06↝merecido

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Estaba sentado en el piso de mi habitación con una falda apretada al cuerpo más mis gafas de sol con aquella montura gruesa blanca estirada hacia los costados. Jiheon me había llamado, estaba preocupada por mi ausencia a clases estos últimos días, cuatro o cinco para ser exactos. Así que al divisar su bella y envidiable figura atravesar la puerta, con su cabello colorido amarrado en unos moños extraños, supe que quizá era a la única que debía creerle.

Apenas entró a la habitación, arreglando su pollera, más su abrigo peludo blanco, me miró con aquel rostro que tenía escrito lo patético que de seguro debo lucir. En cambio ella, se veía bien, pensé a mis adentros que era una total hija de puta por lucir tan bien todo el tiempo. Sin embargo, tomé mi teléfono entre mis manos y apreté un botón para que la voz de Heeseung se escuchara en uno de los tantos mensajes de voz que había dejado esos días, para que así no fuese necesario contarle a detalle lo que estaba sucediendo.

Sunoo, ¿Me vas a contestar el maldito teléfono alguna vez?

Estaba enojado, lo sabía. Pero con cierta gracia y poca fuerza moví mis labios en un invisible, no.

—¿Cuántas veces ha dejado de esos ya?

—Seis o siete desde ayer. —hago una risa irónica, mientras Jiheon se sienta a mi lado con expresión preocupada.— Lo estoy cabreando, ¿No crees?

—Sí, supongo. Aunque no luce tan enfadado luego de la cantidad preocupante de perras que se le han estado acercando. —su voz se desliza ante aquella afirmación que intenta tener humor pero que no logra formar ni siquiera una mueca en mis rostro. ¿Qué era esto? ¿Por qué sentía este repentino enfado?

Ella, viendo lo incomoda que se había tornado la conversación, comenzó a hablar sobre el lío que había tenido con un chico hace unos días. Escuché hasta la mitad, entonces pensé, Jiheon es mi mejor amiga, ¿Por qué no contarle lo que sucedió con Jay? Puse mis labios en una fina línea recta, estaba cansado.

Quizá no quería traer de vuelta a mí la golpiza que había recibido. O quizá, no quería alejarme de Heeseung, si no de lo que ameritaba volver a la escuela y toparme con ellos.

¿Qué había pasado? Fácil. Hace un tiempo la jugada de las tres j's parecía estupenda. Tres amigos inseparables, Jungwon, Jay y Jake. Los tres son hermosos, tiernos e increíblemente buenos en la cama. Era un buen plan al principio, pero eso fue antes de que Jay me dijera que se había enamorado de mí. Eso no estaba en mis planes.

Realmente eso no estaba en mis planes.

No me importó mucho hasta que me sentí verdaderamente una mierda la última vez que tuvimos sexo, que fue exactamente después de la estúpida pelea con Heeseung. Así que si, tuve que contarle todo. Y él, me golpeó en el cuerpo hasta que quedé tendido en el suelo hecho un millón de maldiciones e insultos. Jay me dijo que se las iba a pagar, murmuró una y otra vez que era una completa zorra, puto, lo que sea. Escupió lo primero que se cruzó por su cabeza.

Había moretones encima de moretones, cicatrices encima de cicatrices.

Estaba hecho un asco. Lo bueno es que todo fue debajo de mi abdomen, parte de mis piernas y pequeñeces en mis brazos, podía cubrirlo un poco aunque sea.

Después de minutos interminables, terminé por contárselo. A ella no pareció importarle mucho, yo estaba seguro de que pensaba lo mismo que cualquiera que hubiese oído mi relato. Pensaba que me lo merecía.

Tenía razón. Yo me lo merecía, cada palabra, cada golpe, había jugado con su corazón, él tenía derecho. Al final, me arrepentí de habérselo contado porque después, con una sonrisa en el rostro, me obligó a ir a clases.

¿Era esto para ella una especie de disfrute interno? Porque yo no quería toparme con nadie. A veces, Jiheon me asustaba.

Lo primero que vi cuando puse un pie en la escuela, fue la boca de Heeseung comiéndose la de otra chica. Tenía bonitas curvas, cabello rizado espantosamente teñido de gris, uno casi plateado. Él abrió los ojos en medio del beso, topándose con los míos. Cuando me miró, yo sonreí de lado antes de seguir caminando.

La segunda cosa que vi, fue un cartel en el mural escolar con mi cara, más la palabra "Prostituta" remarcada en letras grandes. Me reí en vez de alborotarme o hacer algo al respecto, saqué mi lápiz labial, embalsamé mis labios en este color rosa pálido para posteriormente dejar un estruendoso beso en la hoja, pintándola con ello.

Lo vi unos segundos más mientras la gente que pasaba detrás de mí gritándome cosas que eran realmente sucias y enfermas. No me importó, la opinión de la gente me importa una mierda, siempre ha sido así, nunca va a cambiar.

No logré dar ni dos pasos más antes de que una mano detuviera mi brazo como otras veces, sintiéndose tan familiar como cada una de ellas. Su tacto fue absolutamente rudo logrando que un pequeño moretón que se hallaba en la parte baja de mi antebrazo doliera, con una puntada que me hizo soltar un pequeño jadeo.

—Heeseung.

Eso fue lo único que pude decir antes de que me tirara con fuerza hacia atrás.

—Cállate maldita sea. Estoy enojado contigo, ¿Por qué tenías que irte de mi casa de esa forma?

—Estabas tratándome como a una mierda, ¿Qué querías que hiciera? ¿Tenía que quedarme allí parado mientras tu decías todas esas cosas que me estaban doliendo?

No sé de donde salieron esas palabras que se sentían tan ajenas a mí. Pero no pude parar de soltarlas, hice alejar al cuerpo de Heeseung unos centímetros.

—Estaba llorando e intentando dejar de escucharte, ¡Pero a ti no te importó! ¡Seguiste hablando y hablando como si yo no fuera una jodida persona y no tuviese sentimientos!

Mi respiración era agitada, frágil, me estaba desmoronando. No entendía porqué, Heeseung no significaba nada. Él no era nadie en mi vida, no tenía porqué hacerme sentir de esta forma. Yo era el único que tenía derecho a herirme.

—Yo..., no sé, ¿Lo siento?

Heeseung ni siquiera estaba siendo sincero, supongo que eso fue lo que bastó.

Eso fue todo.

—¿Lo sientes? —repetí, con su mismo tono de voz, intentando imitarlo.

Estuvo pensando mi cuestionamiento por mucho tiempo, hasta que aquella odiosa sonrisa salió de sus labios. Tomó mi mentón mientras negaba.

—No, ¿Sabes? Realmente no siento una puta mierda, tus sentimientos no me importan, es más, tú no me importas.

Besó mi mejilla, solo para irse dejándome allí con un hueco que ni siquiera sabía que tenía hasta que esto pasó. No entendí porque segundos después escuché aplausos, más se lo merecía, entre gente que nunca supe que estaba rodeándonos.

Sí, me lo merecía.

Me merecía todo.

Y está bien. Estoy bien. No es como si esto me importara.

Drama King. ‹𝟹 HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora