❛ 𝗞𝗔𝗧𝗦𝗨𝗗𝗘𝗞𝗨 ❜
─ No hay lubricante, pero tenemos mantequilla.
Izuku no era gay, Katsuki tampoco; pero, de alguna u otra forma, siempre terminaban en situaciones de las que no podían escapar fácilmente sin que sus sexualidades salieran perjud...
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« Libros atrapados »
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Ser estudiante de arquitectura no era fácil, tampoco era un infierno en el mal sentido. Sin embargo, era un camino largo y duro de recorrer. Izuku, con el pasar de los semestres, estaba seguro de que su pasión por la arquitectura nunca moriría. Él jamás titubeó, pese a los insistentes comentarios de su madre llenos de preocupación por ver en ocasiones a su hijo hundido en crisis por el estrés.
Pero, ¿qué podía hacer al respecto? El estrés era fundamental para el fortalecimiento de la práctica. Además, ¿qué esperaba la señora Midoriya? Ninguna carrera era fácil, cada una tenía lo suyo y mal aquella persona que se hacía llamar profesional cuando no sabía ni un concepto básico relacionado a su carrera. Después de todo, un título no podía obtenerse a la ligera y mucho menos entregárselo a cualquiera. No obstante, bajo la corrupción que cubría al país y la suciedad que bañaba a aquellos que hacían llamarse el bien, no eran más que unos farsantes que con dinero y conexiones resolvían sus desastres y obtenían en un abrir y cerrar de ojos lo que otros se esmeraban a conseguir limpiamente.
Izuku no podía hacer nada al respecto, de todas formas. Él no estaba estudiando derecho, así que, no tenía por qué envolverse en esa área; pero aquí estaba, siendo la amable persona que era y ayudando a un docente del departamento de derecho. A Izuku no le importó en absoluto, él ya había terminado el modelo que tenía como proyecto, entonces, con tiempo libre de sobra, se permitió ayudar al docente. Después de todo, el sentido de la justicia corría naturalmente por la sangre del chico verdoso.
Sin embargo, nunca pensó que su papel como testigo en el juicio de práctica sería un tanto pesado. Izuku había quedado maravillado, porque incluso si el juicio era falso, daba la impresión de ser todo lo contrario.
Recordar tal escenario solo provocó un bufido de cansancio. Justo ahora se encontraba dirigiéndose a la biblioteca para dejar esa pila de libros que estaba cargando. Izuku sabía que su papel como testigo era eso, solo un papel, pero siendo la persona perfeccionista que era, se alimentó de toda información disponible para actuar como un verdadero testigo en juicio.
