Sueño

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Sueño




Era medianoche, Harry sentía el suave vaivén de las olas meciendo el yate. Se sentía feliz abrazado de Severus, sintiéndose amado intensamente.


— ¿Sabes que podría quedarme aquí toda la vida?

— ¿Sabes que teóricamente eso es imposible? —respondió Severus con una sonrisa mal contenida.

— No me interesa. Amo todos los momentos que paso contigo, Severus, pero juro que éste guardará siempre un lugar especial en mi memoria.

— Espero que no sea mejor que lo que preparé esta noche.

— ¿Hay más? Pero si ya has hecho de éste el mejor de mis cumpleaños.

— Guardé lo mejor para el final. Sin embargo, debo concordar con usted, Señor Potter, éste es un gran momento para recordar.



Harry suspiró enamorado cuando Severus volvió a apoderarse de su boca. Pero entonces, todo terminó. Se incorporó de la cama jadeando aún con la excitación en su cuerpo, sintiendo el calor de los brazos de Severus rodeándole, su mismo sabor, su mismo aroma.


Rápidamente fue al baño a lavarse la cara, necesitaba despejarse.


— ¿Qué... fue eso? —se preguntó mirándose al espejo.


Seguía siendo el mismo. A pesar de que habían transcurrido más de dos años, aquella era la primera vez que soñaba con Severus, pero no fue sólo un sueño, fue un recuerdo nítido, un recuerdo real de su cumpleaños, el único y el último que pasó a su lado.


— No puede estarme pasando esto. —se lamentó arrodillándose en el piso, las manos continuaban temblándole, añorando volver a tocar a quien amaba—. Yo estaba bien... estaba bien.


Y era cierto, Harry vivía tranquilo y feliz. Fueron esos años sin sobresaltos, sin llantos, sin desilusiones, tan sólo disfrutando de sus amigos, sus estudios como Auror, de su ahijado al que visitaba con frecuencia.


Vivía solo en un pequeño loft, pero no necesitó de nada más. Aprendió a disfrutar su juventud, a reír por tonterías, a salir a pasear sin mirar por encima de su hombro, a disfrutar de cómo otros hombres le deseaban, aunque jamás ninguno pudo ir más allá, a un terreno donde sólo una persona conocía de él. Tenía tiempo para ir al cine, a tomar alguna copa, o simplemente una velada tranquila bebiendo café o té.


Pero ahora, todo ese mundo parecía haber sido un sueño y ahora, después de todo ese tiempo, había despertado. Y su sueño, era la verdadera realidad. Fue como si el tiempo no hubiera pasado, como si fuese aún ese chico herido de amor y olvido.


Se levantó rápidamente abriendo el botiquín de pociones, pero no encontró la que buscaba. La poción de dormir sin sueños.


En ese tiempo no hubo noche que no la usara, sin embargo, aquel día olvidó surtírsela y suspiró resignado. Sin embargo, no volvería a la cama sin beberla.


Harry no quería volver a soñar, no quería volver a caer en la angustia. No se daba cuenta que ya era preso de ella. Salió apresurado a la pequeña terraza en busca de un poco de aire fresco que despejara su mente. Aún era muy de madrugada, pero no pensaba regresar a su habitación ni a su cama, esa noche estaba dispuesto a no volver a dormir.


Se quedó ahí, mirando la vida casi desierta de la madrugada esforzándose por no pensar demasiado. Había sido sólo un sueño, se convencería de eso a como diera lugar.


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Con la luz del día, Harry logró recuperar el control de los latidos de su corazón, recordaba el sueño como recordaba toda su historia con Severus, con la alegría de haberlo vivido, de ser el protagonista de ese cuento de hadas que lo hizo inmensamente feliz por un tiempo.


Retomó su rutina diaria. Un baño al amanecer, un desayuno sencillo, y partir hacia la Academia de Aurores donde se distinguía tanto por su poderosa magia como por su personalidad alegre y dispuesta. No faltaba quien quisiera ser parte de su equipo en las clases, o quien quisiera acompañarlo en la mesa para comer y ser parte de su conversación. Harry siempre tenía historias que contar, aunque a veces fueran simplemente de la nueva travesura de Nathaniel.


Por las noches, a veces aceptaba tomar una copa con algún pretendiente, o ir a los bolos, o se quedaba a practicar en los amplios salones de entrenamiento de la Academia, pero al final siempre llegaba solo a su loft. Era su refugio personal. Le gustaba irse a dormir tarde, y esa noche se aseguró de pasar antes a Diagon y surtirse de suficiente poción para dormir sin soñar.


Ya no me ignores... suéñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora