the bookstore

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TIEMPO DESPUÉS, CUANDO ANNE SE había atrevido a por fin preguntarle su nombre al chico aburrido —su nombre era Gilbert Blythe, un nombre bastante interesante para un chico tan obtuso que solo compraba libros de medicina—, cuando Gilbert había ido unas seis o siete veces más por libros y después de que, sin querer, Gilbert se hubiera quedado a pasar el rato en la librería (no con ella porque no hablaron mucho), a Anne empezó a soltársele la lengua.

—Hey, Gilbert —dijo ella mientras cobraba el primer libro de dos que llevaba, ambos con títulos extraños que eran tan difíciles de recordar que para ella era todavía más raro que retuviera esa información en la mente.

— ¿Sí, Anne?

Anne tragó saliva, estirando la mano para tomar el segundo libro. Se maldijo mentalmente por haber hablado en primer lugar y de nuevo por no poder pensar en algo que decirle que no fuera lo que había planeado en un principio.

Mordió el interior de su mejilla al notar que Gilbert la miraba expectante y terminó dando un suspiro exasperado.

— ¿Por qué solo te llevas libros de medicina? —Preguntó casualmente— Quiero decir, es obvio que estudias Medicina sino no encontraría un por qué más razonable.

Gilbert enarcó una ceja: — ¿Y si te dijera que no estudio Medicina y los compro por diversión y para alimentar a mi cerebro?

Pensaría que eres un aburrido.

Lo dijo con tanta seriedad, como si fuera el momento más serio y formal de toda su vida, que Anne le creyó.

—Tienes que estar bromeando —dijo ella, soltando una carcajada.

— ¿Por qué?

—Nadie lee libros de medicina por diversión, Gilbert —repuso Anne como si fuera obvio.

Se dedicó a buscar una bolsa para guardar los libros cuando Gilbert estiró su mano para tomar uno de ellos. Anne regresó su atención a los libros y al notar que faltaba uno, miró a Gilbert encontrándoselo hojeando el que no estaba envuelto en plástico.

—Estudio Medicina —aceptó él, y Anne sintió alivio en el pecho.

Sí, Dios, nadie podía tener una vida tan aburrida como para que leer libros de medicina se le hiciera entretenido. Gilbert soltó una risa nasal.

—No te veas tan aliviada, Anne.

—Lo siento. Lo dijiste tan en serio que creí que sí los leías por diversión.

—Oye, la Medicina es divertida.

Anne rodó los ojos como diciendo "Sí, claro" y Gilbert enderezó su espalda. Buscó una página al azar del libro que sostenía y se lo mostró a la pelirroja, ella se asomó solo para ver lo que parecía ser un diagrama del sistema respiratorio, lo cual era medianamente interesante pero como ella no lo entendía muy bien no le veía lo divertido.