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La familia carrera no era sumamente amorosa, toda persona envuelta en ese ambiente lo sabía. Pero pese a eso, se amaban desde toda la vida, compartiendo momentos que quedarán a memoria del castaño para siempre, porque su familia era y será su mayor tesoro;

Eso se repetía mil veces en la cabeza del menor, había tratado de que los gritos de sus padres cesarán, pero solo hacia que fueran más fuerte. Y solo tuvo de opción alejarse, expandir su mente y pensar en otra cosa.

Se encontraba aterrado, sentando de forma que se abrazara a si mismo con sus manos, en una esquina de la habitación.

Solitario en la oscuridad, y como única compañía, su gatito delgado y chiquito, este iba a pasas lentos hacia Rodrigo, que lo recibía con los brazos abiertos.

—¿Por qué papá y mamá pelean? —cuando llegó a sus pequeñas mano no dudo en acercarlo hacia él y abrazarlo. —Barry...ellos deberían amarse.

No soporto la angustia, y una tras otra lágrima salian rápidamente.

—No quiero que peleen más...—Su voz se deterioraba, pero seguía manteniendo fuerza en sus brazos alrededor de barry.

Miró con una expresión llena de tristeza a su gato, soltando balbuceos y jadeos, sin dejar oportunidad para respirar.

—S-Siempre papá llega t-tarde, y nunca está en c-casa...—Se le dificultaba hablar con la nariz tapada y su garganta seca. —Y-y mi mami piensa q-que mi papi está con otra s-señorita.

"Mami y papi si se aman."

"es mentira lo que piensa mamá, tengo que hacer que se de cuenta."

"Yo los amo, y ellos tambien se aman, y me aman a mi."

"Volveremos a ver películas juntos, tambien ir a plazas con mi patineta."

Pero eso solo quedaba como recuerdo de un ayer, porque mientras los minutos o segundos pasaban, sus padres solo llevaban a peor la situación, comenzó con un pequeño comentario molesto de la mujer y siguió, hasta que los gritos se escucharán fuertes y claros, hasta más allá de la habitación donde se encontraba el castaño.

Mientras recordaba, escuchaba como los gritos aumentaban, y el pequeño carrera solo había llevado la manga de su brazo hacia sus ojos y los limpio de rastros de lágrima.

—¿P-por qué...? —prosiguió, sin tener respuesta con palabras, pero solo miraba los pequeños y afilados ojos de su mascota, llevándolo a la tranquilidad, más aún cuando esté llevó su lengua hacia sus mejillas, y no paró hasta que escuchó la risa de su dueño y volvió a recostarse en sus brazos.

—Gracias Barry. —rodrigo acariciaba su pelaje, movió su mano con suavidad en su cabeza sin dudar que ya se sentía mucho mejor.—Yo también te quiero mucho.

Y sonrió, olvidó lo que pasaba y solo intento pensar en su pequeña pero gran compañía que tenía en los peores momentos.
























Y sonrió, olvidó lo que pasaba y solo intento pensar en su pequeña pero gran compañía que tenía en los peores momentos

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𝖑𝖎𝖙𝖙𝖑𝖊 𝖈𝖆𝖙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora