Kathia
La brisa era refrescante pero húmeda, podía sentir en ella el olor del mar haciendo que esbozara una sonrisa animándome a continuar mi camino con una sonrisa. Este día era más que perfecto.
Iba tarde, pero sabía que él me esperaba...siempre me esperaría... y yo normalmente llegaba tarde a todas partes.
A lo lejos logré visualizar su silueta frente al mar mientras caía el atardecer haciendo que esta se tornara negra acentuando los músculos de sus brazos. Siempre ha sido una persona muy alta, incluso más que muchas personas que he conocido a lo largo de mi vida y pude vislumbrar como ladeaba un poco la cabeza observando al horizonte.
Con su mano jugaba tirando piedras al mar que caían y rebotaban perdiéndose en el inmenso color diamante del mar al contacto con los últimos rayos de sol que iban cayendo dando paso a la oscuridad de la noche estrellada.
Me acerqué cautelosa sin que pudiera sentirme y de puntillas tape sus ojos con suavidad provocando que dejara caer la piedra sobre la arena y una sonrisa se dibujara en mi rostro al escuchar una pequeña carcajada empezar a salir de él.
- Adivina quien no soy
Soltó una carcajada tocando mis manos - ¿Alguien que no es mi novia tal vez?
- No puede ser - fingí sorpresa - ¿engañando a tu novia?
Se giró a verme apartando mis manos con delicadeza y pude ver su mirada alegre dirigida a mí. Sus ojos con cada día que pasaba se veían aún más brillantes, más transparentes...más puros... y con cada día que transcurría más me enamoraba de aquella hipnótica mirada.
- Espero que hayas guardado algunas - sonreí desviando la mirada al mar y el cielo ahora violeta.
Jack me abrazó alzándome con gran facilidad haciendo que rodeara su cuello depositando un beso en su nariz.
- ¡Dios, como te extrañe todo el día! - vociferó en alto conmigo en brazos aun. Rodeé su cintura con mis piernas.
- Igual yo. Fue un día bastante largo ¿no crees? - enarqué las cejas divertida.
Rápidamente me baje para volver a tocar el suelo y comencé a caminar al borde del mar que conforme iba oscureciendo se acercaban un poco más las olas borrando nuestras huellas.
Rápidamente escuche como corrió hacia mí tomando mi cuerpo en sus brazos alzandome nuevamente para dar varias vueltas fundiéndonos en un abrazo cálido inundado de risas.
Me aparté un poco para verle. Ahora su rostro estaba iluminado apenas por las luces de los faroles a lo largo de la playa y la luz de la luna llena.
Su sonrisa perlada me hizo sonreír aún más y acaricié su mejilla provocando que al contacto cerrara los ojos por un instante deleitándose con el roce de mis dedos en su piel, él jamás se dejaba crecer la barba, de hecho, jamás se me había ocurrido antes que pareciera que no le gustara verla crecer.
- Y te extrañé cada segundo... - murmuró rozando nuestros labios con mirada juguetona.
Sonreí apartando los labios haciendo que gruñera en desaprobación. Me encantaba jugar con él de aquella manera, hacer que luchara por un simple roce de nuestros labios, lo hacía todo más especial cada instante en que nuestros labios se volvían a encontrar.
- Eso veo - musité sonriendo acercando un poco su cuello con la fuerza suficiente para tenerlo tan cerca que nos íbamos a besar pero volví a apartar los labios cuando se rozaron levemente.
Solté una pequeña carcajada provocando que volviera a gruñir.
Creo que lo que más me enamoraba de él era poderlo torturar y aun así siempre me seguía el juego, aunque luego me lo devolvía con más astucia y deseo.
A los pocos segundos sin darme cuenta por andar en mis pensamientos, interceptó mis labios y los devoró con una ansia voraz que me dejó perpleja por un instante, sin embargo, al despertar de aquel letargo y traté de seguirle el hambre voraz por besarlo... apartó sus labios y esta vez quien gruñó, fui yo.
Me bajó con delicadeza, tomó mi mano y comenzamos a caminar por la orilla conmigo a su lado.
Siempre lo hacía y no sabía si enojarme o reirme...
Pronto comencé a quejarme y hacer pucheros para que me besara pero al hacerse el dificil me lancé a él para poderlo besar fallando en mi misión ocasionando que soltara una fuerte carcajada divirtiéndose de la situación mientras me miraba con aquellos ojos azules tan claros que algunas veces se tornan grisáceos.
Se estaba burlando en mi cara de mi fracaso.
- ¡Ya no te quiero! - grité por encima de las olas que impactaban a nuestro lado y me encaminé sola haciendo pucheros.
Alcancé a caminar algunos metros escuchando sus carcajadas cuando de pronto me tomó por la espalda en un abrazo girandome con una sonrisa de oreja a oreja.
- Tu me amas - musitó orgulloso
- ¿Y quién te ha dicho eso? porque es pura mentira - me crucé de brazos aun en sus brazos con mi espalda chocando con su pecho.
Con delicadeza me bajó girándome para poder verlo con claridad.
Tomó mi rostro entre sus manos acariciando mis mejillas - Porque puedo verlo en tu mirada.
- No creo que puedas ver mucho a través de ella
- ¿Por qué no? - enarcó las cejas
- Porque la mía es color caca, mientras que la tuya es pura como el agua.
Una fuerte carcajada invadió todo su cuerpo abrazándome.
- ¿Entonces así de oscura es tu personalidad?
- Jamás se sabe... - me encogí de hombros - tal vez sean mis secretos - sonreí.
Volví a sentir un pequeño reverberó en su pecho acompañado de su risa levemente mientras besaba mi frente con ternura.
La noche ya había caído totalmente y la tranquilidad del lugar donde nos encontrábamos hacía sentir este momento aún más íntimo, la brisa era leve pero cálida y podía escuchar a lo lejos música de bares cercanos mientras la muralla se alzaba imponente detrás nuestro acompañada de los edificios blancos con las miles de luces que iban adornando la ciudad.
Cartagena era una ciudad que enamora con sus bellos paisajes, su cultura y su ambiente de jovialidad, felicidad y mucha energía. Siempre que regresaba a mi país natal me hacía sentir más cerca de lo que una vez fueron mis padres.
- En ese caso me ofrezco como voluntario
- ¿Para qué? - me alejé para ver con claridad.
Se encogió de hombros, un momento ¿De qué estábamos hablando?
- Aquí estoy para ir desvelando uno a uno cada secreto oscuro que oculta esa mirada - besó mi nariz.
- ¿Y qué pasa si es tan oscuro que ocasiona que te alejes? - le miré asustada. Temí su respuesta pero algo en mi interior me daba la seguridad de que no sería así.
Me daba la seguridad de que no me fallaría...el no.
- Nada va a hacer que me alejes, Kat - musitó mirándome fijamente. Esbozó una sonrisa - la única manera es que tú me lo pidas.
- No lo haría nunca
- Y aunque fuera así, lucharía día y noche por volverte a recuperar - volvió a besar mi nariz con delicadeza - Podemos solucionar todo lo que nos venga en el camino, Kat.
Asentí levemente convenciendo a mi mente de ello - Juntos.
- Juntos - finalizó encontrándose nuestros labios en un suave beso sellando aquella promesa frente al mar.
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Fragmentados
RomanceKathia y Christopher acuerdan tener una relación falsa con fines distintos cada uno... Kathia renunció a su gran amor... Chrsitopher tiene una oportunidad de intentarlo... Cinco años después deciden hacer valido su trato de comprometerse, sin embarg...