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Ser una joven sangrada tenía sus ventajas. Le debían mucho respeto y más debido a ser principalmente una notable al derrotar a un Sangrado. Se sentía orgullosa de su progreso y sobre todo, se sentía feliz al saber que enorgullecía a su padre T'akuta y ponía el nombre del clan en alto, sobre todo a la raza.
Siendo una joven con una promesa y futuro enriquecedor al ser una de las mejores de su generación entre tantos jóvenes que deseaban convertirse en alguien igual o mejor que ella. Sin embargo, lejos de querer ser una cazadora o sacerdotisa, decidió involucrarse con los mala sangre. No es como si los apoyará o defendiera, quería comprenderlos. Entender el porqué de su decisión y comportamiento agresivo. Si bien es cierto que es difícil leer su lenguaje corporal debido a que la mayoría se mostraba serenos, sin embargo eso no quitaba el hecho de que son agresivos cuando deben serlo.
— ¿Estás segura de ello, Chami? Creo que tu idea es seductora. Pero estarías en constante peligro. — Habló el líder supremo. Elder. El gobernante de Yautja Prime. Muy honorable y respetable por todos.
Ella asintió con la cabeza una sola vez mientras mantenía su cuerpo inclinado hacía adelante, una reverencia, mientras hacía hincada en la tierra frente al trono de su gobernador.
— No debe preocuparse por mi, Elder. Asiri estará conmigo. — Aseguró segura de sus palabras sabiendo de sobra que su amigo alienígena la acompañaría a tan descabellada idea.
— ¿Asiri? ¿Hablas del Na'kondor que te a seguido hasta acá?
— Así es, señor. Ese mismo. A apoyado mi idea en la investigación sobre los comportamientos y pensamientos de los mala sangre.
— ¿Tu padre está de acuerdo con esto, Chami? — El Yautja aunque se mostraba tranquilo, estaba preocupado. Su mejor guerrera había decidido tomar un rol importante en la que estaba arriesgando su vida.
— Al principio no, mi señor. Pero pronto entendió mis razones y accedió con la condición de que usted lo autorizará.
No muy convencido accedió a la petición de la joven sangrada que mostraba entusiasmo y dedicación en sus palabras, contagiandolo.
Ordenó a sus cazadores ir tras los mala sangre que habían sido exiliados. Los quería con vida. Mientras el coliseo estaba siendo adecuado para las nuevas vidas que tendría ahí y las criaturas notables agresivas que van capturar para la pronta investigación y recaudación de información, la chica fue corriendo a casa para darle la noticia a su padre y de paso a su mejor amigo.
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Habían pasado más de siete meses. El coliseo ya estaba listo y los mala sangre reunidos, atados de brazos, manos, piernas y pies. Asiri estaba cruzado de brazos. Una especie de lagarto humanoide gigante de piel verde con cabello rojo. Tenía sus muñequeras de piel, un collar colgando de su cuello en representación de su tribu y unos shorts que eran más parecidos a un taparrabos grande, para alguien como él.
