Capítulo 7

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La noche empezaba a caer, cuando Jean entró al vestíbulo buscando señales de Mikasa. Pero no escuchó ruido, ni cantos, ni gritos de niños.

—Hola Godfrey ¿Dónde está mi esposa?

—En su habitación mi señor.

—¿Ya cenó?

—Así es

—Dile que me acompañe a las ocho en la biblioteca

—De acuerdo mi Señor





Después de tomar un baño y cambiarse a ropa más cómoda, Jean se ubicó en el sofá donde esperaría a Mikasa en la biblioteca. Una extraño nerviosismo lo invadía y no estaba seguro del motivo. Se inclinó y reacomodó los periódicos en la mesita de centro, se enderezó en el asiento y cambió su pierna de posición...ya quería verla cruzar esa puerta y ver de nuevo esos ojos sonrientes en ella.

Pero al entrar, no había sonrisa en el rostro de Mikasa.

—Hola Jean...bienvenido a casa—el gesto de Mikasa era serio y solemne

—¿Pasa algo? No te ves...en el mejor ánimo

Mikasa caminó hasta él—estoy bien—respondió breve

Jean se levantó y la recorrió con la mirada, lucía hermosa aún seria y en ese sencillo vestido. Sin detenimiento la tomó de los brazos y se inclinó para besarla en los labios. La abrazó despacio por la cintura y empezó a acercarla a él, pero Mikasa se sentía cansada con su menstruación y aún desilusionada por no estar embarazada. Su beso fue corto e incómodo para ambos.

Él la vio a los ojos, buscando alguna señal en ella que le dijera que lo había extrañado tanto como él a ella—No pareces muy contenta de verme

—Oh, lo estoy...Jean, es sólo que...no esperaba tu regreso hoy, no enviaste una nota y...no, no importa.

Un poco decepcionado la liberó de sus brazos y volvió a sentarse. Mikasa se sentó, pero no tomó su taza de té.

—¿Hay un problema con el té?

—Lo siento, estoy un poco cansada, sólo quería darte la bienvenida y retirarme a mis aposentos

Jean buscó su mirada de nuevo, pero ella miraba hacia abajo, jugando con sus dedos entrelazados—De acuerdo—asintió y tomó el periódico

Mikasa se levantó despacio y antes de retirarse se dirigió a él de nuevo.

—Jean...también quería decirte algo más.

—¿Si?

—Quiero...—suspiró—gracias, gracias por todo lo que has hecho por Heavenhill y por mi tío...ya recibió su tratamiento.

—Es mi responsabilidad, eres mi esposa y ellos son tu familia y heredad

Mikasa asintió en silencio.

—También quiero que sepas que—tragó saliva e hizo su mejor esfuerzo para mentir—no tengo problema si continúas yendo a Mitras y pasas tiempo con...alguien más

Jean frunció el ceño y dejó caer el periódico sobre la mesa—¿De qué estás hablando?

—Sólo digo que...no es necesario ocultar nada...yo iría a Heavenhill durante ese tiempo

—¿Heavenhill?—la mandíbula de Jean se tensó y se levantó de nuevo, en un sólo paso la alcanzó y la tomó de los hombros mirándola amenazador—vine aquí a estar con mi esposa

Mikasa no pudo evitar sentirse nerviosa—Si, si...lo entiendo...lo entiendo todo—la mirada de Jean permaneció inquietante

—¿Hay alguien, en específico, con quien tú pasas tiempo en Heavenhill?—apretó el agarre en sus hombros

Casi en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora