Hay un laberinto en mi imaginación. Cariño, para mi tú eres un hermoso mundo. Quiero besarte y salir corriendo. Tengo una pregunta juguetona que surge como un susurro, todo el día juega en Play 'love' station, dulces sueños en mis labios.
Y ahí estaba otra vez, una carta. Sinceramente no tenía una reacción como tal, pero se preguntaba quién podría estar dejándoselas. Eran un poco incómodas, bueno, no un poco, demasiado, ya que lo más posible es que era algún extraño o pervertido por ahí que lo intentaba conquistar con poemas sacados de Google.
La asustaba ¿Cómo que quería besarla y salir corriendo? Sonaba como que era un acosador. Y eso de jugar al play 'love' station ¿Acaso se refería a hacer cositas con ella? Si las cartas seguían apareciendo llamaría a la policia.
Pero ya enserio ¿Quién sería capaz de hacerle bromas de este tipo? No era la primera vez que recibía una carta declarándole amor eterno, pero eso había sido en secundaria y una mala experiencia a la vez, por eso dudaba si no lo estaban tomando del pelo.
ㅡ ¿Quién crees que sea, Kuma? ㅡ y ahí estaba otra vez su manía.
El pequeño perrito suave como una nube sólo la miraba con un semblante tipo: ㅡ ¡Jennie, no puedo hablarte!
ㅡ Claro, no hablas. Perdona, a veces se me olvida. ㅡ dió un suspiro pesado.
A veces Jennie quería tener alguien a su lado, con quien pudiera conversar profundamente sobre lo que le pasaba a diario y que a su vez le contestara algo a cambio, no como lo hacía con su perro porque se miraba ridícula haciéndolo.
Quiza tendría que abrirse acerca sobre lo que pasaba con alguno de sus amigos. Tendría que dejar de reprimir todo lo que le pasaba, antes de que le pasara algo malo y se arrepintiera de eso.
La carta fue posada en la mesa, como la anterior.
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