Se sonó la nariz de nuevo, haciendo ruido, luego tosió en el mismo papel e intentó respirar por la nariz; fue imposible. Suspiró intentando pasar el aire. El dolor de cabeza que cargaba era insoportable.
-No me llenes de mocos, por favor.
Le acercó el papel a la cara. Riendo, la agarró del codo para quitárselo. Blake lo tiró al cesto de basura.
-Me siento demasiado mal. -Se quejó, tocándose la cara. Sintió los labios de él apoyarse en su frente para medirle la fiebre, terminó dándole dos besos. Si tenía. Cuando se sentía mal, se ponía demasiado pegajosa. Tanto, que le pidió que la alzara cual bebé. Él lo hizo, poniéndole las manos en los muslos para que le rodeara las caderas. Se abrazó por el cuello y cerró los ojos. Estaba incómoda, pero por lo menos se pegó todo lo que podía. La irracionalidad del afecto cuando se sentía débil era constante, siempre lo buscaba cuando estaba así. Probablemente porque era dramática y creía que si moría, aunque sólo tenía un resfrío, tenía que estar al lado de alguien.
-Estás mayorcita para esto, eh. -Le dijo, balanceándola. La escuchó quejarse y apretarlo más. ¡Ah! Adoraba cuando se ponía así, era inevitable, podrían quedarse todos los días si fuera por él.
-Se me están cayendo los mocos. -Susurró, con la mejilla pegada al hombro. La llevó hasta la cocina, colgada, y le dió otro papel. No le daba asco que se limpiara prácticamente encima. La escuchó toser, también, y le acarició la espalda.
Después la llevó a la cama, acostándose junto a ella. Le había comenzado a pesar demasiado. Blake volvió a pegarse, poniéndole la cara en el cuello y pasándole las manos por la espalda.
Se sentía una idiota por volver a Harry dos días después de oír todo lo que su novia había dicho de ella. Pero Carl no la alzaba, ni le tomaba la fiebre con besos, ni le dejaba sonarse la nariz al lado de él. Cuando le dijo que se sentía mal, le contestó que entonces se verían otro día, para no molestarla. Estaba bien, era lo que cualquier persona haría para no molestar, por eso no se enfadó. Harry sabía que a Blake le gustaba estar encima cuando tenía fiebre, y a él le encantaba. Cuando se presentó en su casa, hace diez minutos, no hizo falta decir nada, solo la abrazó y la besó en le mejilla notando la cara toda caliente y colorada.
Harry se distrajo con su celular, viendo un catálogo de unas cosas que quería comprar. Planeaba cambiar el sofá, así que rondaba por distintas páginas buscando precios. Cuando no la apretaba lo suficiente, Blake se quejaba y Harry volvía a besarla en la cabeza y acariciarle la cintura. -¿Tomaste una pastilla? -Preguntó, viendo las descripciones. Ninguno era del tamaño que necesitaba.
Blake hizo ruido con la garganta como que no. -¿Quieres que vaya a la farmacia?
-No. Acaríciame.
-Lo estoy haciendo. -Se rió, pasándole fuerte la mano por la espalda. Ella le metió las suyas en la ropa, quería más de su cariño. -Debo tener algo para que te tomes. -Blake tosió. -No me contagies, por favor. Tengo una boda el sábado.
-¿De quien? -Ella subió la cabeza. -¿La gente todavía se casa?
-Si, lo hacen. Un compañero del trabajo. Yo creo que se casan por dinero, eh, nunca los vi enamorados. Nunca la dejaría que se limpie los mocos encima de él, eso seguro.
-Tu tienes tus fetiches. -Harry dió una carcajada. A Blake le retumbó en la cabeza, pero sonrió. Después se quejó cuando el teléfono le empezó a sonar, apretando a Harry. -Atiende tú.
-No creo que quieras que atienda yo. -Miró la pantalla con el nombre de Carl en ella, y se lo pasó. Blake sorbió la nariz, le pidió a Harry que le acaricié la cabeza y atendió.