ii. el contrato

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Habían pasado unos días desde su regreso de Hogwarts y no había pasado ni uno sin que su madre le preguntase si ya tenía acompañante. Evidentemente, Lily no era la portadora del gen de la procrastinación. Pensaba que Maisie simplemente estaba esperando para hacer todo en el último momento, como le había inculcado James; sin embargo, ella no contaba con que su hija no sabía cómo pedirle a Fred Weasley que le acompañase sin parecer ridícula. 

— Maisie. — le llamó su madre desde el piso inferior de la casa de verano de los Potter, una linda casita lejos de los suburbios de Londres, donde iban todos los veranos para estar más cerca de los Weasley. — Prepárate y baja, los Weasley llegarán enseguida. 

Exacto. Lily Potter se había cansado de esperar a que su hija diese el paso, así que había invitado a la familia Weasley a pasar con ellos el día. No era raro que las familias hiciesen eso, pero los constantes comentarios de Lily sobre el baile y como Molly le había dicho que Ginny ya tenía acompañante y vestido, hacían que la hufflepuff sospechase de las intenciones de su madre.

En tan solo unos minutos la casa se empezó a llenar de ruido, rasgo característico de la manada de pelirrojos. Y en seguida alguien llamó a su puerta.

— Mamá, te he dicho que ya bajo.— repitió Maisie con pesadez.

La puerta se abrió lentamente, cuando Maisie se giró a mirar a su madre se sorprendió al encontrarse a Fred apoyado en el marco de la puerta mirándole con una sonrisa.

— ¿Qué recibimiento es ese, Eileen

Eileen era su segundo nombre, no le importaba que le llamasen así pero siempre había pensado que en la voz de Fred sonaba especialmente bonito. Lo que le hacía sonreír involuntariamente.

— ¿Qué es eso de entrar en mi cuarto sin permiso, Gideon? — le reprochó ella en el mismo tono burlón.

Fred soltó suavemente su apoyo y se dirigió hacia ella. — Tu madre me ha dado permiso. — sonrió triunfante — Dice que bajes.

Maisie se dirigió a la puerta como mecanismo de supervivencia, Fred se había acercado demasiado como para pensar con claridad. — Bueno, vamos.

La mañana pasó muy lentamente para el gusto de Maisie, quien había secuestrado a Ginny y la usaba como escudo cuando alguno de los gemelos se acercaba. 

— Eres ridícula. — rió Ginny al ver a su amiga evitar al bromista por sexta vez en dos horas.

Maisie soltó un suspiro — Lo sé. —  admitió.

— Ni si quiera entiendo por qué te gusta, ¿no lo habías superado ya?

La hufflepuff se mordió el interior de la mejilla con frustración — Eso quería pensar, pero todo el tema del acompañante... No sé, Gin. Cuando estábamos en cuarto y se rumoreó que salía con Angelina me autoconvencí de dejar eso a un lado, pero no es tan fácil.

— Pero no estuvo ni está con Angelina, solo eran eso, rumores. Él no está con nadie, tú no estás con Cedric. No hay nada de malo en que te guste de nuevo. — dijo intentando animar a su amiga — Solo tienes que intentarlo, ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué diga que no?

Maisie se quedó en silencio unos instantes, "¿lo peor?" pensó. Mil de posibilidades pasaron por su mente. Lo peor no sería que él la rechazase, sino que algo entre ellos cambiase y todo fuese raro.

— Demasiadas cosas, podría ser raro si él no siente nada.

Ginny bufó. — ¿No ves que ya es raro? — dijo señalándose, estaban escondidas en un pequeño armario del pasillo — No puedes huir de tus sentimientos, Maisie. 

— Habló. — la acusó.

— No es lo mismo. — dijo la Weasley rápidamente — Lo de Harry es distinto y lo sabes; además, iré con Dean al baile.

Maisie negó — Él solo quiere poner celoso a Parvati y tú a Harry, es aún peor.

— Ey. — le acusó con el dedo justo cuando se abrió la puerta del armario.

Se escuchó una risa, Harry Potter miraba expectante a su hermana y su mejor amiga, ambas hechas bolita en una esquina. — ¿Se puede saber qué estáis haciendo?

— Nop. — dijo rápidamente su hermana menor, tomó de la mano a la Weasley y salieron rápidamente del armario. — Tienes razón Ginny, no puedo esconderme todo el rato.

— ¿Vas a pedírselo? — preguntó la otra pelirroja sorprendida mientras seguía a su amiga hacia el exterior de la casa.

Maisie dejó escapar una carcajada — Ni loca. Solo no le voy a evitar. Nunca se fijará en mi si no puede verme. — dijo sonriente en el jardín.

Tan pronto como dejó de hablar un brazo se posó sobre sus hombros. 

— ¿Ginny, me dejas robarte a Maisie un segundo? 

— George, no es un perro. 

— Me lo tomaré como un sí. — dijo ignorando a su hermana menor. — Bueno, mini Potter, tenemos que hablar. — comentó obligándola a andar por el jardín.

Maisie se llevaba muy bien con George, no podía explicarlo, pero aunque fuese igual a Fred eran completamente diferentes.

— Dime, George. — sonrió dulcemente. No le preocupaba lo más mínimo esa conversación, seguramente quería su ayuda para una broma.

— Sé que dices que no tienes acompañante para el baile. 

Al escuchar esas palabras se quedó helada y dejó de andar al instante.

— ¿Eso que importa?

George sonrió — Bueno, eso no es cierto del todo. — dijo buscando algo en su bolsillo. Maisie le miró expectante cuando le acercó una servilleta manchada y arrugada. — Lee.

— En voz alta, Eileen. — dijo Fred llegando junto a ellos. 

La joven se puso notablemente nerviosa ante la voz del segundo gemelo, pero empezó a leer sin prestarle atención — Yo, Maisie Eileen Potter, me comprometo a pedirle a Fred que sea mi acompañante para mi puesta de largo. — sus manos comenzaron a temblar cuando vio su pequeña firma con corazoncitos, pero aún más cuando alzó la mirada y vio la sonrisa de Fred.

— Te perdonaré por no recordarlo, pero tienes que preguntarmelo. — dijo burlón Fred.

— Pero...

— Vamos Maisie, está firmado por ti. — insistió George.

— ¿Que firmé qué? Un contrato en una servilleta de cuando tenía siete años no tiene nada de validez, si fuese un pinkie promise sí. — les acusó.

Fred notó presión en el pecho, tal vez tendría que haberle preguntado sin mostrarle el contrato. "Yo he terminado mi parte, os dejo." dijo George prácticamente huyendo de la situación.

— Vamos, fosforito. — sonrió Fred — Queda menos de dos semanas, no tienes acompañantes, somos amigos... lo pasaremos bien.

"Somos amigos" repitió ella mentalmente. 

— Esto es chantaje. — le acusó ella mordiéndose el interior de la mejilla nerviosa.

— Aún no te he escuchado preguntar. — sonrió él, seguro de que aceptaría.

Esa sonrisa bastó para que Maisie se decidiese. Sabía que Fred y George hacían eso solo para molestarle y porque ella no tenía acompañante aún, que sus motivos para ir con Fred no eran los mismos que los de él. Pero, ¿Qué más daba? Iba a estar dos semanas pegada a él, lo iban a pasar bien y después cada uno seguiría su verano. Nadie tenía por qué salir herido.

— Fred, ¿Quieres ser mi acompañante? — preguntó notando como se quedaba sin respiración con cada palabra que salía de sus labios.

— Sí, Maisie, sería un honor.  

Notice me | Fred W. & Maisie P. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora