Harold Jenkins

121 7 2
                                    

El día se veía horrible con las nubes completamente negras y la lluvia que caía junto con fuertes vientos, era absurdo como reflejaba de forma tan acertada los sentimientos de todos. Después del pequeño funeral que le habían hecho a Ben todo el mundo se dispersó por la casa, sin tener ganas de hablar con nadie, así que habían pasado horas desde que Sheila tuvo algún tipo de conversación, había preferido quedarse sentada en el patio de donde ya se habían llevado el ataúd hacia tiempo, sin importarle si se mojaba o si su falda se manchaba con barro. Su cabeza no dejaba de recordar la misión, de lo que podría haber hecho mejor, de formas para intentar salvarlo.

Solamente alzó la vista del pasto cuando la lluvia se detuvo repentinamente. Diego estaba parado a su lado con un paraguas encima de los dos, ambos se miraron un rato hasta que él decidió sentarse a su lado.

-Te vas a enfermar. - Murmuró mientras también volteaba a ver al frente.

-No me importa.

No pudo reprocharse por contestarle de forma tan fría, no cuando su pecho se sentía cada vez más pesado, como si algo la estuviera oprimiendo. El silencio no tardó mucho en romperse.

-Lo siento.

-¿Por qué?

-Porque era mi trabajo protegerlo. - Sheila lo miró sin entenderlo del todo, Diego se veía realmente afligido. - Porque en cada misión a la que íbamos me prometía a mí mismo que, aunque no fuera el Número Uno, los iba a proteger a todos, porque eso es lo que hace un líder, lidera y protege.

-Diego no es tu culpa, nada de esto es culpa de nadie. - Suspiro intentando que su voz no se quebrara. - Y si fuera de alguien sería mía, debería haber entrenado mejor para ayudarlos.

-No.

No necesito decir nada más para hacerse entender. El ruido de la lluvia contra el pasto empezaba a ser abrumador.

-Y no importa lo que diga papá, está bien llorar ¿sabes?

Tal vez eso era todo lo que Sheila necesitaba para liberarse, las lágrimas no tardaron en salir pero al mismo tiempo la opresión en su pecho que casi no la dejaba respirar aumento, haciendo que se agarrara la remera con fuerza en la zona del tórax, tirando como si eso fuera a hacer que desapareciera. Volvió a sentir las gotas cayendo sobre su cuerpo, Diego había dejado caer el paraguas para envolverla entre sus brazos, meciéndose suavemente en el lugar mientras le murmuraba palabras de consuelo. No pudo evitar llorar con más fuerza por la voz rota y quebrada de Diego.

Así fue como los encontró Grace horas más tarde, todavía abrazados bajo la lluvia pero más tranquilos. Ambos la siguieron hasta la cocina para tomar un chocolate caliente con algunas galletas a pesar de que no sintieran hambre.

No tenían la necesidad de hablar pero ambos habían encontrado consuelo en el otro de alguna forma, haciéndolos sentir más acompañados.

[...]

El viaje a la comisaría fue relativamente silencioso, Diego estaba más concentrado en manejar que en hablar mientras que Cinco se veía mucho más tranquilo que de costumbre. Lamentablemente no es como si Allison y Sheila tuvieran mucho de qué hablar, su relación era más bien formal, no es que estuviera a gusto con eso pero era difícil entenderse con Allison.

-Ese tal Jenkins debería tener un expediente, solamente tenemos que conseguirlo. - Dijo Diego una vez que llegaron a la comisaría, estacionando a la vuelta.

-¿Y tu plan es entrar y pedirlo?

-Conozco la estación como la palma de mí mano, he pasado mucho tiempo dentro.

Coffee & Strawberry | Cinco HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora