El regalo de Nathaniel

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El regalo de Nathaniel





Ron llegó hasta la recámara de su hijo quien se encontraba en cama listo para dormir, Draco descansaba a su lado, ambos esperándolo, sabía que el pequeño no querría cerrar los ojos antes de darle las buenas noches. Fue hasta ellos recostándose del otro lado de la cama.


— ¿Sabes que tenemos que hablar de tu desobediencia de esta noche, verdad? —reprendió suavemente a su hijo.

— Pá dice que abuelo es peligroso.

— No tanto como tu padre. —bromeó Ron ganándose un no tan amistoso golpe en su hombro de parte de su esposo—. ¿Ves?

— Esto es serio, Ronald, compórtate.

— De acuerdo. —aceptó más formal—. No debes temer de tu abuelo Lucius. —agregó ante la sorprendida mirada de Draco—. Él no puede hacerte nada desde su retrato en la pared, sin embargo, la gente en los cuadros no siempre es capaz de asimilar que su mundo es diferente al nuestro y dicen cosas que podrían confundirte.

— ¿Cómo lo de la Profecía?

— Y algunas más. Draco y yo queremos protegerte porque eres lo que más amamos en el mundo, y nos gustaría ser siempre nosotros quienes te hablemos de lo que tengas que saber, a su debido tiempo. ¿Recuerdas porqué papi está molesto con tu padrino?

— ¿Porque nos ocultó lo de esa cosa que hace conmigo?

— No. —negó nuevamente ante la sorpresa de Draco—. No está enfadado con Harry por su silencio, sino porque lo reveló de una manera complicada para ti.


Nathaniel y Draco guardaron silencio un momento, ambos creyendo comprender el significado de las palabras de Ron.


— ¿Tienes miedo que sea complicado para mí si lo de la Profecía me lo dice el abuelo? —cuestionó Nathaniel mirando al rubio.

— Mi alma sufre tan sólo de pensar que vuelvas a asustarte. —aceptó Draco estrechándole contra su pecho.

— Yo te prometo que no volveré a entrar a la Biblioteca si no es de tu mano.


Draco besó la frente de su hijo suspirándole un "Gracias" cargado de alivio.


— En realidad, la profecía no es más que un modo de advertir el rumbo de nuestras vidas. —intervino Ron—. Nuestra Profecía nos hizo ver que este día llegaría, que íbamos a estar aquí los tres juntos, siendo una familia que se adora y se protege.

— Y vaya que te amo, comadreja. —exclamó Draco alargándose para besarle en la boca.

— Y yo a ti, hurón.

— ¿Y yo qué soy? —interrumpió Nathaniel—. ¿Qué resulta cuando un hurón y una comadreja se casan?

— Un ángel. —respondió Draco volviendo a estrecharlo amoroso.


Ron tomó aire profundamente, le alegraba haber podido solucionar uno de los problemas, pero aún quedaba otro. Aunque antes, su gran momento llegaba.


— ¿Recuerdan que siempre les he dicho que esta casa es demasiado grande para solo tres personas?

— Últimamente cada diez minutos. —arqueó Draco sus ojos—. ¿Es que piensas invitar a alguien a vivir?

— Sí... otro ángel viene en camino.


Draco parpadeó un par de veces antes de comprender y su rostro se iluminó lleno de felicidad al tiempo que saltaba hacia Ron llorando de alegría.


— ¡Dime que he entendido bien! ¡Dime que por fin inicia una nueva espera!

— Has acertado... pronto será mi turno de corresponderte a la dicha de hacerme padre.

— ¡Oh, esto es maravilloso! —exclamó Draco pasando sobre su hijo para dedicarse de lleno a besar el rostro de Ron en repetidas ocasiones—. ¡Te amo, Ron, te amo tanto que creo que me volveré loco de felicidad!


Ron no pudo decir nada por unos segundos, tenía un nudo en la garganta, a veces temía estar soñando ¿era posible que una persona tuviera tanta fortuna en su vida?


— ¿De qué hablan? —cuestionó Nathaniel sin comprender.


Draco se giró a mirarlo, acarició su rostro tan hermoso, con sus ojos azules como los de su padre... ¿cómo serían los de su segundo hijo? Ya moría por conocerlo.


— Vas a tener un hermanito. —le dijo procurando sonar relajado.

— ¿Qué? —preguntó abriendo desorbitado sus ojitos—. ¿Cómo? ¿Cuándo?

— Es cierto ¿cuándo? —apremió Draco volviendo a mirar a Ron.

— Siete meses, si es que no nos resulta un ansioso por nacer como tu primer bebé.

— ¡Esto es genial! —exclamó Nathaniel saliendo debajo de sus mantas para brincar en la cama.

— ¡Nath, eso no se hace! —le amonestó Draco, aunque estaba tan feliz que no pudo fingirse molesto y terminó uniéndose a su hijo celebrando la noticia entre saltos de alegría.


Ron los miró agradecido a la vida por haberlos unido. Quizá al lado de Hermione también habría tenido una familia hermosa, pero ahora su corazón le decía que habría llegado un momento en que sabría que estaba viviendo la vida equivocada... ¿y qué habría sido de Draco? No quería ni imaginarlo.


— ¡Ah, ahora todo es perfecto! —suspiró Draco retornando junto a Ron para abrazarlo.

— Podría serlo más.

— ¿Qué te falta? Dímelo y lo haré realidad por ti, soy capaz de cualquier cosa para devolverte esta alegría.

— Tú sabes lo que me falta: mi hermano.


Draco dejó de sonreír, su alegría no se opacó pero no imaginó que Ron pediría eso justo en ese momento. Atrajo a Nathaniel sentándolo en su regazo protectoramente.


— ¿Se te ha olvidado el llanto de nuestro bebé en la boda de la greñuda? Porque a mí no, Ron.

— Y por eso sería mucho más valioso para mí que hicieras ese esfuerzo.


Draco guardó silencio, sus manos se enredaban en el cabello rubio rojizo de su hijo quien comenzaba a quedarse dormido después de ese día tan lleno de ilusiones, su carita aún tenía dibujada una sonrisa mientras se refugiaba en el mundo de los sueños donde ya jugaba con su futuro hermanito.


— ¿Draco? No quiero obligarte a aceptarlo, pero...

— No digas más. —exigió colocando su mano en la boca de su esposo—. Eres una tramposa comadreja, sabes que ahora no podría negarte nada.

— ¿Lo harás?

— Sólo por ti. Siempre solo por ti. ¿Pero crees que Nathaniel está preparado para volver a confiar en su padrino?

— No te preocupes por eso, hay algo que conseguirá que Nath recuerde que Harry es la persona que más lo ama después de nosotros. —aseguró recostándose en el pecho del rubio junto a su hijo.


Draco les abrazó cerrando los ojos, era feliz, ni Potter podía enturbiar esa dicha.


Ya no me ignores... suéñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora