🧸h o g a r🧸

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Quackity estaba cansado.

El mexicano había decidido remodelar su casa, estuvo durante tres días recolectando materiales y, por consecuencia, en las noches se dedicaba a destruir su vieja casa y también arriesgando su vida múltiples veces por enfrentarse a los monstruos; era una rutina que había tomado en esta semana, lo bueno de ello era que algunas veces venía Luzu o Rubius a ayudarlo, aunque este último le hacía más trabajo que ayuda, pero, al menos era buen destructor de cosas ajenas. Quackity apreciaba el detalle de ambos, hasta el punto de que ya planeaba que algún día les haría una carne asada en su nueva casa en compensación.

El proyecto de la nueva casa lo había emocionado, dejando de procrastinar o dejar las cosas a media por primera vez -cosa que le había halagado Vegetta la última vez que se pasó por la pequeña isla donde estaban los cimientos de su casa-. Ya pasó medio año desde su llegada a Karmaland y ya había tenido como tres casas destruidas o abandonadas como obra negra esparcidas por lo largo del terreno de sus amigos hasta que por un misterioso impulso, y no por el hecho que su hermanito adolescente Titi le haya explotado dos veces sus dos hogares, había surgido las ganas de construir una decente y digno para él, para nada era el hecho que Titim destruyó su pocilga.

Estaba colocando tablones de madera de roble en el piso, casi a punto de finalizar su construcción, sólo faltaba terminar el piso y añadir las escaleras; su casa sería de dos pisos, con materiales básicos como madera y roca, claramente variaciones de estas últimas, pero a pesar de los sencillos materiales estaba quedando un lugar acogedor, algo "cozy" cómo diría Alexby. Se sentía orgulloso y ansioso por terminarlo, ya era la hora de dejar de estorbarle a Luzu en su casa. Cuando Titanicus explotó su casa con una bomba bajo tierra, estaba jugando Uno con Luzu, por lo que seguramente este sintió lastima y le ofreció vivir en su hogar, habían pasado un mes desde eso y se avergonzaba de haber estado tanto tiempo con él.

— Lusu, en serio perdón por quedarme tanto tiempo en tu casa —soltó Quackity cuando terminó de quitarle la corteza a un bloque de madera—. No era lo que planeaba... pero... Ay, ni sé por qué tanto tiempo, ¿okey? Supongamos que es porque estoy muy agusto a tu lado.

Luzu se había quedado viéndolo fijamente mientras pronunciaba cada palabra, y mientras más veía a Quackity evitarle la mirada o trabarse entre palabras, sintió el calor subir por sus orejas y mejillas.

— Mira... —dijo en un suspiro Quacks mientras se levantaba del piso, comenzando a caminar hacia a la mesa dónde Luzu se había sentado para ver los planos—. Perdón por hacerme pato —sonrió cuando notó que el comentario hizo reír al emo—¡Es la verdad, wey! Aunque te rías, me hice pendejo en construir mi casa y pues, me apena, no quiero que pienses que soy un huevón, flojo, aprovechado...

Whaaaaat? Quacks, para nada pienso eso —interrumpió Luzu, calmando su risa—. Me gusta tenerte en mi casa, me ayudaste bastante. En la limpieza, el cuidado de mis cultivos, de mis animales, de nuestras mascotas... ¡Hiciste de todo menos descansar! —exclamó un poco más fuerte, tratando de ignorar el hecho que Quackity estaba igual de rojo que él—. Fue muy lindo vivir contigo, de hecho, por mí siempre vive en mi casa, ya es tu hogar...

Luzu tomó un gran bocado de aire, había hablado rápido en las ultimas palabras, tratando de ocultar su nerviosismo al momento de medio confesar sus verdaderos sentimientos ante el caso de que ya no iba a tener compañía del pato. Le entristecía, sentía que su casa estaría sola sin el ruidoso mexicano que ponía canciones de rock en español, escucharlo cantar y verlo bailar con la escoba o trapeador, inclusive cuando los fines de semana se ponía hacerle burritos o enchiladas. Dios, sentía como si Quackity fuera a separarse de él como la pareja de casados que no funcionó por un motivo desconocido, y le dolía.

— P-pero... —Carraspeó Quackity, tratando de recuperar la compostura y calmarse, tratando de encontrar palabras exactas antes de decir otra cosa—. Bueno, igualmente aquí va a ser tu hogar, ¿sabes? Al final nunca importó si vivíamos por separado, siempre parecemos pareja de...

— ¿Casados? —completó Luzu, impulsivamente mientras fijaba su vista a Quackity, quien ahora lo había casi acorralado al poner sus manos apoyándose sobre la mesa a los lados de la cadera de Luzu, teniendo su cara algo cerca de él, lo suficiente para sentir su respiración que se entrecortaba. No sabía cuanto tiempo llevó esperando una respuesta, solamente sabe que perdió su vista sobre los ojos oscuros de Quackity; se veían nerviosos, algo brillosos y así pudo tratar de mantener la compostura al ver las ojeras que se marcaban al inicio del lagrimal, en un tono oscuro/morado, haciéndole recordar los días que pasó Quackity sin dormir por la casa.

El tiempo no se sintió para ninguno de los dos. Quackity se quedó mirando a los ojos de Luzu, después los labios y volviendo nuevamente a los ojos; inconscientemente mordió su labio inferior por el nervio y sintió como el cuerpo de Luzu comenzaba a tensarse, lo que le hizo sonreír un poco.

— Te gusta robar las palabras de mi boca —murmuró Quackity, al fin rompiendo el silencio que se había quedado—, pero creo que es un poco obvio... Es que, uhg, no encuentro manera de calmar el ambiente ahora, no te pongas tenso...

— No estoy tenso, Quacks —bufó Luzu, casi susurrando —. Es solamente el hecho que literalmente me estás acorralando y que tu cara está cera de la mía y...

— ¿Muy cerca? —Quackity hablaba despacio, murmurando y arrastrando la palabra cerca, para que acto seguido, se inclinara más al punto de rozar su nariz con la del contrario—. Esto es estar cerca, Luzu.

— Joder, ¿ahora sí dices bien mi nombre, Quackity? —Hablo en voz baja, cerrando los ojos por inercia cuando sintió a Quackity frotar su nariz contra la suya, le había sacado una risilla esta acción. Sentía la respiración del mexicano sobre su cara, era caliente y le hizo aumentar la temperatura. Se sentía como un tomate y no quería abrir los ojos porque sería peor para su pobre corazón, que ya se andaba saliendo de su pecho cuando las manos de Quackity se posaron sobre su cadera y apretaron para acercarlo a él; por corresponder el movimiento, abrió las piernas para abrazar con ellas la cadera de Quackity y con sus brazos, los rodeó sobre la nuca del pelinegro.

El momento exacto cuando Quackity lo besó, no supo cómo describirlo; sólo fue un roce de labios, casi de piquito, para que después se repitiera varias veces hasta que abrieron levemente su boca y profundizaron el beso. Eran algo torpes los movimientos de ambos, pero al final se acostumbraron a su ritmo, sin esforzarse y sin prisa. Era lento, húmedo y tan suave. Entre separaciones que hacía Quackity para decirle que le encantaba, que lo quería, y más cursilerías que Luzu únicamente respondía con leves quejidos y un "cállate".

¿Lo qué más le gustó durante todo el rato que estuvieron de esa forma? Fue el echo que Quackity nunca dejó de frotar su nariz contra la suya.

Luckity |drabbles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora