Prefacio

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Los malos recuerdos son peligrosos.

Ellos te destruyen y te consumen lentamente, como un veneno que se esparce por tú sistema sin permiso y sin misericordia, sin darte la posibilidad de recuperarte una vez salen a flote.

Y duelen.

Y el dolor los transforma en pesadillas que nunca se van. Porque se convierten en monstruos en tú interior alimentados por tú tristeza. Ellos te susurran en el oído, te acosan constantemente y te sumergen en la desdicha y la infelicidad. Te convierten en un ser patético lleno de dolores, de rabia y desesperación.

Entonces el desprecio es todo lo que queda.

Y tal vez, el dolor es el único lugar donde puedes refugiarte con la absoluta certeza de que no va a abandonarte.

Dicen que el tiempo es más que suficiente para curarte...

Pero el tiempo no siempre lo cura todo.

El tiempo calma, suaviza y redondea los bordes más punzantes, pero no hace que desaparezcan. El tiempo no fué capaz de curarla, el tiempo no fué suficiente para evitar que su cuerpo se siga estremeciendo ante ciertos olores, sonidos o directamente personas.

Qué pasa cuando ya va de tiempo esa sensación de vacío y que al pasar el tiempo crees que no está, pero llega un momento donde te encuentras con ese hueco en el alma?

Ella creía que no necesitaba de nadie, estaba acostumbrada a a sentirse vacía y perdida. Es algo así como vagar por el espacio y flotar en medio de la nada. Al principio aturde, buscas desesperadamente tocar tierra firme, encontrarte, pero supongo que en algún momento dejas de sentir vértigo y piensas que no se está mal viviendo en un inmenso y oscuro vacío, porque puedes cerrar los ojos, puedes olvidar como era la sensación de estar anclado a algo, a alguien o al mundo. Puedes, sencillamente, dejar de ser.

Pero entonces sucede. Cuando más crees que no necesitas de nadie... Sucede por fin.

Sencillamente, sucede.

En un pestañeo.

Una bomba de jabón explotando.

Una cerilla prendiendo.

Y es que a lo largo de nuestra vida nos cruzamos con miles de personas; ya sea en el supermercado, en el autobús, en una cafetería o en plena calle. Y quizás esa que está destinada a poner tu mundo de cabeza se pare junto a ti delante de un paso de cebra o choquen sin querer por descuidados.

Puede que nunca se conozcan ni se dirijan la palabra.

O puede que sí.

Puede que se miren, que se conecten.

Es así de imprevisible; supongo que ahí está la magia.

En mi caso, ocurrió una tarde cuando iba en un carro luego de un largo día de trabajo y él estaba fuera de la barbería observándome. En ese momento no sé porqué, pero lo vi. No sé. No sé qué sentí en ese instante. No lo recuerdo con exactitud, pero si memoricé tres cosas: tenía una camisa negra con letras color blanco, en su derecha un cigarrillo y sus ojos me miraban curiosos pero sin ninguna expresión en sí. Y ya está, eso fué todo. Solo una mirada me bastó para sentir mi piel erizar y un cosquilleo.

Él siempre me observaba, sentía su mirada clavada en mi, llena de curiosidad y misterio.

Todo empezó por una mirada.

Solo una mirada bastaba para llenarme de inquietud, anhelo y deseo.

Deseo por lo desconocido, por lo misterioso, por algo que nunca creí experimentar. No creí que desde aquella noche todo cambiaría, que caería tan bajo hasta el punto de querer más y más sin importarme nada. Ni siquiera las consecuencias de lo que todo ese mundo conllevaba...

Hii!
Un poco corto, lo sé... No quiero darles mucho spoiler. Como ya dije, no solo trata de "amor". Trata sobre lo cruel y despiadado que puede llegar a ser el mundo, trata sobre superar obstáculos, reencontrarse a uno mismo. Simplemente una cosa tiene que ver con la otra.
Si haz llegado hasta aquí, quiero agradecerte de corazón... De verdad, gracias ♡.
Nos leemos la próxima vez!
Bye!♡

Stay AliveOnde histórias criam vida. Descubra agora