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Aquel día la clase estaba pasando a una velocidad tan lenta que la tortuga de la moraleja infantil ya habría ganado la carrera diez veces

Despegó el puño de su mejilla abultada y adolorida mirando por la ventana del tercer piso el cielo pintado de azul con algodón de azúcar de fondo; Yeosang estaba haciendo un esfuerzo demasiado grande para no caer dormido sobre sus notas que más parecían garabatos de niño. Su nariz finamente esculpida a veces se contraía como la de un conejo y Seonghwa lo encontró particularmente hilarante

Incluso sin moverse, con la mirada perdida, ojos sosegados con un brillo extraño y labios entreabiertos seguía siendo una obra de arte inmaculada. El narciso más bello que la madre naturaleza podría ofrecer.

Park escuchó al maestro caminar fuera del aula y su menor seguía congelado en su asiento. Se acercó un poco a él y puso la mano sobre su hombro

-la clase ha terminado, pequeño- murmuró, olvidando el sutil apodo cariñoso que acostumbrara a escapar de sus labios con sus menores.- es hora de almorzar

El muchacho se sobresaltó, tenía el ceño fruncido y sus ojos temerosos parecían a los de una persona cuando se despierta de repente.

-sí, sí vamos- dijo algo nervioso, humedeciendo esos bellos labios escarlata, avivándolos como el rocío de la mañana embelleciendo las mañanas.

Sentados bajo la sombra de un fuerte árbol los dos comieron con tranquilidad, en paz como los campos de tulipanes en temporada. Seonghwa volvió a mirar al narciso marfil que parecía menos nervioso y degustaba sus alimentos, eso le transmitió alegría. Yeosang le transmitía un picor en los dedos por protegerlo, por cuidarlo y conservar en sus ojos ese destello cándido. Supuso que era porque le había agarrado un cariño como amigo y compañero de mesa, pasaban demasiadas horas juntos y era imposible no dejarse llevar por él.

Comía despacio y en silencio como un pequeño roedor, tan discreto que si nadie tuviera la mirada puesta en él, posiblemente pasaría desapercibido.

Mientras esperaba a que su único compañero en la mesa terminara de comer no pudo evitar notar la diferencia entre ambos mejores amigos, eran ruido y sonido blanco, huracán y calma. Extraordinarios y complejos como el mar y el cielo.

Quería amar a Wooyoung, llegar eventualmente a esa etapa de enamoramiento de miel sobre hojuelas, ser una pareja de amantes. Con Yeosang quería formar un lazo de confianza, una red de seguridad, ser cercanos y poder protegerlo como pedía a gritos su pecho encerrado en su jaula de huesos.

Pensaba en Wooyoung con la boca del estómago y el corazón y en Yeosang con el pecho y punta de los dedos.

-¿desde hace cuánto tiempo son amigos tú y Woo?- preguntó al terminar el último bocado, incapaz de seguir en presencia del joven sin escuchar su voz de tono bajo

Yeosang dirigió las hojas de otoño atrapadas en su iris a su persona y contestó

-poco más de ocho años.- sus largas pestañas revolotearon como mariposas- solíamos vivir en el mismo complejo de edificios y coincidimos en el parque, unos niños no me querían devolver mis dibujos y Wooyoung logró quitárselos.

Seonghwa sonrió, sí, ese era su novio. Impulsivo y salvaje, apasionado también.

El narciso con matiz carmín a un costado de la cara volvió a tomar la palabra:- no te preguntaré la misma cosa, Wooyoung nos remarcó en demasiadas ocasiones que fue amor a primera vista en una fiesta en la que coincidieron

-no lo llamaría "amor a primera vista" – murmuró- más bien un amigo nos presentó, me agradó, y pronto nos hicimos amigos. Honestamente nunca pensé en alguna vez tenerlo como pareja pero bueno, supongo que seguí la naturaleza humana de adelantarme a los hechos y equivocarme.

Yeosang asintió y Seonghwa ni se inmutó ante al normal silencio que surgía entre ambos, era cómodo y refrescante, una bocanada de aire fresco. Volvió a prestar atención a la cara del muñeco de porcelana y notó que su color marfil y labios escarlata estaba siendo profanado por la salsa de su almuerzo.

Se tomó el atrevimiento de limpiarlo con cuidado, como un restaurador de obras tocando la más bella e importante de su carrera pero cariñoso que se presentaba como fraternal. Con su pulgar acarició el pétalo como si pudiera romperse bajo su tacto

Mientras estaba mirando fijamente a aquella era cara y sus ojos permanecían estáticos en los bombones color fresa oyó el timbre y maldijo tener que irse a escuchar sobre materiales de construcción.

Caminaron de nuevo al edificio gris y cuando subían las escaleras, el brillo que provenía del café de los ojos del menor logró en él una ternura inexplicable y jamás vivida

Las horas pasaron caóticas y cargadas de noticias poco agradables, los proyectos de evaluación tocaron a la puerta de ambos sin clemencia, agradecidos de que pudieran hacerlo en parejas y maldiciendo por las instrucciones cruelmente dadas los dos por fin pudieron salir de la cárcel educativa a la que asistían voluntariamente bajo la promesa de un supuesto futuro mejor.

-lloverá- mencionó Park viendo las nubes grises forrando el cielo-¿quieres que te lleve a casa?

La respuesta fue enviada desde el cielo cuando un relámpago desató una lluvia torrencial que los obligó a correr al carro del mayor.

-lamento el desastre- dijo avergonzado- Woo suele dejar sus cosas tiradas, no importa cuántas veces le he dicho que no lo haga, siempre se sale con la suya.

Kang rió- lo sé, es muy natural en él hacer que los demás se adapten a lo que quiere.- respondió indiferente- mi papá dice que es mala influencia pero solamente es un poco ¿dominante? Ya sabes, maniaco del control

Seonghwa sintió a lo último, el carisma de su novio lo tenía casi bajo un hechizo donde de alguna u otra forma siempre hacían las cosas a la manera que Woo quería, acoplándose a él, desde música hasta ser más desordenado. No era malo, pero tal vez un poco incómodo.

Prendió la radio y sonrió cuando los acordes de una balada bastante vieja retumbaron en las bocinas, su acompañante no mencionó nada de la canción y eso le sentir seguridad para no quitarla de inmediato. Wooyoung solía tomar control total de la música que ambos escuchaban y las baladas melosas de abuelos lamentablemente no estaban en la lista

El tiempo como las calles fue pasando y se envolvió en una burbuja con su copiloto sobre ellos mismos, de lo que eran realmente y no lo que el contrario desearía escuchar, era un ambiente sin preocupaciones de limitarse, sincero, de solo dejarse ser como humanos. Siendo amigos sin el remarcado título pegado a sus pieles de mejor amigo y novio de alguien más.

Un narciso y una gardenia en su estado natural conviviendo entre sí, sin espinas de rosal de las cuales preocuparse.

El GPS marcó que habían llegado al destino, una acogedora casa a su derecha tenía las luces prendidas y dos hombres mirando preocupados por la gran ventana.

-tengo que irme ya.-mencionó Kang quitándose el cinturón.

-puedes usar esto...- extendió su cuerpo a la parte trasera y un hoodie verde cayó en las piernas del menor- para la lluvia.

-no es necesario, solo son un par de metros.

-insisto, por favor. Que mi compañero de todos mis equipos se enferme sería la peor de mis tragedias

Yeosang rió pero finalmente colocó la ropa prestada y cubierto con el gorrito se despidió con un ademán hacia la puerta ya abierta siendo sostenida por un hombre rubio y alto que le hizo un gesto de despedida cuando su hijo pasó por el umbral de la puerta y estuvo seguro resguardado en su hogar.

Retomó su camino a su solitaria casa con los mensajes de Wooyoung acumulándose en su bandeja, seguramente contándole sobre su día y clases. Hoy era martes y no podrían verse hasta el fin de semana.

El día culminó entre llamadas de novios y mensajes entre nuevos amigos haciéndose cercanos, de colegas planeando maquetas.

Aquella tarde de lluvia torrencial, un narciso y una gardenia por primera vez se conocieron de verdad. Alejados y distantes pero con las raíces demasiado cerca una de otra.

Culpable o no• seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora