La terapia iba bien. Se le complicaba un poco la mezcla de temas que abordaban en una misma sesión, aunque el caso principal siempre era el mismo. Es que le pasaban varias cosas en su día a día como para guardárselo. Por ejemplo, su hijo había pasado a quinto grado y él creía que se le iban los años por las manos. Es que ver a un niñito crecer hacia parecer que todo vaya muy rápido, pero es que ellos eran los que crecían rápido. Casi cumpliendo diez años y Harry rozando los cuarenta, se sentía extraño. Su novia quería un hijo urgente, algo que lo tenía mal, porque no estaba seguro de quererlo y ella insistía con que se le iban los años.
Su terapeuta lo hacía hablar mucho de ella, o tal vez era él quien hablaba mucho de ella inconscientemente. Superar, en su definición, no la había superado, pero si aprendió a vivir sin esa mujer. Más bien, a saber que lo había dejado y desapareció, como hacía siempre. Blake había cambiado de teléfono, de domicilio y se transfirió de oficina. Harry siempre admiró el superpoder de invisibilidad que tenía. Él aún fantaseaba con encontrársela accidentalmente en la fila del supermercado, en algún restaurante, alguna caminata, o que volvía a la fábrica y la veía con los zapatos altos y la camisa como solía ir. Claro, eso jamás pasaba, era toda imaginación de Harry, un invento fantástico de su cabeza. Era lo que anhelaba, sabiendo que no lo iba a conseguir. Como algo platónico.
Lo que el psicólogo le aplaudía era la capacidad de él para jamás hablar mal de Blake. Diciendo que, hasta en situaciones en las que estaba mal ella, Harry lo reconocía, pero no hablaría porquerías. Decía que se había equivocado, al igual que se había equivocado miles de veces él. La describía como si fuera una ilusión, siempre usaba adjetivos muy precisos y los repetía cada vez que le preguntaba, jamás los cambiaba; inteligente, hermosa, leal, paciente. Las últimas dos se las había hecho describir en las primeras sesiones, hace mucho tiempo, hará tres años atrás. Harry decía que era leal porque jamás le había fallado, jamás lo había engañado, jamás lo había cambiado por otro sin una razón concreta. Y, paciente, por todo lo que había esperado por él; diez años en declararse, tuvo paciencia cuando tuvo a su hijo, tuvo paciencia cuando él hizo las cosas mal, siempre tenía paciencia. Y él no la tenía.
En el medio de esas terapias, Harry fue conociendo a Georgia. Él todavía recalcaba que si Blake aparecía, sería una mierda, pero volvería con ella dejándola a Georgia. Era muy concierte de que si Blake lo quería, él estaría disponible en cualquier momento, como siempre lo había estado. Seguía esperanzado a que vuela. Puede que por eso también no haya querido establecerse con su nueva pareja. Ya no soñaba con casarse y tener más criaturas. Hace unos años si, y ya lo tenía todo planeado. Jamás imagino que, tres años después, estaría yendo a un psicólogo porque se había enfermado de la cabeza al perderla, a perderle totalmente el rastro.
Si Harry supiera que Blake se había casado, probablemente no estaría tan rehabilitado como ahora. Si supiera que tuvo la boda de sus sueños sin él, si supiera que se había mudado con su marido, si supiera que estaba buscando un hijo con él. Si supiera que había hecho su vida de nuevo y él seguía estancado en el triste recuerdo de su relación. ¡Oh! Si supiera que Blake saludaba a su hijo a veces en el recreo porque solía pasar por esa vereda cuando los niños estaban fuera y las rejas se rompían dejando ver la gente pasar. Podría enfermarse por completo.
La volvería a ver. Por supuesto que la volvería a ver. Blake se apareció en la tumba de la madre de Harry en enero. El vacío que tenía ese hombre adentro de él por la pérdida de su madre, no pudo ser salvado ni siquiera por el amor de su vida. Se sentía tan solo en el mundo, a pesar de tener un hijo amoroso y una nueva pareja, faltándole emoción a su vida. Desde la desaparición de su ex, junto a la muerte de su madre, Harry caía y caía en el vacío. Un vacío que parecía no tener fin.
Estaba ahí, sentado, viendo la lápida. Tan introducido en sus pensamientos, tan lejano de la realidad.