él.

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megumi le observaba con cariño reflejado en sus ojos, a pesar de sus seria expresión, mientras su cabello se mecía gracias a la brisa, haciendo bailotear sus negros mechones mientras una mueca de fastidio se instalaba en su rostro y sus manos trataban de ordenar su cabello llevando algunos mechones detrás de su oreja.

el clima era bastante perfecto para ambos, amenazando con una terrible tormenta, el vendaval mecía las ramas de los grandes y gruesos árboles, más la tormenta no era problema para aquellos dos enamorados que habían decidido entrar a la morada del varón con la idea de preparar algo caliente.

después de un año y medio, siendo el azabache un graduado de aquella prestigiosa institución artística y la ojiámbar aún proporcionando clases ahí mismo, la relación que ellos comenzaron a tener fue algo que no estaba en sus planes.
si bien, ellos sentían algo desde tiempo antes, había ciertos obstáculos e inseguridades que les hacían echarse para atrás a la hora de hablar sobre sus sentimientos.

la primera en armarse de valor fue la azabache, quien días después de la graduación de megumi le invitó a un café con la excusa de felicitarle y entregarle un pequeño presente.
entre el café y deliciosos postres surgió la conversación y, al tenerlo programado de cierta manera como algo tenso y quizá como algo que podría poner en un hilo aquella extraña amistad, ocurrió todo lo contrario siendo un buen día para ambos.
mucho más para el azabache quien se ganaba la victoria en quién guardaba más inseguridades y miedos entre los dos.
al poco tiempo, como dos adolescentes enamorados, la fémina visitaba a megumi en su vivienda así como al revés. disfrutaban de tiempo juntos y confirmaban que lo de ellos sería eterno.

rodeando la cintura de la mayor y acercando su nariz al puente de su cuello, inhaló con calma el aroma dulzón que desprendía la fémina, haciéndole esbozar una tierna sonrisa enmedio del acto.
la azabache posicionó su diestra en los brazos del menor y se cercioró de entregar leves caricias con el pulgar, mientras agregaba a la mezcla de leche evaporada y leche pasteurizada, una tableta de chocolate de mesa que había tomado anteriormente.
sonriendo ante el tacto, el azabache entregó delicados besos en la clavícula y cuello desnudos de la mayor, haciéndole sonreír con ternura gracias al acto del varón.

tomando el recipiente de azúcar, agregó algunas cucharadas a la mezcla y comenzando a batir con un cucharón observó cómo la espuma nacía poco a poco en el dulce chocolate.

siendo una relación perfecta para ambos, megumi presentaba cierta dependencia y comportamientos que eran alimentados gracias a la fémina.

ya que, jamás tuvo la dicha de conocer a su madre.
jamás conoció ese apego, ese sentimiento de confianza y cariño hacia su progenitora.
quedó por default al cuidado de su padre quien, cargando él solo con una gran responsabilidad y siendo padre primerizo y poco aferrado a la situación, la frustración y el sentimiento de 'no poder' le debilitaron la voluntad haciéndole perder los estribos, dejando así en otro hogar a su pequeño azabache, con una persona que le dio una vida merecedora y nulo padecer.
el albino que le crió con tanto afecto y respeto es alguien con quien está completamente agradecido, más lamentablemente no podría llenar aquel espacio que sus figuras paternas le dejaron.
megumi pensaba fielmente que jamás nadie iba a poder llenarle, sufriendo en silencio y callando sus tristezas cuando la noche reemplazaba el día, teniendo fuertes problemas de confianza y por sobre todo, problemas para poder establecer relaciones de amistad o amorosas.

pero;
al conocerla a ella
podía sentir una verdadera calidez que aquel afecto femenino le otorgaba, sintiendo su corazón rebosar de completa dicha al sentir el cariño, aprobación, cuidados, respeto y confianza que lo hacían sentir en su lugar seguro, donde se descubría a sí mismo y donde descubría cada día cuánto amaba y necesitaba, como si de oxígeno se tratara, a aquella pelinegra que solía dejarle dibujos en post-it que también le recordaban el inmenso cariño que sentía por él y que debía alimentarse bien, no solo con café y algún cigarrillo, cada que tenían la posibilidad de convivir por varios días.

volviendo al presente,
la fémina giró sobre su eje, permitiéndose admirar una vez más aquellos ojos que le hacían rebosar de amor, sintiendo que su pecho se hinchaba al punto de casi estallar, una sonrisa se dibujó en su rostro al verse contagiada de la que ya poseía el menor.
llevando ambas manos al revoltoso cabello de megumi, entregó leves movimientos circulares que iban desde la nuca hasta perderse en aquellas hebras oscuras que eran muy parecidas a las suyas, sin contar el estilo ya que ahí se encontraba una gran diferencia, recargando su frente en la del contrario, cerrando sus ojos y murmurando aquellas palabras que hicieron burbujear el pecho del joven tal y como el chocolate en la olla.

-mi niño bonito.. ese eres tú.

queriendo saltar de alegría, guardó aquellas palabras en lo más profundo de su corazón como algo que esencialmente jamás olvidaría, y mucho menos a la autora de esas palabras.
aquella misma que ahora descubría la calidez de sus labios y surcaba en ellos, proclamándose la dueña de aquellas rosadas montañas cubiertas de pequeñas mordeduras y un poco de resequedad, misma que desvaneció al tener el contacto húmedo de los labios de la fémina.
uniendo sus bocas en un cálido beso, intensificándolo al tomar por las caderas a la fémina y esta tomando con delicadeza la mejilla del ojiazul, sus mentes pensaban en solo una cosa, la cual era cuánto se amaban y cuánto disfrutaban aquel momento.
el amor que los unía era tan mutuo e inocente como el amor adolescente, en el que jamás se vieron envueltos ambos; preguntándose, ¿es así como se debió sentir? y dando gracias a cualquier divinidad existente por hacerles cruzar caminos.

megumi solía apaciguar aquellas peligrosas tempestades que su corazón y mente poseían al ver simples escenas maternales en cualquier contexto, una pequeña envidia y celos nacían dentro de su pecho y caía en un pozo repleto de dudas, envolviéndose en oscuridad y frialdad que era desvanecida con los amorosos y cálidos brazos de la azabache, rodeándole con cariño y permitiéndose sentir de nuevo como un infante, se refugiaba con gozo en ella pensando con solidez un 'así es como se debió haber sentido'
siendo recompensado y sanado por todo el tiempo en soledad que tuvo que pasar sin su progenitora.

finalizando el beso, a causa del poco oxígeno restante, la fémina acarició con delicadeza, como si temiera dañar al azabache, la mejilla donde descansaba momentos antes su mano, y las del contrario apretando con lentitud las caderas de la ojiámbar.

-te amo tanto, ____, quédate siempre, sólo tú. me importa un carajo la demás gente.

escondiendo su rostro bañado en carmesí en la curvatura del cuello de la fémina, murmuró aquellas palabras haciendo chocar su aliento en aquel tramo de piel.
mismas que tuvieron el mismo efecto en el corazón de la azabache que las que ella dirigió hacia él.

-te amo, megumi. y lo haré en esta y cada una de mis vidas.

acariciando por corto tiempo la cabellera del varón, transmitiéndole relajación, paz y tranquilidad al receptor de aquellas caricias, fue momento de alejarse para apagar la flama que hacía calentar aquel chocolate que desprendía su delicioso aroma, haciéndose deseoso para ambos azabaches que servían en tazas de cerámica aquel regalo de los dioses.

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SIIII, TIRENME UNA RELACIÓN ASÍ, QUIERO SER IGUAL D CONSENTIDA Q MEGUMI
en multimedia una pic del ojito de megumito, qué bonito ojito<3
en fin, ¡gracias por leer, espero te haya ayudado!
¡no te olvides de apoyarme con una estrellita!

mama | megumi fushiguro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora