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Se perdió en sus pensamientos por un par de segundos, hasta que la mano de su padre se apoyó en su hombro con un leve apretón.

—Hijo, ¿quieres ayudarme a preparar la mesa afuera? —preguntó con emoción. —El clima está perfecto para estar al aire libre, vamos.

El delgado echó un vistazo más a su madre y aunque las palabras quedaron atoradas en su garganta, decidió retractarse y no preguntar nada acerca de aquello, pese a que tenía el presentimiento de que ella sabía algo que él no.

Finalmente no dijo nada y salió a ayudarle a su padre pensando en lo patético que pudo haberse visto preguntando a su madre sobre un tema tan extraño, así que decidió olvidarse del asunto y disfrutar del tiempo en familia.

Había olvidado el sabor de las comidas de sus padres hace mucho, sin embargo degustarlas siempre era una bendición para su paladar que ya había sufrido mucho de su pobre habilidad de preparar alimentos durante todo el tiempo que decidió jugar a ser adulto sin demasiadas preparaciones previas ni manual de instrucciones de la vida.

En un día como ese donde la única preocupación era en no perder el hilo y mencionar lo importante entre demasiados temas de conversación, ni siquiera sintió que el tiempo se le fue volando y el momento de irse a la cama llegó más rápido de lo que quisiera. Además, el horario de sueño de sus padres no ayudaba, ellos solían dormir muchísimo más temprano que él porque solían madrugar más, y él se vio obligado a ir a su habitación y acostarse a esa hora para no perturbarles el sueño.

Si bien ya no era un adolescente, todavía tenía el pasatiempo de quedarse con el celular y ver cualquier tontería en vez de ir a dormir, sobretodo en esos momentos que estaba tratando de ocupar su mente para no pensar en su decepción amorosa.  Sin embargo, ya fuera por obra del Dios o del diablo, de la casualidad o del destino, o de su mala suerte, mientras navegaba por sus redes sociales, un mensaje apareció en su pantalla con el nombre que menos quería ver en ese momento.

—De nuevo este idiota... —gruñó por lo bajo con un leve dolor en el pecho.  —¿Qué quieres ahora?

—¿Quien? —preguntó una voz en la otra esquina de la cama. —¿Yo?

A Hyungwon casi se le sale el corazón al oir eso, pero cuando vio que se trataba de Wonho que estaba comiéndose el pan dulce que su mamá había guardado para comer con café en el desayuno, no pudo tomarselo en serio.

—¿Por qué te estás comiendo eso? —lo regañó. —¡Dámelo!

—De tantas preguntas que puedes hacerme ahora mismo... ¡¿Esa es la primera que se te ocurrió?! —preguntó molesto mientras forcejaba tratando de ganar para quedarse con el pan dulce que se había robado de la cocina.

Hyungwon suspiró despues de unos segundos.

—Olvídalo. —dijo retomando su celular. —¿Qué haces aquí?

Wonho frunció el ceño.

—¿Acaso no es obvio? —cuestionó. Hyungwon estaba preparado para responder con un discurso enorme sobre que él podía cuidarse solo y que no necesitaba que lo siguiera a todas partes, cuando Wonho lo sorprendió con una mejor respuesta. —Aquí hay mucha comida deliciosa. No puedo dejar que disfrutes solo.

El delgado resopló casi con angustia. Se suponía que había ido a casa de sus padres para olvidarse del drama con ambos hombres y resulta que apenas después de un par de horas de paz, aparecen ambos a alterarle los nervios.

—También eres un idiota, al igual que yo. —susurró y luego miró el mensaje que le había sido enviado. — ¿Crees que quiera empezar a disculparse y todas esas mierdas cursis? —preguntó casualmente al ser sobrenatural que estaba a su lado en la pequeña cama. —Bueno, yo creo que...

It Will RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora