𝗶𝗶𝗶. 𝗯𝗮𝘀𝗸𝗲𝘁𝗯𝗮𝗹𝗹 𝗴𝗮𝗺𝗲

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‎ ‎ᰍ  .  ° 𝗇𝖾𝗐 𝗅𝗂𝖿𝖾 .   ˎˊ˗
: 𓏲🎞️ ๋࣭ ࣪ ˖✩࿐࿔ 🕰️

La noche del partido de baloncesto estaba cargada de un nerviosismo palpable. Las gradas del gimnasio del instituto estaban llenas de estudiantes y de las familias de los jugadores, todos animando a los Tigres. Emma se sentó en la parte trasera de las gradas tratando de mantenerse lo más alejada posible de la multitud.

A pesar de que su amistad con Lucas se había enfriado tras la muerte de Jim Hopper, Emma sentía la necesidad de ir a apoyar a su amigo, que por fin, estaba consiguiendo esa popularidad que tanto había ansiado desde inicios de curso. Estaba muy orgullosa de él por haber sido capaz de seguir adelante con su vida y no quedarse atrapado en un callejón sin salida como Emma o Max.

A medida que el partido avanzaba, la tensión en las gradas aumentaba con intensidad. Quedaban dos minutos para que el partido de básquet terminase y el marcador indicaba que ambos equipos estaban empatados. Emma observaba con el corazón acelerado a los jugadores del equipo de los Tigres tratar de llevar la pelota hacia la canasta de sus oponentes, sin embargo, ningún jugador realizó la jugada con éxito.

Entonces, en los últimos segundos, Lucas tomó el balón que le pasó Jason, se acercó a la canasta con rapidez y esquivando a sus rivales lanzó un tiro perfecto. La pelota voló en el aire, y tras un largo silencio lleno de tensión, finalmente entró en la canasta. El gimnasio estalló en vítores y aplausos mientras todo el equipo corría hacia Lucas para felicitarlo. Los Tigres habían ganado.

Emma se sintió muy feliz al ver como los jugadores de los Tigres levantaban a Lucas mientras le aplaudían. El chico realmente estaba muy feliz de haber encontrado un sitio donde encajaba y destacaba.

Emma se levantó para aplaudir a su antes amigo, pero de repente, un mareo intenso la golpeó cuando se enderezó de la silla. Las luces del gimnasio se volvieron demasiado brillantes para sus ojos y el ruido de los vítores y los aplausos se convirtieron en un zumbido lejano. Sintió náuseas y cuando miró hacia sus pies, se dio cuenta de que parecía que el suelo se tambaleaba bajo sus pies. Sabía que iba a volver a tener una de sus visiones.

Con pasos tambaleantes, Emma salió del gimnasio con rapideza, tratando de mantener el equilibrio a cada paso que daba y la compostura para que los demás alumnos no se fijaran en su extraño comportamiento.

Las luces del desierto pasillo al que había llegado Emma se apagaron de golpe, sumiéndola en la oscuridad. Su respiración se aceleró ante no ser capaz de ver a penas nada a su alrededor y un miedo se apoderó de ella al pensar que le podía pasar cualquier cosa. Podía sentir el latido de su corazón amenazando en salir de su pecho, pero aquella sensación se detuvo de golpe cuando una voz grave y siniestra resonó en el pasillo.

—Emma... —llamó la voz, arrastrando las letras de su nombre con pesadez.

El pánico de Emma aumentó al reconocer aquella voz. Sintió como si el aire se espesara a su alrededor, incapacitándole respirar con normalidad, y como sus manos empezaron a temblar levemente.

Emma miró en todas direcciones tratando de localizar el origen de la voz entre la oscuridad del pasillo, pero no logró ver a nadie. Las luces comenzaron a parpadear tras ella, lanzando sombras inquietantes que parecían que se movían a su alrededor. El sonido de las agujas de un reloj resonó en el pasillo, el mismo tic-tac que siempre sonaba cuando aquella misteriosa persona de sus visiones se acercaba a ella.

—¿Quién está ahí? —gritó Emma, tratando de mantener un tono de voz alto y claro, aunque su voz la traicionó porque el miedo de Emma era muy notorio en su voz.

Unos pasos se empezaron a escuchar acercándose a Emma, resonando por todo el vacío pasillo acompañado del sonido de las agujas de reloj. Emma se tensó cuando las luces que antes habían empezado a parpadear se apagaron de nuevo, volviendo a dejarla sumergida en aquella siniestra oscuridad.

De repente, Emma sintió un toque en su hombro y giró bruscamente mientras adoptaba una compostura para defenderse levantando sus puños en dirección a la que pensó que sería la persona misteriosa, pero, para su sorpresa, se encontró cara a cara con Steve Harrington.

Al verlo, el corazón de Emma se detuvo por completo por el alivio, contenta de que aquella visión hubiera acabado. Sin embargo, Steve no parecía para nada contento, de hecho, la preocupación en sus ojos era evidente.

—Emma, ¿estás bien? —preguntó Steve con inquietud.

Sus ojos recorrieron la figura de Emma de arriba a bajo, desde su cara donde sus profundas ojeras resaltaban su delgadez extrema y su cara pálida y demacrada.

Emma trató de responder, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. El ver que Steve la estaba recorriendo con su mirada le puso nerviosa de pensar que podría estar juzgando su cuerpo debido a su delgadez por evitar comer. Sin embargo, Steve no la juzgaba, sino que le preocupaba el estado de la que fue su amiga en un momento.

—Estoy bien, Steve —murmuró Emma finalmente, tratando de sonar convincente, pero Steve notó el nerviosismo en su voz y se dio cuenta de que Emma le estaba mintiendo.

—No, Emma. No estás bien —le contradijo Steve mientras negaba con su cabeza—. Estabas parada en el pasillo, mirando a la nada. Parecías perdida.

Emma abrió su boca para responder, pero acabó cerrando sus labios al no lograr encontrar una excusa convincente. Por lo que, acabó agachando su cabeza avergonzada por la situación tan embarazosa en la que se encontraba atrapada.

—Emma, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿verdad? —le dijo Steve mientras observaba a una Emma decaída, irreconocible—. No tienes por qué callarte tus problemas y evadirte de todo, tienes a muchísima gente que se preocupa por ti.

Las palabras de Steve perforaron el muro de frialdad que Emma había construido a su alrededor durante todo este tiempo. Sentía un nudo en la garganta, una mezcla de agradecimiento a Steve y desesperación al saber que, a pesar de que podía contar con muchas personas que le ofrecían ayuda, Emma nunca acudiría a ellos.

Quería derrumbarse, confesarle todo lo que le estaba pasando con las visiones y lo que la muerte de su padre le estaba provocando a Steve, pero al mismo tiempo, una parte de ella quería mantener el control de la situación y seguir aparentando que todo estaba bien evadiéndose de sus problemas.

—Gracias, Steve, de verdad —le agradeció Emma, alzando la mirada para verlo a los ojos—. Te agradezco mucho que me quieras ayudar, y ten por seguro que si necesito hablar, te buscaré. Pero ahora mismo... solo necesito estar sola —dijo, esforzándose por esbozar su mejor sonrisa.

Steve la miró durante un largo momento, y luego, asintió lentamente, respetando así el deseo de Emma, a pesar de que, en el fondo, quería seguir indagando en el tema para extraer así el mortivo de su comportamiento y ayudarla.

—Está bien, Emma —acabó diciendo Steve, algo decepcionado por la respuesta de Emma—. Pero quiero que sepas que no estás sola, y que al igual que yo, hay mucha gente que está aquí para ti y que se preocupa por ti.

Emma asintió, tratando de no dejar caer las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Miró a Steve con una pequeña sonrisa fingida en sus labios una última vez antes de girarse y caminar hacia la salida, sintiendo una mezcla de culpa por estar preocupando a sus amigos y no darles explicaciones y tristeza porque sabía que no acudiría a ninguno de ellos para pedir ayuda.

Tan sólo deseaba que estas visiones se detuvieran pronto y superar todos sus problemas por su cuenta sin preocupar a nadie para poder volver a vivir la vida como su padre, Jim Hopper, hubiera querido que la viviera.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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⏰ Última actualización: Nov 01 ⏰

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𝘁𝗵𝗲 𝗯𝗼𝘁𝘁𝗼𝗺, 𝘀𝘁𝗲𝘃𝗲 𝗵𝗮𝗿𝗿𝗶𝗻𝗴𝘁𝗼𝗻 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora