Blake se despertó sola. La ropa de Harry no estaba, ni él a su lado. Supuso que andaría por la casa, pero no se oía nada. Así que se levantó, se puso una playera para tapar la desnudez, y lo buscó. Las cortinas estaban corridas y había una taza usada que estaba fría, así de debía ser de varias horas. Lo llamó dos veces, buscándolo por la cocina, el pasillo y el baño. No estaba en ninguno de esos lugares.
-Hola, bebé. -Apareció abriendo la puerta del jardín. Tenía el pelo mojado y ropa de algodón, también mojada. -No puedo entrar, ven a besarme. -Confundida, Blake se acercó y lo besó.
-¿Por qué estás empapado?
-Estaba limpiando tu regalo. -La chica se refregó la cara, sin entender. -Ven. -Le dió la mano y tiró de ella para guiarla. Enseguida lo vio; un cachorro y con la lengua afuera, todo mojado y corriendo por el césped. Era color crema, casi blanco, sus orejas eran largas y el pelo lacio. Parecía ser un Golden bebé. Ella abrió la boca, de ternura y sorpresa. Harry llamó al perro quien corrió hasta ellos pareciendo que sonreía, él lo alzó sin problema, pues también estaba empapado. -No es un conejo, pero se llama Eduardo.
-Ay, por dios. -Susurró, acercándole la mano. Eduardo la olió y la lamió dos veces, para luego removerse en los brazos de Harry. -Es una hermosura. ¿De dónde lo sacaste?
-La perra de un amigo tuvo cachorros, y sabía que tu querías una mascota pero no darías el primer paso. Así que... -Blake hizo un puchero, quejándose de ternura. Después se acercó y, aunque estuviera todo mojado, lo besó abrazándolo del cuello. -Lo secaré para dejarlo entrar, ¿eh? -Susurró entre besos. Ella asintió sin querer soltarlo. Al notar que no planeaba hacerlo, dejó el perro en el suelo para concentrarse en su mujer. La besó con más intensidad, apretándola por la espalda y llevársela adentro. Blake se reía por los pies arrastrando en el piso. Él le quitó la playera holgada y larga que tenía, dejándola en ropa interior. Tiró la cabeza hacia atrás cuando vio que era color rojo, jadeando, haciéndola reír.
-Está el perrito.
-Está ocupado comiéndote las plantas. -La besó de nuevo, tocándola. Blake se quejó, y para que no se distraiga le dijo que era mentira, pero era real. -Es una broma... -Volvió a besarla, sentándola en la mesa.
Cuando Harry escuchó la puerta, era demasiado tarde. Los había visto y ella estaba casi sin ropa, mordiéndole la boca y frotándose contra él. Era claro que había visto todo. A Blake se le subió el color a las mejillas, parándose detrás de Harry, quien la sostuvo en su espalda para también taparla.
-¡Harry! -Gritó, y él pegó más a Blake a su espalda para que no la viera. -¡Blake! Ay, estoy tan contenta de verlos.
-Mierda, ¡mamá!
-Dolores, creo que deberíamos darles cinco minutitos de privacidad.
-Si, mamá. ¿Pueden pasar a la cocina cinco minutos? Tenemos que... Si.
El padre de Harry la empujó a su mujer hasta la cocina, afectado por acabar de ver desnuda a la que él creía novia de su hijo. Blake se colocó la prenda inmediatamente, poniéndose nerviosa. La vio apretando los dientes y mover las manos.
-Tranquila. Ellos no... -Empezó, para calmarla.
-Esto es horrible. -Susurró, en gritos. -Ellos creerán que estamos en algo. Ni quiero que tu madre crea que soy tu novia, ella me cae bien. Debería irme.
-No, mi amor. Cálmate. No dirán nada, te lo prometo. Lo prometo. -Le agarró la cara, tranquilizándola. -Ve a cambiarte y yo lo arreglaré.
Cuando caminó hacia la cocina, se apoyó en la barra acomodándose el pelo, viendo a sus padres quienes se sentaron en la barra a esperarlo. Ambos lo miraban con cejas levantadas y caras de comedia, su padre a veces sonreía de lado, a punto de dar una carcajada.