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Su amanecer fue más brillante que día porque tras una última noche desvelo trabajando en su maqueta, en silencio y con la luna chismoseando desde la ventana de la cocina, la recompensa no vino en el cereal que comieron con prisas ni en la forma en la que transportaron su proyecto cuando el carro bastante estándar de Seonghwa repentinamente se sintió tan pequeño e incómodo y tampoco fue una victoria el entumecimiento en las piernas del menor.

La retribución a todos sus esfuerzos fue la nota que ahora descansaba a un costado de sus nombres, una sonrisa de satisfacción del arquitecto evaluador y una gran expectativa del siguiente diseño que traían entre sus manos.

Ambos se abrazaron con fuerza, satisfechos.

Seonghwa envolvía al menor con sus brazos canela desnudos por las prisas y Yeosang apresó su nuca con fuerza, reclinando su cabeza sobre su hombro, creando un hermoso peso extra que Seonghwa disfrutó más de lo que alguna vez sería capaz de admitir.

-bien hecho, pequeño- dijo el mayor cuando finalmente su euforia se niveló.

-comamos algo rico hoy para celebrar, hyung.- respondió sonriente, brillante como el sol del verano más caluroso.

Él asintió ante la propuesta del narciso espolvoreado en rubor rosa, viéndose tan hermoso como siempre bajo su místico candor destellante en sus ojos café, se encontró a si mismo sonriendo incluso sin saberlo, embobado por el azabache.

Estaba tan inmerso en el cielo que casi olvido que estaba bajo el yugo del mar. Tan empecinado en ese blanco puro e inocente que de repente el rojo de las rosas silvestres pasó a un segundo plano.

Pero él no era consciente de ello.

El día inició y acabó como siempre, la universidad era una constante monotonía gris sin eventos destacables, las clases seguían tan pesadas como siempre y sus compañeros eran los mismos que ayer y la semana pasada.

Cuando el reloj anunció las dos de la tarde, un narciso y una gardenia comían en un tranquilo y acogedor restaurante.

-Hongjoong te manda felicitaciones también- mencionó casualmente Yeosang- le conté de nuestro proyecto y la nota.

Como una espina en el zapato, algo dentro de Seonghwa incomodó, pero fingió que no era nada y que solo había sido un reflejo fantasmal.

Bebió un poco de su agua que repentinamente se sintió amarga en su garganta, sin embargo, sonrió al ver ese semblante tan lindo en su narciso.

-más tarde le agradeceré a ese tipo, no puedo creer que no me ha mandado ni una sola señal de humo en una semana, ¿acaso piensa que nuestra amistad es un cactus? Requiero de atención también. - se quejó- aunque le puedo perdonar un poco, me comentó de las nuevas pistas en la que estaba trabajando y que la universidad le insistía como grupo religioso a que diera clase el próximo semestre.

El menor carcajeó- sí, es verdad, quieren que sea maestro de composición de nuevo- afirmó- le haré llegar tu mensaje, ciertamente es tan cruel, ¡una semana sin mensajes! Merece una multa.

-el título a peor mejor amigo. – exageró.

La risa de Yeosang salió como rimas de alegres notas y su cabello se movió con gracia tan bellamente cual ondas en la mar, tan fluido y natural.

Como si la estrella incandescente mayor le hubiera dicho a las demás, el nombre del hombre de las constelaciones brilló en la pantalla del menor. Parecía una broma del universo hacia la gardenia hundiéndose en su asiento, con las espinas de disgusto pinchando su piel trigueña.

El narciso marfil contestó- Hey Hongjoong, ¡justo estábamos hablando de ti!

-espero que cosas buenas- replicó juguetón el hombre al otro lado de la línea

Culpable o no• seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora