🦆 Partidas 🦆

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Estaba en medio de su misión cuando se había acercado un cuervo con un papel atado a su pata; quitó el papel del cuervo y este se limitó a irse. Le extrañó esa situación a Luzu, imaginaba que el cuervo lo esperaría para recibir la repuesta, y sólo por ello le hizo sentir una punzada, como si lo que contuviera la carta era sólo un cruel aviso que no necesitaba algo de su parte, y por la distancia de seguro ya habrían pasado mínimo dos días para que esa carta llegara a sus manos. Con sus manos temblorosas abrió la carta con cierta desesperación, con un miedo que le empezó a inundar por todo su cuerpo como si estuviera enfrente de algún dios. Observó la letra en cursiva que supo reconocer que provenía de Vegetta, pero le extrañó que tuviera algunas líneas ondeadas y con tachones sobreexpuestos, inclusive con la tinta esparcida; eso sólo le hizo aumentar más los nervios. Vegetta era un perfeccionista con sus cartas, siempre eran impecables. Sin más remedio, empezó a leerla. Cada palabra la sintió como un clavo al corazón.

Se hizo el juicio

Temblor

Un alíen gigante

Titi

Armas

Bombas

Bomba nuclear

Titi

Tratamos

Explosión

Sacrificio

Titi

Quackity

Rubius

Staxx

Titi murió, Luzu.

Luzu se hincó en el pasto, mantenía la carta entre sus manos, maltratada por la presión que comenzó a hacer; y comenzó a sentir el dolor de las rodillas por dejar caer todo su peso en ellas, la garganta que le comenzaba a arder y su estomago dolía, como si tuviera un manojo o algo que le estuviera estrujando por dentro. Su sangre hervía, se sentía que se estaba quemando y como si le hubieran tirado un balde frío a su cuerpo. Las lágrimas escurrían desde su mejilla, nariz y mentón; pequeños espasmos y jadeos salían de sus labios, trataba de no gritar, en serio trataba, no se sentía con fuerza para hacerlo ya que su garganta dolía a más no poder. Le dolió sentir su corazón estrujarse, le dolían los pulmones, los ojos, le dolía todo. Titi murió y él no estuvo para tratar de salvarlo o protegerlo como lo hicieron los demás, abandonó a su sobrino, a sus compañeros, a Quackity...

Quackity. Quackity había perdido sus alas.

Suspiró entrecortadamente en un inútil intento de calmarse. Dos semanas fueron desde que se había ido, dos semanas desde que le prometió a Titi expandir la granjita de patos. Dos semanas que Quackity le habría prometido que cuando llegara iba a ver un gran cambio.

Sollozó mientras se formaba una débil sonrisa en sus labios y pasaba sus manos por su cara, cubriéndola.

«Esperaba un cambio positivo, Quacks, no esto».

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Luckity |drabbles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora