–¿No tendrás problemas con la producción? –Ella con una mano tomó su mentón y apretó un poco.
–Si sigues preocupándote se me van a ir la ganas. –Pasó su dedo índice por su labio inferior para luego besarlo y poder callarlo, ahora con sus manos desocupadas bajó hasta el borde de su camisa, él hundió su abdomen al sentir el roce de la yema de los dedos de ella intentando sujetar la camisa hasta sacársela e interrumpir el beso.
–Me dan cosquillas. –Con la voz agitada le explicó después de que ella pasara sus manos por sus pectorales y después por los costados de su torso hasta llegar a su cintura.
Él estaba recostado en el centro de la cama y ella, sentada sobre él, le gustaba tomar el control. Sin importarle las quejas del chico se acercó y empezó a besar por donde sus manos antes habían pasado, el chico estaba por soltar una risita y ella con una de sus manos lo calló.
Su dedo índice y medio estaban siendo introducidos en la boca de él.
—¿Qué haces? –Apenas le pudo preguntar.
–Lleno mis dedos de tu saliva, ya verás. –Desabrochó el cinto con cuidado de no secar sus dedos y enseguida bajó el pantalón junto con el bóxer.
–¿Para qué? –El pensamiento de eso le asustó, pero entonces Liss hizo otra cosa. Pasó los dedos que antes había humedecido por la cabeza de su miembro.
Esto hizo que el chico se estremeciera y sus músculos se tensaran, sus abdominales se notaron en ese momento y ambas muñecas reforzaron su agarre en las sabanas de la cama.
–Liss. –Le iba a pedir que parara de masajear así, sentía muy sensible esa parte y si no paraba se iba a correr, pero Liss después de inspeccionar y olvidando la sugerencia de su compañero de hacer todo con protección probó más del miembro del chico–. Ah... ¿No te debo hacer gemir yo a ti? ¿Qué me haces, mujer?
–Disfruto ver tu reacción y estás loco si piensas que esto solo se tratará sobre ti, aún quiero hacer un par de cosas más, guapo. –Ella le contestó y siguió con lo que estaba haciendo.
🧳🧳🧳
–No puede ser. –Ana estaba discutiendo con el líder de los motociclistas.
–Me oíste, quiero que dupliques nuestra paga o te olvidas de que despierte al resto de mis chicos. –El tipo se rascó la panza, aún seguía a medio vestir.
–Sabes que, vete a dormir, y ni creas que te pagaré el resto. –Ana le dio la espalda y el líder le dio un portazo a su puerta.
Mario y Leonardo estaban esperándola cerca del mostrador, aunque uno más nervioso que el otro.
–Mario, ¿alguna idea de cómo nos iremos de aquí? Ni loca les pagaré de más a los motociclistas y arriesgarme a quedarme sin dinero. –Ana le dio una mirada fría–. ¿Dónde demonios está Liss, por cierto?
ESTÁS LEYENDO
La cruzada del millón.
Teen FictionCompetidores que intentarán ganar un millón, serán puestos a prueba durante un viaje por todo el país donde deberán ir a tres diferentes lugares, recolectar una estatuilla como prueba y ser los primeros en llegar, ¿qué pasará durante todo el camino...