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❝ 𝗦𝗶𝘁𝘂𝗮𝗰𝗶ó𝗻 𝗢𝟮 ❞

« 𝗗𝘂𝗰𝗵𝗮 𝗷𝘂𝗻𝘁𝗼𝘀 »

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Apretado, sudoroso y adolorido

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Apretado, sudoroso y adolorido.

Katsuki abrió sus ojos, su vista matutina estaba borrosa por lo que frotó con cuidado sus ojos para eliminar cualquier rastro de lagañas. Su cuerpo dolía y sus músculos estaban entumecidos. No estaba esa sensación cómoda que recibía cuando despertaba en su habitación, en su cama. Fue entonces que Katsuki se dio cuenta que no estaba en su cama sino en el suelo. ¿Cómo es que había terminado durmiendo ahí? El muchacho bostezó y trató de levantarse, pero un cuerpo aferrado al suyo se lo impidió.

Katsuki gruñó, arrugó su nariz y, después, sus ojos se abriendo tanto que creyó que se saldrían de su lugar. Ahora entendía porqué sus músculos estaban acalambrados. Era Izuku.

El pelicenizo frunció su entrecejo al recordar la noche anterior. Él había llegado un poco ebrio debido a la celebración del partido y cuando llegó a su aposento se había encontrado a su compañero acostado en el suelo de la sala y también con la terrible noticia de que el aire acondicionado había fallado. Katsuki rascó su cuero cabelludo en frustración, hacía calor y su cuerpo húmedo por el sudor solo se calentó más por la cálida cercanía del cuerpo ajeno. Katsuki priorizó mentalmente en su lista que hoy sin falta resolvería el problema del clima, después de todo no podían vivir así, el verano era un infierno y no por nada estaban pagando lo que pagaban por el departamento como para no tener aire acondicionado.

Saliendo de su planeación mental, Katsuki sintió un peso sobre su estómago. Era Izuku nuevamente, quien yacía plácidamente sobre su bíceps y había subido una -ligeramente- pesada pierna sobre su estómago a la vez que se acercaba más a su costado. La erección matutina de Izuku descansaba ahora sobre la cadera de Katsuki. El rubio se burló un poco, moviendo su cadera para frotar peligrosamente aquel bulto ajeno y provocando en Izuku un quejido entre sueños.

Bakugo bufó y, divertido ante la situación, volvió a menear sus caderas solo para recibir esta vez un sugerente y lindo gemido de aquellos regordetes labios. El pelicenizo detuvo cualquier movimiento y observó atentamente a su compañero. Izuku era bonito, por supuesto que lo era, sus pestañas largas de color negro eran espesas, su pecosa piel se veía tan suave y claro que era suave cuando Katsuki acarició una mejilla sonrosada con su pulgar, sus labios ligeramente entreabiertos eran de un color rosa e intuitivamente su pulgar pasó de la mejilla regordeta hacia los afelpados labios para acariciarlos. Y su cuello, mierda, el cuello de Izuku era largo y su manzana de Adán era atractiva, tan lindo como para dejar marcas.

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