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Tomás se acostumbraba poco a poco a su nuevo salón y curso. Comenzando a pensar que tenía la mejor suerte de todos por tener como compañía a Rodrigo Carrera, y el edificio,-Como le decía el castaño- Iván Buhajeruk. Gracias a ellos extrañaba mucho menos sus antiguas costumbres y amigos. Y al igual que tenía buena suerte en ese sentido, también tenía mala por ser su primer semana y ya recibir molestias de un grupo de chicos, que según sus palabras, solo quería compartir una comida con Arbillaga.

Se negó por el simple hecho de darle malas vibras. Sabiendo que siempre que lo sentía terminaba teniendo razón. Con muy buena cara y una sonrisa les rechazo eso mismo con lo que insistían. Pero cada paso que el castaño daba para atrás, ellos daban uno para adelante. Haciendo que Tomás tuviera miedo y se negara mucho más. Insistieron y hacían presión en cada costado suyo. Su expresión cambio completamente, sabía que por más que odiara no actuar en los momentos que lo ameritaban, en esta ocasión era uno contra tres. Y si eso no fuera suficiente, estaba acorralado.

Pero para su favor, tocó la campana que avisaba el comienzo del receso. Muchos alumnos comenzaron a salir de sus aulas, caminando a paso rápido para llegar cuanto antes al patio de la escuela.

—No pienses que te salvarás, pequeño.—Llevó su dedo hacia el labio inferior del castaño, para apartarlo cuando se fueron. Todo le dió un sentimiento de repudió a Tomás.

Suspiró, y con suma angustia buscó a sus amigos. Sus piernas temblaban, sus pasos eran inseguros, y no tenía fuerza en las piernas. Tomás los buscaba, cerrando los ojos mientras caía derrotado al entrar al aula donde estos dos se encontraban comiendo galletas.

—¡Tomás! Amigazo, ¿Dónde te encontrabas? —Caminó a pequeños saltos, mientras Iván caminaba atrás suyo con una sonrisa en su rostro, y una pepa en su mano. Disponiéndose a dársela a Tomás.

—Y-yo...—Apenas abrió la boca agachó la cabeza, aclaró la garganta, y cuando la levantó trató de mirar hacia otra dirección. —Los estaba buscando por toda la escuela, chicos.

—Boludo, nos hubieses llamado por el celu.

Rodrigo sacó a relucir una sonrisa, pensando que todo estaba bien cuando no notó ningún problema. No tardaron en sentarse en las sillas y comenzar a masticar la comida que Buhajeruk había traído de su casa. Tomás comenzó a tener, sin darse cuenta, los ojos cristalizados; que amenazaban con que pronto saldrían las lágrimas. Su brazo pasó por sus ojos, y también sonrió forzosamente, mientras los demás chicos hablaban entretenidos. No habían notado el cambio en el castaño.

—Pero enano, vos tenés que hacerme la segunda. —Alzó la voz, suplicando a su amigo.

—Lo pensaré ivi. —Le hizo una de sus expresiones rara que hacia seguido carrera. Escucho un breve, "das miedo cuando haces eso" del más alto, y el solo rio. En cuanto recordó algo su cerebro hizo "click", prendiendo el foco. —Espera, Tomi es amigo de la wacha. —Miró hacia el nombrado, pero paró repentino cuando lo vió.

𝖑𝖎𝖙𝖙𝖑𝖊 𝖈𝖆𝖙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora