Vik...

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- ¿Entonces puede quedarse? - ansioso se sentó en el mueble de su hogar, alternando su mirada entre su madre y su padre. Mismos que iban de la cocina a la sala de estar, a punto de salir de la casa algo apresurados.

- No -Andrés le miró demandante, negando en mil idiomas con tan solo una mirada la propuesta hecha por su hijo. Ni loco lo dejaría solo con él.

- ¡¿Por qué no?!- levantó la voz dejando de estar sentado yendo tras su padre, que se dirigía a la cocina, aparentemente, en busca de su esposa.

- Porque no- la gran mano del adulto se condujo a su rostro masajeando su entrecejo.

- ¡Vamos papá, solo será por esta vez! ¡No quemaremos la casa! si es lo que te preocupa- ya ambos en la cocina, Charlotte escuchaba toda la conversación con una sonrisa en su rostro, enternecido con la desesperación que mostraba su hijo, y los profundos celos de su marido por el joven enamorado de su retoño.

Un padre celoso y sobreprotector. Aún recuerda la primera vez que Maia les presentó a Otis como su pareja; Andrés lo sacó de la casa a gritos. Queriendo sacar "la escopeta" (que según él tenía en el closet de su habitación, cosa que no era real. Solo pretendía asustar al sinvergüenza del novio de su hija.)

¡Y mira! En la actualidad, iban a ir al hospital donde se encontraba Maia, ya que unas horas antes había tenido contracciones, y puede que en unas horas más este por dar a luz.

- Además, mañana tendré que ir al colegio temprano ¡Y sabes que yo sola no puedo levantarme temprano! ¡Necesito que alguien lo haga por mí! ¡Y él es el candidato perfecto! - Horacio se sentó esta vez frente a la isla de la cocina, que por lo alto de las sillas tenía sus pies al aire.

- Te he dicho que no y punto, no hay nada que discutir. No es no- el hombre mayor de la casa cruzó sus brazos sobre su pecho apoyándose en la pared. En lo que esperaba a su mujer.

- ¡Mamá! ¿Vik se puede quedar hoy? - el padre de familia apretó sus dientes entre sí. Frunció las cejas en una expresión de enfado.

"Vik" Eh, así le llamaba al rusito de los cojones.

Y no le gustaba un pelo.

- Claro que sí, cariño- Charlotte se dirigió a su hijo, enviándole una tierna sonrisa, en lo que secaba sus manos con un trapito y arreglaba su vestido floreado. Andrés miró atónito a su esposa, sin llegar a creerse que le diera una afirmativa al niño.

¿Es que Charlotte no veía lo que CLARAMENTE está pasando?

Y justo antes de replicar, la alegre voz de su hijo retumbó por toda la habitación.

- ¡Bien! le llamaré- sacó de su bolsillo su móvil, marcando el número del rubio, bajando de donde se encontraba sentado. Con la idea en la cabeza de emprender camino a su habitación.

- ¿A dónde vas? hablaras aquí donde yo pueda oírte.

- Pero.

- Nada de peros, señorito- no puedo refutar ante la dura mirada de su padre. Andrés se mantenía firme, atento a los tonos que el teléfono de su hijo marca. Su postura fue modificada por una más tensa, en guardia, esto, con tan solo haber escuchar la voz de la persona que le quiere quitar a su hijo.

Ya dejó una vez que le arrebataran una, esta vez, no será lo mismo con la otra.

¿Dramático? ¿Sobreprotector? Él diría que no. Más bien lo llamaría: "cuidar a tu hijo de las garras de la malicia"

- Priviet- resonó una voz de acento ruso.

- Vik...- aquel cariñoso apodo quedó en la punta de sus labios, puesto que, la mirada de su padre no era del todo amigable- tor... He hablado con mis padres, puedes quedarte en casa por esta noche.

- Mmm, claro... ¿está bien? - Volkov contestó extrañado y dudoso, su ¿pareja? si es que podía llamarla así, se escuchaba extraña y tensa, como si estuviera hablando obligado, como en las películas; cuando alguien es forzado a hablar atrás vez de un teléfono móvil, al frente de otras personas que buscaban saber una "verdad" o que, sencillamente, buscan saber si esta no les mentía en la cara hace unos minutos antes.

Frunció el ceño y agitó su cabeza, apartando esos pensamientos, que solo lo alejan de la realidad y que no venía al caso.

Sin embargo, por una vez, sus entendimientos llegaron a ser contundentes.

- Hijo ¿Puedes hacerle un favor a tu padre? - el moreno lo miró detenidamente. Dudoso intercambio miradas con su móvil y su padre. Enarcando una ceja en cuanto paró de divagar.

- ¿Puedes buscar las llaves de mi coche? Está en la habitación que comparto con tu madre- la fijación que el hombre tenía en el adolescente le quitó todas las ganas de refutar o de añadir un "pero".

Sin palabras asintió y se enderezo colocando sus pies en el suelo, con las claras intenciones de coger su teléfono, que aún se mantenía en llamada. Pero antes de tocar aquel aparato fue detenido por la gruesa voz de su padre.

- Tranquilo, déjalo ahí, yo cuelgo- Otra vez aquella mirada. Resentido subió con prisa a la habitación de sus padres, cruzando los dedos para que su progenitor no se pusiera pesado con Viktor.

Una lástima que cruzar los dedos y rezar, mentalmente, no sirviera para nada.

No puedes evitar lo inevitable.

Y como si fuera cosa del destino (que tenía que pasar sí o sí) Andrés no perdió tiempo, teniendo en menos de medio segundo el celular de su hijo, colocándolo en alta voz. Y sin saludar de forma cortés ni anunciar su presencia, con total seriedad pronunció las siguientes palabras;

- Escúchame bien... "Vik"- esa gruesa voz no solo provocó que los vellos de la piel del recién nombrado se erizaran, o que su garganta se secara, sino que también, consiguió que rápidamente el temor surgiera por todo su ser.

Tampoco es que fuese muy agradable escuchar a tu futuro suegro (o en todo caso: su suegro) decir el apodo cariñoso que suele usar tu pareja en ti.

- Le tocas un pelo y te mato- el tono amenazante era latente- tengo ojos por todas partes, ruso.

El rubio no supo qué responder, por lo que se mantuvo en silencio, y en lo que pareció una eternidad logró oír en la llamada una voz al fondo; "cariño, déjalo."

De cualquier forma, la amenaza fue recibida.

ꨄ︎ 𝑺𝒖 𝒗𝒆𝒏𝒆𝒏𝒐 ꨄ︎ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora