Yo creo en el destino, no en el que uno se siente a esperar cómodamente, mientras fuma una pipa olorosa iluminado por las lenguas de fuego de la estufa, sino el que se sale a buscar y se traza paso a paso.
Así marqué el derrotero de mi vida la tarde en que, luego de leer mis versos a unos amigos sin muestras de aprobación alguna, decidí continuar con mis estudios de Arqueología.
Desde entonces voy y vengo entre ruinas y enterramientos, guiado por carcomidos mapas, descifrando runas, jeroglíficos y persiguiendo amarillentos pergaminos. A pesar de los peligros y azares de mis rutas y la soledad de mi gabinete de trabajo, he sido feliz: salvé para mi tiempo y los tiempos por venir, las memorias de Hassir, atormentado monje que enterraron vivo tras los gruesos muros del monasterio de Behn-Luttha; las cartas de amor que Sinuhé le escribiera a Minea y que anudadas con una cinta de lino, olorosa aún a esencia de motos, descansaban en una cripta de la isla de Creta; la tablilla de arcilla con el hermoso epitafio de un príncipe sumerio:
"Pocas fueron las flores que vio caer en el otoño el magnífico Nemelkar (...) Llueve dentro de nuestro pueblo mientras vemos alejarse su carro de oro".
Pero he aquí que, bajo la nieve que los años colocaron en mis sienes y la sabiduría con que me han domesticado, llego al más grande de mis hallazgos. Hoy, en el ocaso de mi vida, cuidando de cada palabra como el más frágil pétalo, termino la traducción del manuscrito que hallara en los sótanos del ruinoso castillo de Pink Mountain.
Llegué hasta aquí atraído por la leyenda de aquella que lo escribió con su sangre -una bruja víctima de su pasión de amor- y la certeza de que hasta las más diabólicas y sombrías criaturas pueden sacrificar, por ese sentimiento, su negro corazón.
Nada puedo agregar a estos manuscritos que no haya sido dicho con sabiduría y pasión en sus páginas. Con ellos arribo al final de mi camino. Ahora puedo quedarme en paz viendo pasar mi vida por las lenguas de fuego de la estufa; acomodarme las pantuflas y desde mi butaca preferida sonreír al comprobar lo que ya había intuido: es el amor la única fuerza por la que fue creado y se mueve el Universo.
Sir Ángelo de Melbourne
ESTÁS LEYENDO
Manuscritos de Pink Mountain
FantasyUn libro que todos deberían conocer. Escrito en 1994, Manuscritos de Pink Mountain es la combinación perfecta entre madurez literaria y experiencia vívida. Historias de personajes de los cuentos clásicos de la literatura para niños son el pretexto p...