Hoy he estado mandando currículums a ver si me cogen en algún sitio para trabajar a tiempo parcial; no especialmente de lo mío, de cualquier cosa, camarera, dependienta... me da igual, aunque si es algo relacionado con los idiomas mejor que mejor. Yo soy de las personas que piensan que estar en el mismo trabajo toda la vida sería aburrido, porque aunque te guste lo que haces y por muy dinámico y diferente que puedan ser tus labores en el trabajo, al final hay cosas que tienes que repetir una y otra vez. Por ejemplo, siempre me gustó ser profesora de inglés, trabajar con niños y enseñarles, pero a día de hoy, aunque en parte me sigue gustando, me imagino año tras año enseñando lo mismo a chiquillos de instituto y no me veo. Ojo, no descarto trabajar de ello en algún momento de mi vida, pero tanto como para toda la vida... ufff.
Por eso, me gustaría probar diferentes trabajos, porque además de conocer cómo es la realidad del trabajador, también creo que puede ayudar a una persona que no tiene las ideas claras sobre qué hacer; en el sentido de si prefiere trabajar en una oficina, cara al público, etc., no sé eso me parece a mí al menos. Por eso me gustaría que me cogieran en un puesto así un poco random porque en realidad no es que me haga falta falta conseguir un trabajo, o sea, quiero decir que afortunadamente no paso necesidad ni nada, por eso no es algo súper urgente, pero odio tener que pedir dinero a mis padres, lo paso fatal, y encima aquí en Madrid la vida no es precisamente barata. Qué ingenua era cuando pensaba que vivir sola no era tan complicado y que cubrir todos los gastos era cosa de saber gestionarse; pero es que, que si el alquiler, el agua, la luz, internet, comida.... ¡SOCORROOO!
Ay, que me lío; por dónde iba... ah, sí; una vez terminó el verano comenzaba una etapa difícil: la universidad. En mi isla no hay universidad, así que todos mis amigos y yo debíamos mudarnos. Mi universidad estaba en otra isla, Gran Canaria. Mis padres y yo decidimos que el primer año, para que la adaptación fuera más fácil, era mejor que viviera en una residencia de estudiantes, porque además, ninguno de mis amigos se iba a estudiar allí por lo que si quería vivir en un piso compartido tenía que ser con extraños, y aunque no habría sido el fin del mundo, con mis inseguridades acepté ir a una residencia.
Así que de un momento a otro me encontré totalmente sola en una isla en la que nunca había estado y sin conocer a una sola persona. No quiero ser excesivamente dramática (un poco sí, que un poco de drama nunca viene mal jajaj), no es que sea algo fuera de lo común, miles de estudiantes estaban en mi misma situación cada año, pero a mí se me vino el mundo encima, porque no solo tenía que hacer el esfuerzo de conocer gente y de integrarme y adaptarme a la universidad, sino que se le sumaba relacionarme con gente extraña en la residencia también (¿que no querías caldo?, pues toma tres tazas). Desde hacía un tiempo me costaba bastante relacionarme con gente que no conocía y por lo tanto, intentaba evitar por todos los medios situaciones como esas; pero, me daba rabia, porque irónicamente, me encanta conocer gente nueva porque te puedes encontrar con gente muy parecida a ti y porque descubres cosas nuevas.
Por otro lado, sabía que si quería tener amigos no podía cerrarme en banda, tenía que sacar mi yo más sociable. Ahora me río de lo boba que fui por sentirme tan mal y por las tonterías que pensaba, pero en esos momentos mis inseguridades afloraban todo el tiempo y siempre, siempre me ponía en lo peor. Aunque estaba cagada de miedo por si no encajaba, intenté verle el lado positivo, podía empezar una "nueva vida", por así decirlo; nadie sabía nada de mí, era una persona desconocida y podía decir y mostrarme como me diera la gana. Sorprendentemente, así lo hice.
Ese primer año de universidad nunca lo olvidaré porque aunque hubo momentos donde lo pasé un poco mal, sentí que todo eso me hizo madurar un montón y aprender a adaptarme a la situación aunque esta no fuera la más favorable. Además, hice muchas primeras cosas en ese año... no malpensad@, no lo que estás pensando, que podría haber pasado, pero no; no perdí mi virginidad, tranquil@ también te reservo esa historia (guiño guiño); no, hice otras cosas como ir por primera vez a una discoteca o emborracharme. Y sobre todo, de ese año, me quedo con las personas que conocí, tanto en la uni como en la resi. ¡Quién me lo iba a decir a mí! Llegó el momento de presentarte a otras personas importantes en mi vida. Una de ellas Alba, mi antigua compañera de piso, no, no es la Alba que te he mencionado antes, esa otra era mi prima, recuérdalo. Y luego, está Marta.
Marta... qué decir de Marta salvo que es la persona que me salvó la vida... A finales de año me obligó a empezar a ir a la psicóloga, y digo me obligó porque fue literal; me dio un ultimátum y desde aquí, donde quiera que esté le quiero dar las gracias (no, tranquil@, no es que haya muerto, sino que es muy viajera y no sé desde qué parte del mundo lo leerá).
Marta es especial, la conocí en la residencia y fue como amor a primera vista, catalana, yo del Barça, ella del Barça, la combo completa "chocha, culo, tetas" (AY DIOS, sí que hace daño escuchar reguetón... bueno, no tanto), anyway, que me pierdo. El caso es que nos hicimos muy muy amigas desde que nos conocimos y cuando vio cómo estaba sufriendo por mi físico y demás, me obligó a hablar con mis padres y a buscar un psicólogo.
Entonces un día, llegó el momento de dar EL GRAN PASO, porque sí querid@ lector(a), ir al psicólogo por primera vez es un gran paso, pues no solo tienes que ir a contarle tus problemas a una persona a la que no conoces, sino que tienes que rememorar toooodas las experiencias buenas, y sobre todo las malas que han ocurrido en tu vida.
Vale, sí, te entiendo, no es que yo hubiese pasado por muy malas situaciones en mi vida, no me habían pegado de pequeña ni tenía ningún trastorno... ¿o sí?... No sabéis lo increíblemente bien que me sentí al salir de aquella habitación. Era como un resurgir, todo lo que me había callado durante tantos años se lo había podido contar por fin a alguien, y no a cualquier alguien, sino a una persona que sabía que no me iba a juzgar. Qué sensación, qué fuerza, ¡¡¡cuántos sentimientos nuevos por descubrir!!! Fue ella, la 'amiga' a la que me refería que me sugirió empezar con el diario.
A todo esto, debo deciros que nunca le conté a la psicóloga que me cortaba, ni si quiera cuendo ella me preguntó sobre la muerte. Y me arrepiento, mucho, de no haberlo hecho, porque seguramente si hubiera sido así no estaría donde estoy ahora... pero bueno, no me quiero adelantar, además si te lo cuento ahora ¿Para qué ibas a seguir leyendo?
Los años de universidad fueron pasando y con ataques de ansiedad para arriba y para abajo fui sobreviviendo con ayuda de mi psicóloga y mi familia. No, por si te lo preguntas, nunca hubo un chico, y era una de las cosas que más me dolían. No te voy a mentir, hubo muuuchos altibajos, pero nada, todo parecía ir ordenándose poco a poco, las sesiones se iban espaciando cada vez más en el tiempo y ya solo iba una vez al mes, lo que era una muy buena señal.
Pero un día, cuando estaba en cuarto de carrera... "estás lista". ¿Cómo? ¿Lista? ¿Para qué? "te voy a dar el alta" WTF??? No me lo podía creer, lo había conseguido, me había curado y ya estaba preparada para comerme el mundo. Pero espera, ¿yo, Sara, sola ante el peligro? Cállate Sara, qué peligro ni que ocho cuartos, ni que estuvieras en Los Juegos del Hambre. ¡¡¡Soy libre!!!! Por fin me he liberado de mi misma.
Hasta junio de ese año sentía que tenía mi vida resuelta, terminar mi carrera con las mejores notas posibles era mi principal objetivo. El primer problema al que tuve que enfrentarme llegó cuando este momento pasó, terminé mis estudios (en la que no conseguí sino una nota promedio, dicho sea de paso, aunque no me quejo), me agobié, lloré por no saber qué hacer el siguiente año porque no, mi carrera no es como muchas que ya tienen unas salidas establecidas, por así decirlo; un médico puede especializarse, trabajar en la pública o en la privada, pero siempre será un médico, pero un filólogo... ¿qué es un filólogo? Lo único que sabía era que me gustaban los idiomas, y eso me aclaraba solo un poco las ideas: ¿turismo?, ¿enseñanza?, ¿traducción?... ¡Y yo que sé! Me paso 1 hora para decidir qué película ver, como para saber en dos meses a qué quería dedicar el resto de mi vida.
SPOILER, se viene drama, pero eso más adelante.
En mi fiesta de graduación lo pasé genial, aunque oh, sorpresa, no me sentía 100% a gusto con mi vestido, y eso que me lo habían hecho a medida, especialmente para mí porque no encontraba ninguno que me quedase bien #stopalasnormotallas. El caso es que fue todo redondo, lo pasé genial, vinieron Paula y Lola de sorpresa a mi gradu y me sentí la reina del baile. Fue como un sueño, pero seguía obsesionada en que me faltaba mi príncipe, aunque ese día no me importó demasiado.
ESTÁS LEYENDO
(Sobre)viviendo con una gorda. Rachel C.
RomanceLo que aquí te voy a contar es la historia de mi vida, y te adelanto que es todo 100% verídico. Hola, me llamo Sara y éste es el manual que he escrito sobre cómo (sobre)vivir con una gorda y no morir en el intento. Portada realizada con una imagen d...