Epílogo

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Habían pasado dos años desde la muerte del padre de Lou, ahora conocido por todos como el Rey Demonio Elton

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Habían pasado dos años desde la muerte del padre de Lou, ahora conocido por todos como el Rey Demonio Elton. Algunos de los héroes ya tenían vidas estables y otros estaban construyéndoselas, pero lo más importante era que todos eran felices a su modo.

El palacio seguía siendo hermoso. Los muros de madera pulida brillaban bajo el sol naciente, reflejando los destellos dorados que se deslizaban entre las hojas de los cerezos en flor.

Al atravesar la imponente puerta de cedro, los visitantes eran recibidos por un jardín de exquisita belleza, donde los bonsáis perfectamente podados y los peces koi danzantes en el estanque creaban una armonía inigualable. El sonido suave del agua que fluía por los canales de piedra parecía susurrar antiguos secretos a quienes se aventuraban a adentrarse en ese oasis de paz y serenidad.

En el interior del palacio, los techos altos y las columnas talladas con motivos florales revelaban la destreza artesanal de los artesanos que habían dedicado su vida a embellecer cada rincón de aquel santuario terrenal. Las lámparas de papel iluminaban las estancias con una luz tenue y cálida, creando un ambiente íntimo y acogedor que invitaba al sosiego y la contemplación.

Los pasillos se desplegaban como laberintos de misterio, con puertas corredizas de papel que se abrían con un suave roce para revelar habitaciones decoradas con tapices de seda y almohadones bordados con hilos de oro. En cada rincón, se encontraban tesoros ancestrales: katanas forjadas por maestros artesanos, pergaminos antiguos con inscripciones en caracteres ideográficos y tallas de madera que contaban historias milenarias.

En el salón principal, un trono de ébano engastado con jade y oro se alzaba en todo su esplendor, flanqueado por cortinas de seda carmesí que se mecían al ritmo de la brisa que entraba por las ventanas abiertas. En torno a él, los cortesanos vestidos con kimonos de colores vibrantes se inclinaban con respeto.

En los jardines exteriores, los cerezos florecían en una explosión de color y fragancia, creando un mar de pétalos rosados que se mecían al compás del viento. Los puentes de piedra cruzaban arroyos cristalinos donde los nenúfares desplegaban sus hojas verdes como mantos flotantes, mientras los ruiseñores cantaban melodías ancestrales entre las ramas de los árboles centenarios.

Ese día había sido asignado para coronar como nueva soberana a Litia Ragnar, la chica más feliz del mundo.

La noticia de la coronación de la nueva soberana había despertado un fervoroso entusiasmo entre los habitantes, quienes aguardaban con expectación el advenimiento de un nuevo capítulo en la historia de Padamore. Los jardines del palacio se engalanaron con flores exóticas y faroles de papel que iluminaban el camino hacia el salón del trono, donde la joven princesa aguardaba con serenidad y determinación su destino.

Los Ocho Valientes [Padamore 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora