Reunidos otra vez

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Reunidos otra vez



Para Harry fue una atormentadora prueba tener a Severus Snape frente a él. Su cuerpo casi le exigía arrojarse a sus brazos. Hubiera dado lo que fuera por reposar su cabeza en su pecho, sentirse envuelto en su calor, cerrar los ojos y fingir que todo estaba bien.


Pero no estaba bien, la mirada de Severus Snape no era la del hombre que amaba, sus ojos no brillaban al verlo, seguía siendo sólo su Profesor... no, ya ni eso.


— ¿Q-qué haces aquí? —preguntó sosteniéndose de la puerta, las rodillas le temblaban involuntariamente.

— Siento interrumpirle en su descanso, Potter. —se disculpó señalando el atuendo del más joven con la mirada—. Pero necesito tratar un asunto con usted.

— Está bien, yo... ¿quieres pasar? —Harry casi se odió al escuchar su voz ansiosa, pero no podía reprimir su entusiasta deseo por prolongar el encuentro.

— No es necesario. Sólo necesito las llaves de la casa que... bueno, supongo que sabe cuál.


Harry asintió avergonzado. Su relación con Snape había terminado hacía bastante tiempo, debió haber supuesto que él necesitaba recuperar una inversión que no pudo realizar, sobre todo ahora que renunció a su trabajo en Hogwarts.


— Sí, ahora las busco.


Harry se adentró a su departamento pero no fue muy lejos, tomó una pequeña caja de bronce sobre la chimenea de la cual sacó el juego de llaves de hierro antiguo. Hacía mucho tiempo que no las tenía en sus manos y sintió casi como ácido en su corazón comprendiendo que aquel probablemente era el último lazo que lo había unido a Severus y ahora tenía que regresarlo.


— Sé que fue un regalo, pero...

— Está bien. —le interrumpió Harry regresando a la puerta—. Un regalo que era para los dos, pero si no es así no tiene caso. Te pertenece.


Snape guardó silencio tomando las llaves que Harry le ofrecía. El joven de ojos verdes deseó poder adivinar qué pensamiento cruzaba por la mente de Severus, su mirada era extraña, como ausente, y entonces recordó algo que le aceleró el corazón.


— ¿Puedo hacerte una pregunta?

— Supongo que sí.

— ¿Porqué me preguntaste sobre el barco?... ¿Has recordado...?

— No. —se apresuró a negarlo mientras guardaba las llaves en su bolsillo—. Fue un sueño, un sueño muy nuboso, pero no un recuerdo. Probablemente desencadenado a raíz de cierto estado de cuenta que me envió un banco muggle... Para mí no representa más que eso.


Harry quiso sonreír comprensivo pero en realidad le dolió comprobar la realidad. Snape continuaba sin recordarle y parecía desinteresado en siquiera intentarlo.


— Debo irme ya.

— Si necesitas ayuda, no sé, una firma o que te acompañe al Ministerio para regresarte la propiedad no dudes en pedírmelo, por favor.

— Lo tendré en cuenta. Gracias.


Severus dio la vuelta con intención de marcharse, pero Harry le retuvo suavemente sujetándolo por el brazo. Ese contacto físico le estremeció como hacía mucho no se sentía, de inmediato se apartó asustado de sí mismo.


— Supe que dejaste Hogwarts... ¿porqué?

— Es complicado de explicar y tampoco creo que necesite saberlo, Potter.

— Entiendo. —respondió entristecido, y también rabioso consigo mismo por no haberse quedado callado antes de preguntarlo.


Harry retrocedió un paso para dejarle ir, pero Severus no se movió de su lugar, miró al chico como si estuviera esperando algo, al final aceleró sus pasos y desapareció rápidamente por el corredor. Harry respiró hondo al darse cuenta que la herida no cicatrizaba, por el contrario, cada día ardía más, se profundizaba más, lo destrozaba más.


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Cuando volvió a su rutina diaria, Harry se obligó a no pensar más en Snape, le resultaba sumamente cansado a su corazón inundarse de tristeza por algo que no tenía remedio. Por fortuna, la alegría de sus compañeros era un buen aliciente para conseguir sonreír.


Joe parecía notar que algo le pasaba y se esforzaba más que nunca por ser gracioso y hacerlo reír. Incluso rompió el protocolo y olvidándose de la rigidez de la Academia aprovechaba cualquier oportunidad para tenerlo siempre abrazado, y aunque a Harry le incomodó en un principio, terminó por corresponder, le hacía mucha falta sentirse consentido por alguien, y Joe era el único que lograba mitigar un poco su pena.


"Hermione lo logró" Seguía repitiéndose una y otra vez para poder aceptar el afecto de alguien que no aceleraba su corazón por más agradable que fuera.


— Paren ya, libidinosos. —les reclamó Kevin fingiendo enfadarse—. ¿Cómo es que no nos habían dado la gran noticia?

— ¿De qué hablas? —quiso saber Harry.


Por toda respuesta, Brad sacó el último ejemplar de la revista Corazón de bruja que tenía a Joe y Harry besándose en la portada y grandes letras parpadeantes anunciaban una próxima boda.


Al verlo, Joe empezó a reír y todos siguieron su juego, incluso Harry, que ya estaba acostumbrado a las noticias amarillistas sobre su persona.


— ¡Esto es genial! —exclamó Joe sin parar de reír—. ¡Ya soy famoso también! ¡Miren todos, me inventan chismes a mí!

— No te emociones tanto, Joe, que ni te mencionan siquiera. —se burló Derek—. Aquí la noticia es Harry.

— Toda la Academia lo está comentando. —sollozó Nicole de la risa—. ¡En serio que muchos se lo creen!

— Lo que no entiendo... —dijo Harry mirando la portada—... ¿es cómo consiguieron la foto?

— Ah, fue en nuestra última salida, no te diste cuenta porque te quedaste dormido, quisimos detenerlo pero se escapó, hasta ahora no le dimos importancia porque creímos que era cosa de una fanaticada.

— ¿Es que te molesta, Harry? —preguntó Joe dejando la risa a un lado.

— No, claro que no, sabemos que no es una revista creíble, y aunque lo fuera, me sentiría honrado por comprometerme contigo.

— No le des alas, Harry. —le aconsejó Derek—. Te arriesgas a que corra a comprarte un anillo.

— ¡Ja! Te burlas porque estás celoso. —se defendió Joe.


Derek le miró fulminante pero Joe no se dio cuenta, volvió a tomar la revista para reírse a gusto y hacer bromas sobre usar la imagen para sus noches solitarias. Quien sí se dio cuenta de la mirada nada divertida de Derek fue Harry, sí parecían celos... pero no por él.


Ya no me ignores... suéñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora