Muerte

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Grecia

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Grecia.

Mara no sabía cómo había llegado a esa situación. Estaba sentada en un banco, rodeada de personas que pasaban, que hacían su vida ajenos a ella, no podían verla. Delante había nueve mujeres, vestidas con túnicas blancas, sus cabellos variaban desde el rubio, al pelirrojo, y al moreno. Igual que sus pieles. Algunas eran más altas que otras, todas hablaban al mismo tiempo emocionadas y Mara no se enteraba de nada.

-Es un honor conocerte. -dijo Talía, una chica bajita, de piel dorada y cabello castaño.

-Es cierto, deseábamos conocerte. -dijo Polimnia, tenía el cabello rubio, era esbelta y pálida.

-Tu trabajo nos inspira, gracias a ti decidimos dedicarnos a esto. -dijo Calíope, tenía el cabello oscuro y la piel morena.

Mara fue lo único que entendió. Alzó las manos, para captar su atención.

-Un momento. ¿Quién sois vosotras y por qué me habéis secuestrado?

-No te hemos secuestrado. -dijo Clio entre risas, tenía el cabello pelirrojo y la piel blanca, sin una mancha o peca. Era más la más alta.

-Chicas, calmaos, no nos hemos presentado. Es normal que se sienta confusa. -dijo Erató, tenía el cabello rubio pero era la más bajita del grupo.

-Disculpa a mis hermanas, ella es Calíope, diosa de la elocuencia; Clio, diosa de la historia; Erató, diosa de la poesía; Euterpe, diosa de la música; Melpómene, dios del teatro; Polimnia, diosa de la danza; Talía, diosa de la comedia; Terpsícore, diosa de la poesía ligera y yo soy Urania, diosa de la astronomía. -Urania tenía el cabello castaño, la piel blanca y era más rellenita que sus hermanas.

-Somos las musas. -dijo Melpómene, cabello negro, delgada y alta.

-Hacemos lo mismo que tú, inspiramos. -dijo Calíope.

Mara sonrió.

-Me alegra no estar sola en esto. -realmente Mara se sentía feliz. A pesar de la sorpresa, se había dado cuenta que aquellas mujeres realmente la adoraban.

-No sabíamos tu nombre, o si tenías uno así que, para nosotras siempre has sido Temis.

-Entonces seré Temis para vosotras.

Las mujeres se alegraron, la agarraron de los brazos y la llevaron consigo. Mara no tenía ni idea de a donde iba, pero jamás se había sentido así, aceptada tal y como era. Reconocida y valorada. Ella era el ejemplo a seguir de esas mujeres.

Desconocía que acabaría arrepintiéndose.

(...)

Mara caminaba por la calle empedrada, llevaba una túnica blanca y observaba el mercado de especias que había ambos lados de la calle. Las personas pasaban por su lado como si ella no estuviera ahí como si no pudieran verla, a pesar de que no era invisible. Adoraba aquella ciudad, sus olores, sus sonidos, todo era nuevo para ella. Era de las ciudades más grandes en las que se había encontrado y también de las más avanzadas.

Dream and Angel: Memorias de un ángel (Morfeo x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora