1. Mi vida en cuarenta líneas.

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Nunca había tenido que resumir mi vida en cuarenta líneas, pero si de eso depende que apruebe lengua, no tengo más remedio. Espero que nadie lea esto excepto la profesora Laura. La ídea principal de todo esto, es que el final es solo el principio de algo mejor y que en todo lo malo hay algo bueno.


Estábamos de visita donde mis abuelos. Yo estaba en el salón, sentada en el sillón leyendo mi libro favorito cuando llamaron a la puerta. Marta estaba sentada en el suelo, jugando con una muñeca nueva que le habían comprado los abuelos. Aaron bajaba las escaleras con el abuelo, que le había enseñado una maqueta de un barco nuevo. El abuelo pasaba sus horas muertas haciendo maquetas de barcos y aviones. Mamá estaba en la cocina, con la abuela haciendo la comida. El timbre sonó como siempre. Pensábamos que era el tío Oliver, que por fin había llegado de Francia, después de llevar unos años trabajando allí como maquinista. El tío Oliver era el único hermano de mamá, y era mayor que ella. Se divorció y pasa el verano con su hija. Desgraciadamente no era el tío Oliver, ojalá hubiese sido él. Mamá dejó a la abuela en la cocina y abrió. Cuando se encontró con aquellos dos enormes policías, se le erizó la piel. El abuelo dejó a Aaron sentado conmigo en el sofá y se acercó al lado de mamá. Los dos enormes gorilas entreron en el hall y uno de ellos, abrazó a mamá.

-Lo siento, María.

Mamá empezó a llorar y se hundió en los brazos de aquel hombre y en los del abuelo. Aaron se levantó y se dirigió para allá. La abuela se acercó a Aaron y lo abrazó, pero no le dejó acercarse a mamá. Marta miraba la escena callada, supongo que no lo entendía. Tampoco Aaron ni la abuela ni yo. Mamá gritaba y mordía la camisa del abuelo. Uno de los hombres se acercó a Aaron y se sentó junto él en la escalera. El otro hombre se acercó a nosotras y se sentó junto a Marta. Marta estaba asustada y salió corriendo a los brazos de la abuela. Aquel hombre se sentó entonces en el sillón conmigo. Sus ojos eran grandes y verdes. Era guapísimo. Puso su gran mano en las mías, que eran pequeñitas.

-¿Qué libro es?

-¿Qué le pasa a mamá?

-Ha habido un accidente- dijo mirándo al suelo-. ¿Cómo te digo esto...? Tu padre ha muerto.

No pasaba mucho tiempo con él, siempre estaba ocupado por motivos de trabajo y a penas venía a vernos. Mamá siempre hablaba de él y siempre nos traía algún regalo cuando venía de trabajar. Aquel último verano nos había llevado a la costa de Huelva. Nos había llevado a bucear y habíamos hecho surf. Miré a otra dirección y vi la foto de la boda de mamá con papá. Agaché la cabeza y se me escapó una lágrima. Entonces, aquellos enormes brazos me abrazaron. Nunca olvidaré aquel olor, una mezcla entre lirios y vainilla.


Tardamos unos meses en mudarnos a Madrid, a un pequeño piso en la Gran Vía. Mamá pasó a encerrarse en su cuarto y nos dejó a nosotros allí, abandonados como cualquiera de los trastos de papá. Aaron dejó de estudiar para empezar a trabajar para traer dinero. Digamos que no lo pasamos muy bien aquellos años. Marta empezó a tener problemas con los chicos de su clase, le costaba mucho hacer amigos y las demás chicas se metían con ella. Y nadie estuvo ahí, para ayudarnos. La abuela murió unos años después, sobre mayo. Eso acabó de hundir a mamá. Pasamos de ser una familia a ser huérfanos, sin padre ni madre.


Con el tiempo, el tío Oliver decidió venirse a vivir con nosotros a Madrid. Le buscó trabajo a mamá, pero todos los trabajos los perdía. Cuando el tío Oliver se tubo que volver con su hija, mamá volvió a despertar. Encontró trabajo en una cafetería en la calle Mayor y es donde actualmente vivimos, en el número 5. Creo que Luis fue la salvación de mamá, no solo por la oportunidad de trabajar y distraerse, es más la segunda oportunidad de alguien, alguien que confiaba en ella desde el primer momento sin conocerla de nada.


El tiempo nos ha devuelto a todos una sonrisa, o por lo menos el intento de ser feliz. A mi me ha traído a Andrea, a la que por cierto, quiero muchísimo, y a mis amigos (Roberto, Óscar, Patricia, Sonia...). A Aaron le ha traído su nueva oportunidad para seguir estudiando. A Marta nuevos amigos, que la comprenden, aunque a veces esté insoportable. Y a mamá, como he dicho, le ha dado una ilusión y algo mucho mejor, a Luis. Alguien con quién poder rehacer su vida.

P.D: Al final he acabado haciendo más de cuarenta líneas, y me da igual. No pienso borrar ni una sola línea de este maravilloso texto que acabo de terminar.


Elena Acosta Rodríguez, 2ºC de Bachillerato.

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