3. No llores, princesa.

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Se compró un Kit Kat, mientras caía de la máquina, le dio tiempo a ver a Andrea. Estaba en medio de las escaleras, hablando con él. Parecía ilusionada mientras iban juntos hacía la siguiente clase. Ella era de esa clase de chicas que están locas perdidas, que necesitan a alguien que entienda su locura y le vuelva más loca. Por una vez en su vida, se había enamorado y mientras hablaba con él, se le caía la baba, se notaba a distancia. Elena sabía que su amiga se hacía demasiadas ilusiones con Jesús, pero, ¿qué le iba a decir ella, si jamás en la vida se había enamorado?

-Mañana nos dan las vacaciones.- adoraba los paseos junto a él.

-Esta tarde me voy,- pero no contaba con la noticia sorpresa de aquel día- voy a pasar la Semana Santa con mis abuelos y tal.

Andrea no pronunció ninguna palabra. Si se iba, se irían con él todos los planes de las vacaciones perfectas que tenía en mente: una tarde de cine, un día de playa, contaba con que la ofreciese ir con él de vacaciones a algún lado, en definitiva, en pasar la Semana Santa juntos. Pero, ¿en qué estás pensando, Andrea? ¿Qué se gusta de ti? Esa pregunta sonaba cada dos por tres en la cabeza de Andrea, ya no era la misma, ya no hacía locuras ni gracias, solo tenía tiempo para Jesús. Y él se iba a ir a un pueblo, sin ella, se iba a perder la fiesta de Primavera y... ¡Su cumpleaños!

-No quiero perderme tu cumpleaños, yo quiero quedarme contigo, sé lo que significa para ti.

-¡Pues no te vayas!

Y se fue. Corriendo por todo el pasillo, bajó las escaleras y se entró en el baño de chicas. Elena entró unos minutos después y Andrea salió corriendo a sus brazos. Allí se quedaron un buen rato, una llorando en el hombro de la otra. Para eso estaban las amigas, y por eso, enamorarse es otra forma de morir.

Volvió a clase con los ojos rojos y con un kilo de maquillaje encima, para disimular que había estado derramando agua como una fuente. Pero, Jesús estaba detrás de ella, la vio llegar y la vio aquellos ojos verdes inundados de lágrimas por su culpa. Se pasó toda la clase intentando llamar la atención de su compañera de delante, la tiró notas, la llamó... Y nada, Andrea no le prestaba atención, estaba tan metida en su interior que ni si quiera se enteró de que la habían echado de clase por falta de atención. Mientras iba al despacho de la directora, se peinó el pelo y calló una de las muchas notas de Jesús.

No llores, princesa. No te queda bien.

¡Tengo ganas de verte!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora