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contexto: jamie es niñero de joseph, quien quiere acostarse con él.
(adaptación a una historia que escribí hace años, no en este perfil.)
tw: diferencia de edad (si no es de tu agrado, keep going honey), intento de smut.

Es solo un adolescente rebelde que le gusta usar el cabello largo y toca su guitarra a altas horas de la noche, así lo describió su padre, quien lo contactó pidiendo ayuda para cuidar a su hijo. Quizá el hecho de pasar trabajando más de la cuenta le hizo perder el conocimiento de su hijo, Joseph, de quien sabía realmente poco y que a sus 16 años era un chiquillo ahogado en soledad, alguien que se resguardaba en la música y que tenía fascinación por los hombres, más allá de lo que Jamie pudo llegar a imaginarse desde el primer día que lo conoció. Tocar guitarra en aquel bar le había dejado de valer yacía mucho tiempo atrás y después de cuidar la hija de uno de los socios del bar, descubrió que no era difícil y para él era dinero fácil, adolescentes que usualmente entablaban alguna amistad con él rápidamente ante su personalidad tan extrovertida.
Joseph no fue ningún problema desde el principio, sus padres fueron específicos en que era un total diablo cuando estaba en soledad y que seguramente consumía sustancias o alcohol, cosa que terminó siendo una total mentira, les disgustaba el aspecto metalero de su hijo y para Jamie fue una total estupidez, pero no pudo decir nada pues él era solo el niñero del chico, quedándose por las noches y durante el día haciendo otras cosas en lo que Joseph cumplía su horario de estudio, incluso aveces le llamaba para pedirle permiso para hacer planes con sus amigos. Pero las insinuaciones nunca faltaron, aquellas miradas y pequeños comentarios que le causaban escalofríos a Jamie queriendo lo prohibido, como eva con la serpiente ante aquella manzana y en ese caso Joseph era la serpiente y la manzana al mismo tiempo.
Por la noche se quedó esperando a Joseph, el cual llegó pasadas las 7:00, cosa que a Jamie le disgustó un poco pues había sido específico con la hora.
—Más te vale tener una buena excusa, porque quedamos a las cinco, no siete. — exclamó Jamie cruzándose de brazos con ambas cejas levantadas. —No necesito ninguna mentira, quiero la verdad, ¿Se te olvidó o te hiciste el loco?
Joseph suspiró incómodo, llevándose la mano a la nuca y desviando la mirada para evitar contacto visual. —Me hice el loco, perdón, ¿Me vas a castigar?
No fue necesario otra palabra, Jamie suspiró suavemente intentando guardar la cordura ante el chico que sonrió satisfecho de ver lo que había conseguido, subiendo tranquilo a su habitación para darse un baño y así bajar a comer algo, sabía que Jamie siempre le dejaba algo en el microondas pues no le esperaba para comer, según él era su niñero no su madre. Joseph sabía lo que quería, y no era la primera vez que se le insinuaba a alguien mayor, sus amigos sabían lo que hacía el chiquillo y le llamaban zorra con todo el descaro posible, quien disfrutaba de aquel apodo que le hacía sentir más que otros. En varias ocasiones consiguió tener a alguien entre las piernas, dándole duro y arrancándole gritos, gemidos y jadeos que ahora quería que Jamie le sacara de lo más profundo de su ser, ya no le bastaba con masturbarse, él lo quería a él.
Joseph se detuvo en las escaleras, viendo al hombre de cabello rubio sentado en el sofá, de espaldas y totalmente concentrado, solo aclaró su garganta para no asustarlo en lo que sacaba la comida del microondas la cual estaba tibia y se sentaba a su lado.
—¿Cómo te fue? — preguntó Jamie, sacando conversación como siempre aunque esta vez algo molesto por la hora de llegada de Joseph, pasando canales. —Supongo que bien.
Joseph asintió. —De hecho si, me fue bien, ¿A ti?
Jamie asintió suspirando. —Algo cansado, solo me tomaré una ducha y si quieres me puedo quedar aquí contigo un rato, o me dejas ir a acostarme y prometerme que no vas a incendiar la casa mientras duermo.
Aquello hizo a Joseph reír, el cual inevitablemente se hizo la imagen mental de Jamie duchándose, eso fue a dar a su entrepierna como un flechazo brusco sin avisarle claramente. Tan solo sonrió mientras comía ante aquel sentimiento, concentrándose en el sabor de la comida.
—¿Porqué me ves así? — preguntó Jamie riendo. —¿Me vas a acompañar a bañarme?
Seguirle el juego al chiquillo era definitivamente una mala idea, era un menor de edad y si alguien como si padre, u otro adulto se enteraba, no es necesario decir los problemas que tendría. Pero aquella mirada y ese cuerpo le hacían tener las más extrañas fantasías cada vez que cerraba los ojos, intentando dormir bien sin tener que masturbarse cada mañana al despertar.
Joseph sonrió suavemente levantando ambos hombros. —Deja la puerta abierta entonces.
Jamie dejó ir una de sus sonoras carcajadas, levantándose del sofá con total tranquilidad sabiendo que si dejaría la puerta abierta, si quería jugar con fuego entonces iba a arder en el infierno, de por sí hace mucho se había ganado un tiquete hacía allá, no tenía problema alguno, después de todo el chiquillo había empezado. Estaba dispuesto y le daría partida a la situación.
Sobre la cama dejó una playera de tirantes blanca y un pantalón gris, esos típicos sueltos que todos parecían tener, se llevó solo la toalla blanca más unos bóxers negros para finalmente encerrarse en el baño con música que salía de su teléfono que descansaba sobre el mueble del lavamanos. Dejó la ropa en el suelo, ocupaba lavarla, entró a la ducha dejando el agua tibia recorrer su cuerpo rápidamente y de espaldas contra la puerta su mano subía y bajaba por su miembro, gimiendo sin contenerse ante el placer acumulado de estos últimos días, escuchando la puerta abrirse y haciéndose el que no se había dado cuenta. El cuerpo de Joseph se calentó rápidamente, quien había entrado completamente desnudo y había cerrado con seguro, la música no era suficiente y podía escuchar los gemidos de Jamie, era claro lo que estaba haciendo y el nerviosismo en Bower aumentó cuando al voltearse vió que estaba dentro de la ducha, con compañía.
Las manos de Joseph viajaron por todo el pecho de Jamie, arrancándole un jadeo, besándolo con fuerza y deleitándose ante su sabor. Mordiendo su labio y metiendo su lengua en el interior de su boca, quedando sin aire ante tal beso, mientras sus manos acariciaban desesperadamente el cuerpo del contrario, con sus miembros frotándose, poniéndose cada vez más duros.
—Vamos, ponte de rodillas para mí cariño. — murmuró Jamie en su oído, mordiendo con suavidad el lóbulo de su oreja bajando hasta su cuello, besándolo.
Su voz era suave y los escalofríos no tardaron en invadir el cuerpo de Joseph, quien obedeció sin chistar demasiado, se arrodilló frente a Jamie quien le sujetó suavemente del cabello que ya estaba mojado por el agua y con la otra sujetaba su miembro frente a Joseph, mojado, duro y caliente para que pudiese recibirlo sin problema alguno. Y en efecto, no tuvo problema en meterlo entero a su boca teniendo unas cuantas arcadas, mientras las caderas del rubio se movían contra su boca y cortos jadeos salían de su ahogada garganta, era un deleite sentir la humedad de Jamie escurrirse por su garganta, dejando un sabor amargo en su boca que con gusto saboreaba cada que vez que la sacaba de su boca para tomar aire.
Jamie delineó los labios del chiquillo con su pulgar, quien capturó su dedo con sus dientes mientras lo veía a los ojos, soltando el dedo para succionar la punta de su miembro fuertemente. Los espasmo de puro placer invadieron a Jamie, quien aún no se iba a correr, pero el calor invadía su cuerpo, nublaba su mente y le hacía gemir fuerte con el ceño levemente fruncido.
—J~joseph querido. — murmuró con la voz agitada, entrecortada y cargada de excitación. —¿Te gusta tener el pene de daddy en tu boca?
Joseph asintió lentamente, levantándose del suelo lentamente mientras se masturbaba, gimiendo suavemente sin romper el contacto visual que creaba una tensión grande entre ambos.
—¿Qué estás esperando? — preguntó Joseph, acercándose con lentitud y bajando del mentón a su cuello, besándolo suavemente. —Cógeme, házlo, vamos.
Jamie gimió en respuesta. El chiquillo quedó contra la fría pared que goteaba el agua que ambos salpicaban, gimiendo alto y haciendo su garganta doler ante el mismo sonido cuando el miembro de Jamie rompió la estrechez que lo abrazaba, torturándole. Una mano le sostenía de la cintura, mientras que varios besos le acompañaban a través de sus hombros hasta su cuello y finalizando en su boca, haciéndolo jadear de placer ante cada movimiento que se hizo fuerte rápidamente.
El cuerpo de Joseph era sostenido por Jamie quien le embestía fuerte creando un sonido por sus cuerpos chocando, arrancándole gemidos y gritos que se escuchaban por toda la casa, mientras que se masturbaba rápidamente para liberar algo de placer que era imposible ante los golpes duros contra su próstata que jamás había recibido el miembro de su niñero. Jamie sabía perfectamente que Joseph no era virgen, eso le aliviaba un poco pero el imaginarlo con alguien más solo ponía su pene más duro y caliente, haciéndolo moverse más rápido contra el chiquillo que desfallecía lentamente, quien se derretía de placer y lo expresaba con los más bellos gemidos que había escuchado hasta el momento.
—¡A~amor justo ahí, vamos! — exclamó Joseph con la voz gangosa, con lágrimas en los ojos y con el cuerpo tembloroso.
La presión ejercida contra su próstata lo estaba matando, lo hizo gritar de sorpresa y tener espamos fuertes que jamás había tenido. Se estaban comenzando a marear, sin saber que se podía tener un desmayo por un orgasmo.
Jamie le sujetó del cuello, besándolo con brusquedad. —Estás tan estrecho, pequeña zorra, córrete para mí, vamos.
Movimientos fuertes y frenéticos, que hicieron a Joseph tensarse sin problema, corriéndose y dejando líneas blancas escurriendo por el azulejo del baño. Recibió el semen de Jamie sin problema alguno en su interior, gimiendo suavemente con debilidad y cayendo en los brazos del rubio ante un desmayo repentino por su respiración.
Jamie lo cargó, besándolo suavemente y masturbándole causando que tuviese espasmos ante la sensibilidad.
—J~j... Jamie ahg, no, b...basta. — exclamó sollozando pesadamente, moviéndose contra su mano inconscientemente.

Jamie lo besó con fuerza. —Ahora si, dime, ¿Qué más quieres de mí?

𝐋𝐨𝐥𝐥𝐢𝐩𝐨𝐩// 𝐉𝐚𝐦𝐢𝐞 𝐁𝐨𝐰𝐞𝐫 𝐗 𝐉𝐨𝐬𝐞𝐩𝐡 𝐐𝐮𝐢𝐧𝐧 𝐎𝐒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora