06: Las manecillas de un reloj ficticio

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—Hermana

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—Hermana... —Kalen apretó su arco con fuerza y con la mano que tenía libre abrazó la cintura de Klena.

—Tranquilo, todo está bajo control. —Ella acarició suavemente su cabello.

Pronto, comenzaron a verse más rodeados que antes. Más monstruos nacían de las sombras y llegaban para apoyar a sus iguales. Cuando Lou entró en razón, logró contar unos cincuenta demonios aproximándoseles.

—¡Estamos jodidos! —exclamó Klena.

—¡No! —Le regañó Ulrick—. Esto no es nada, solo pónganse fuertes.

—Princesa... —Meylynn tembló de miedo.

—Meylynn, cálmate. —Lou se puso seria—. Si sigues así, sí que vamos a morir. Componte, mira lo tranquilo que está Kalen.

Esto le sirvió al niño para estabilizarse un poco. Sus manos ya no temblaban, solo sentía un ansia gigantesca por demostrarles a los demás que no era un simple niño tras la protección de su hermana mayor.

Rodeados de nieve y con un helado viento, sus movimientos ya comenzaban a volverse torpes. Tenían que superarlo y adaptarse, o todos morirían. Ese era el clima con el que vivirían hasta el final y necesitaban volverse uno con él.

Pagort apretó sus puños hasta que se le saltaron las venas y después gritó.

—¡Ocho valientes, no mueran!

Y con las palabras de Pagort, se desató lo inevitable. Una avalancha de demonios cayó sobre los valientes y los obligó a luchar hasta que la última gota de aliento fue derramada. Espadazos, ataques de magia, cuchillas, flechas...

Todo lo que se pueda pensar arremetió contra las entidades malignas que planeaban acabar con la vida de los chicos.

El viento helado soplaba con fuerza a través del terreno nevado, mientras los copos blancos caían en cascada sobre el niño de cabellos rubios y mirada determinada que se encontraba en medio de aquel paisaje gélido. El demonio se abalanzó sobre Kalen, sus garras buscando perforar su carne, pero el chico ágilmente saltó hacia atrás y disparó una flecha al corazón de la criatura. Sin embargo, el ser infernal era rápido y logró esquivarla por pura suerte, pero la proximidad del proyectil le incineró parte de su piel.

Mientras el demonio buscaba su siguiente ataque, el niño se mantuvo firme y recargó su arco rápidamente. En un abrir y cerrar de ojos, disparó tres flechas en rápida sucesión, que se dirigieron velozmente hacia el ser, pero este simplemente las esquivó saltando en el aire con una agilidad sobrehumana, y en la caída se lanzó nuevamente hacia el niño.

Los Ocho Valientes [Padamore 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora