𝑺𝒆𝒎𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐 |Daring x F!Reader|

Capítulo 10: La fiesta de coronación

Cedar apareció sentada en un banco frente a tres tazones.

—¿Tres tazones de avena? Estoy en el cuento de Blondie —dijo Cedar después de ver los tazones.

De repente, se oyó un sonido arrastrado desde el bosque, así como un gruñido de oso.

—¡Oh, osos! —exclamó asustada y corrió a la casa.

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Raven apareció en la punta de una colima, enfrente de ella un gran arbol con solo una manzana.

—Ay no. ¡Estoy en el cuento de Apple! —exclamó al ver la manzana.

Una mano se alargó y arrancó la manzana del árbol antes de estirarla hacia Raven.

—Come querida —la reina malvada dijo después de arrancar la manzana.

Raven retrocedió mientras la reina malvada avanzaba hacia a ella.

—¡Es tu destino!

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Ashlynn abrió sus ojos y miró alrededor.

—¿Por qué me siento-? —jadeó—. ¡Estoy en el cuento de Cedar —exclamó al ver que tenía hilos en las manos.

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Cupido bajó corriendo las escaleras y miró hacia abajo antes de jadear.

—¡Esperen un encanto! ¡Estoy en el cuento de Ashlynn! —jadeó Cupido.

 De repente, el reloj marcó la medianoche.

—¿Eh? ¡Es medianoche!

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Blondie mira alrededor de un área extrañamente colorida.

—Um, y bien. Esto es…

—¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!

—¡Una locura! —exclamó Blondie y empieza a correr.

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Cerca de la morada de Cupido en el Monte Olimpo, Madeline se encuentra con un arco y una flecha en la mano.

—¡Soy Cupido, tea-rifico! —exclamó emocionada—. Oh. ¡Apuesto a que debo hacer que esos conejitos se enamoren!

Maddie golpeó al conejo macho con una flecha, pero esta rebotó y él comenzó a gritarle a la coneja.

—... O no.

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Una luz brilló sobre Briar y caminó hacia un espejo mientras los murciélagos chillaban.

—Estoy en- —jadeó.

—Funcionó, reina mía. El veneno funcionó. Ahora, tú eres la más hermosa de todas —se enciende una luz en el ataúd de cristal de Apple—. ¿Yo hice eso? —pone las manos encima del ataúd—. Oh, no.

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T/n se sentó en medio de una habitación frente a una rueca.

—Es una rueca, ¿la torre del castillo? Eso significa que estoy en el cuento de Briar —se rió entre dientes—. Bueno, siempre y cuando no… —sin mirar accidentalmente se pinchó el dedo y la sangre goteó—. No. ¡No!