En la azotea

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El día era espléndido, brillante como el mismo sol, con un viento azotador que sacudía sus hebras pelinegras, despeinando el flequillo de su cresta en un suelto movimiento hacia atrás. La azotea de su colegio, donde se encontraba se hallaba vacía, no había estudiante allí más que el mismo.  

Otro alumno insignificante. 

Y no es que, usualmente, suele menospreciarse a sí mismo, o definirse con este término, pero eso no evita el hecho de que le sea ineludible pensar de sí mismo así, porque es como se siente. 

Tan estúpido. 

Y lo fue, fue estúpido e infantil, pero no encontró otra manera de actuar. (o no lo pensó en su momento) Quisiera poder devolver el tiempo unos minutos atrás, antes de montar tal escena.  

Vergonzosa. 

Lo fue absolutamente.

Afinco sus codos en la baranda cruzando sus brazos entre sí, para de esta forma poder colocar su frente en ella, y tal vez así, de un modo inexplicable pero necesario, evitar, evadirse, de los transcúrrete pensamientos y el recuerdo de tal escenario, aguantándose las ganas de llorar. 

Doloroso. 

Un recuerdo reciente que le hace palpitar el corazón de dolor. Un dolor sentimental del cual ha escuchado hablar a su hermana mayor… del cual había escuchado tanto, pero jamás, hasta el día de hoy, haberlo sentido. 

Y se sentía tan mal. 


Tan malditamente mal, que no descifraba el embrollo de su mente y corazón, ambos no congeniaban, ambos tenían una autonomía propia, ambos tenían pensamientos individuales y le decían que actuara de esta manera u de otra.  


Se sentía mareado 

Y tan confuso ¿Porque dolía? Visto de otra manera, de otra perspectiva, no era para tanto pero ¿por qué se siente así? ¿estará exagerando las cosas? ¿estará dramatizando sus emociones? 

Un brazo deja de ser el apoyo para su frente y se dedica a ir a su pecho, aflojando un poco la corbata roja de su uniforme escolar, colocando su palma allí, sintiendo el rápido palpitar de su corazón, y como si aquello hubiese presionado un interruptor, aquel recuerdo se volvió a cruzar por su cabeza. 

Con una lucidez… 

Inconsciente o no, apretó su palma en un puño, arrugando su camisa formal de mangas cortas. Comenzó a sentir sus ojos húmedos y el corriente picor cuando sus orbes empezaban a ser inundadas por lágrimas, que, en muy poco tiempo, se encontraban hurgando por sus mejillas. 

Esta vez no le preocupó si el maquillaje de sus bonitos ojos dispares se arruinaba. Su mente se hallaba en otras preocupaciones. 

No sabe cuánto tiempo pasó, y tampoco era que le importará, pero lo que sí realmente le importó fue el chillido de la puerta descuidada, esa que daba paso a la azotea. Tratando de ser disimulado se enderezo y con manos temblorosas limpio sus lágrimas con restos de maquillaje. 

Estas acciones no eran para nada efectivas ni disimuladas, al contrario, la persona que había pisado la azotea del gran edificio educativo, percibió cada acción del moreno; sus movimientos nerviosos y respiración nada equilibrada.  

ꨄ︎ 𝑺𝒖 𝒗𝒆𝒏𝒆𝒏𝒐 ꨄ︎ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora