya no sigo, tienes suerte de ser adorable.

– ¿Quackity? ¿Estas? —Llaman.

– ¿Illojuan? —Abre su puerta, el mencionado estaba ahí con una pala.

– Buenas tardes, ¿tendrás de casualidad arena? —El pelinegro trata de recordar si en algún cofre había dejado un poco.

– Creo, pásale, anda, sin pena —Le da paso. – Oye, ¿no has visto al cabrón de Rubius?

– Estaba de camino a casa de Vegetta, me lo encontré cuando volvía de ahí, fui por madera que me iba a dar —Comenta mirando el hogar de Quackity. – Parece que no le gusto saber que venía de haya, y que Willy estaba ahí.

– Ese oso sí que es celoso —Ríe, al hallar la arena que tenía se la da al chico.

– ¿Tú no lo eres? —El pelinegro, alza una ceja, confundido. – Luzu ha estado estos dos días saliendo con Alexby, hoy vida que estaban juntos en la mañana, pase por su casa y aún seguían juntos.

– ¿Insinúas que tengo algo con Luzu? —Juan alza los hombros. – Pues no.

Tras reír de la pose infantil del pelinegro el chico agarra lo regalado para retirarse a su hogar y finalizar su vivienda, una mueca adorna su rostro cuando se encontró en soledad, Luzu con compañía, Quackity no tenía ningún inconveniente con ello, pero ¿todo el día con la misma persona? Sus orbes se dirigieron en sus mascotas, una excusa para verle se le ideó en esos momentos.

...

La idea planteada se llevaría a cabo justo ahora, había cerrado el hoyo donde sus animales podían caer, por lo que ya no tenía el pendiente y podía ir a ver a Luzu, cerca del hogar del castaño escuchaba risas conocidas, sus pasos se detuvieron en seco sin saber que alguien más igual planeaba visitar al de orbes rubí.

– ¿Te quedarás ahí? —Quackity voltea encontrando al de amatistas. – Uh, ya entendí, igual venía a verle, pero veo que anda acompañado.

– Estará mal interrumpir ¿Verdad? —Susurra casi inaudible, la suave risa de Vegetta lo desconcertó.

– ¿Quieres venir a ver a Rubius? —Pregunta con una sonrisa. – Al igual que tú, estaba celoso y se fue furioso de mi casa, venía a ver si Luzu tenía algo, pero puede esperar.

– ¿Celoso yo? —El mexicano estaba a punto de reclamar, pero el azabache comienza arrástralo consigo evitando que hablara.

En sigilo o intento de eso, ambos veían como el rubio se quejaba en voz alta mientras acomodaba sus cofres o trataba de hacerlo, ambos rieron cuando el de esmeraldas se golpeó por tropezarse con su cofre.

– Vegetta, si Rubius y tú no son nada, ¿por qué dejas que te haga una escena de celos? —El mayor sonríe sin apartar la vista del híbrido de oso, mientras el de pato le observaba con ansias.

– Entre él y yo si hubo algo, pero se arruino por muchos motivos, las mentiras principalmente —Comienza a explicar soltando risitas. – A pesar de todo lo que paso, sigo amándolo como la primera vez, aunque él diga que siente lo mismo, tengo miedo de que vuelva a ocurrir, entre tú y Luzu no hay nada formal, pero si miramos muy atento podemos ver que ambos desean ser algo más que amigos...

– ¿Eh? Lusu... Lusu a mí no me, no me —Las palabras no salían, ¿acaso si sentía algo por Luzu?

– Luzu tiene miedo de intentar algo, tú no quieres arruinar su amistad por eso no quieres intentarlo —Opina lo que el notaba. – Y está bien, solo que luego puede haber arrepentimientos y eso es peor... Por eso, quería la ayuda de Luzu para organizar una cena con el osito.

– ¿Intentarás algo con Rubius? —El azabache asiente con una ligera sonrisa. – ¡Que padre! ¡Yo puedo ayudarte a llevarle serenata!

La emoción del menor le asombro al de amatista, pero debía de admitir que él se sentía igual de emocionado o más por darle una oportunidad a lo que siente.

De tanto escandalo el protagonista de su conversación da aparición espantando a ambos, tal vez no había entendido lo que decían, pero el alboroto sí.

– ¿Vegetita? ¿Niño pato? —Sus brazos cruzados y la expresión que tanto reconocía el azabeche de "quiero respuestas" estaba on.

– Vine a visitarte, pero traje compañía, te fuiste muy enojado —El de esmeraldas desvía la mirada, la expresión que le regalaba Vegetta era mucho para él. – ¿Nos invitas a pasar?

– Vegetta tiene una propuesta para ti —Informa el pelinegro haciendo que las esmeraldas choquen con las amatistas.

...

El híbrido de pato caminaba hacia su hogar, pero olvidaba que debía pasar por casa del castaño dueño de dos rubís, las risas fue lo que le recordó aquel detalle, demasiado tarde para reaccionar, Luzu ve a Quackity quien sonríe con el plan de seguir de largo y ya.

– Hombre, Quackity... Justo hablábamos de ti —Alexby le regala una de sus radiantes sonrisas. – Debo irme, Fargan debe estar esperándome.

– Nos vemos —El de zafiros se retiró dejando al par. – ¿Saliste de paseo?

– Hice de mal tercio con Rubius y Vegetta —Ríe recordando cuando interrumpió la escena del casi beso. – Rubius me saco de su casa.

– Quacks, siempre siendo un travieso ¿Tienes algún plan hoy? —El pelinegro recordó el plan para ver a Luzu.

– ¡Hare un cuarto nuevo! —Exclama emocionado. – Es para mis hijos ¿Quieres ayudarme?

– Será un placer, no quiero que los patitos vivan en malas condiciones —El puchero que adornaba el rostro del mexicano hace reír al español.

Luzu es tomado de la mano por Quackity quien le llevaba a su casa, estaba emocionado por estar un rato con el castaño y de paso hacer la mejor habitación para sus niños.

Al llegar al hogar del menor invita al mayor un vaso de agua antes de contarle el plan.

– Cuidado —El de orbes rojos jala al contrario hacia él. – ¿Estas bien, Quacks?

– Es... estoy bien —Susurra sin apartar la mirada del mayor. – Estás... Estás muy cerca.

– Lo lamento —Suelta al chico alejándose con un ligero rubor y nerviosismo. – ¿Seguimos? Yo muevo esto o pasará lo mismo.

– Gracias —Murmura mirando al castaño alejarse con el material. – Uhm... Lusu.

– ¿Sí? —Voltea hacia el mexicano.

El silencio invadió el lugar cuando el menor dio pasos cortos y temblorosos hacia el mayor, sus labios de Quackity toparon con la comisura de Luzu quien no supo cómo reaccionar.

– Gracias por ayudarme siempre —Sonríe con un leve rubor.

﹫sanar tu corazón | luckity.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora