CAPITULO 8 FINAL

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HERMIONE

Draco envolvió su brazo alrededor de mi cintura y me llevó de regreso a mi puerta. Cuando busqué a tientas las llaves, me las quitó y abrió el cerrojo. Después de
acompañarme adentro, cerró la puerta detrás de nosotros, encendió una luz y me acompañó hasta el sofá. Me senté con un profundo suspiro.

Quizás necesitaba comida. O una verificación de la realidad. Todo se sentía como si estuviera girando fuera de control.

Hace unos días, había tenido confianza y estaba lista para seguir adelante con mi vida, lista para dejar atrás mi obsesión con Draco.

Ahora, estaba de rodillas en el piso de mi sala. ¡De rodillas! Sus manos descansaban en mis muslos, como si él los poseyera, su calor quemó la niebla en mi cerebro y lo convirtió en otra cosa.

―Draco―, susurré.

Tentada más allá de toda razón, abrí mis piernas un poco, ansiosa por sentirlo entre ellas incluso mientras me odiaba a mí misma por ser débil.

No. No necesitaba comida. Necesitaba que Draco me tocara, me hiciera sentir viva, real y amada. No esta versión asustada y conmocionada de mí misma, demasiado asustada para creer una palabra que sale de su boca.

Estaba enamorada de el. Lo había estado durante meses. Y escucharlo hablar sobre la eternidad con tanta naturalidad, cuando sabía que no podía ser sincero… bueno… me rompió un poco. Rompió mi corazón.

―Deberías irte. ― Lo amaba, pero no era idiota. Supe la puntuación cuando se acostó conmigo la noche anterior. Yo era virgen y él quería ser el que me hiciera estallar la cereza. De acuerdo. Lo tengo. Por alguna
extraña razón, a los hombres les gustaba ser los primeros. Lo que sea. Un tipo cualquiera del bar ya se habría ido. Pero Draco, no tenía que meterse con mi
cabeza así.

―No. No me iré a ningún lado hasta que me escuches ―. Sus palabras fueron tan insistentes como sus manos en mis muslos.

Negué con la cabeza y me recompuse. Cerrando las piernas, levanté la cabeza y lo miré fijamente. Le dejé ver cuánto me estaba lastimando con sus juegos. ―Solo… solo vete, Draco. Esto ya no es divertido ―.

―No estoy bromeando. ― Draco metió la mano en el bolsillo de sus pantalones y sacó una pequeña caja de anillos de terciopelo negro. ―Cásate conmigo, Herms. Estoy enamorado de ti. He estado enamorado de
ti durante meses. Eres la única mujer para mí. Te deseo. Quiero que seas la madre de mis hijos. Quiero ser tuyo. No solo por una noche, Hermione. Siempre. ―

Me quedé mirando, atónita, hasta que abrió la caja del anillo y la giró hacia mí. Dentro estaba el solitario de diamantes más hermoso que jamás había visto.

Parpadeando lentamente, miré del anillo a su rostro, vi la sinceridad, la necesidad, el amor. Sentí que la primera lágrima recorría mi mejilla derecha y la aparté con dedos temblorosos, esperando que él no se diera
cuenta.

―Di que sí. ―

―¿Me quieres? ― Chillé. ―Pero soy mucho más joven. Soy completamente inexperta y tú... estás... ―

―¿Viejo? ― preguntó.

Negué con la cabeza. Sí, era una década mayor que yo. Sabía su cumpleaños tan fácilmente como el mío. No me importaba.

―Eres tan mundano y experimentado, no solo en el sexo, sino en la vida―. Levanté mi mano y la agité frente a mí mientras hablaba. ―Recién estoy comenzando. ¿Por qué querrías a alguien como yo? ―

No pude evitar que mi mirada deambulara a su rostro, su barbilla cincelada y su mandíbula fuerte, el calor en sus ojos.

―Te deseaba antes de saber que eras virgen. Cuando descubrí que eras inocente, intacta…― Se estremeció, su mirada nunca dejó la mía. ―Saber que seré el único
que te reclamará, el único hombre que alguna vez estará en ese dulce coño tuyo, me pone tan jodidamente duro. Quiero que cada jadeo de placer que hagas, cada grito, toda la humedad entre tus piernas me pertenezca ―.

#1 lip service-. Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora