Experimentado +18

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Sacudió su cabeza por décima vez, trataba, de verdad que lo intentaba, concentrarse en la película de acción que se proyectaba en la televisión. Más era imposible. Esas imágenes del día de ayer en su cabeza eran difíciles de borrar. Esas sensaciones que se quedaron selladas en sus glándulas gustativas le trabaron la mente y le impedían tomar la concentración que requería. 

Sabía que se había vuelto adicto a su sabor. Comenzaba a sentir esa necesidad de volver a probar sus labios. Nunca pensó que tendría alguna clase de abstinencia. 

Sin embargo, la amenaza del padre de Horacio, reprime cada deseo en él y cada impulso que podría haber hecho era detenido por aquellas palabras amenazadoras. 

Lamentablemente, recuerda muy en claro lo dicho por Andrés; “le tocas un pelo y te mato.” esa voz gruesa e intimidante rebotó por su cabeza; “Tengo ojos por todas partes, ruso.” Y definitivamente, le tomaba la palabra. No querría perder los huevos. Siendo sinceros. 

Pero las manos le picaban en querer tocar, en querer aventurarse un poquito más. Aventurar aquello que en su momento se acobardó. Pero tenía que controlarse ¡Lo ha hecho por años! Ahora no puede ser tan diferente. 

Era tan fácil como no concentrarse en la presencia tras suya. 

Con un suspiro trató de que su mente se centrara en la peli y no en los miles de escenarios, donde sus alborotadas hormonas eran cómplices de ilustrarle una que otra idea para pasar el tiempo, tiempo utilizado en no ver precisamente la película, sino otra cosa…

A pesar de estar fijo en la tele no registraba exactamente qué pasa, no supo en qué momento, y el por qué, el prota se lanzó de una altura bastante extensa. Ni siquiera sabía de donde se arrojó. Eso hasta que se mostró ampliamente en la pantalla, reconoció el paisaje como El salto del Ángel. 

Acomodo un poco su espalda de donde estaba apoyado. Dígase, que estar recostado en la pata de una mesita de centro, no era para nada cómodo, pero prefería eso que estar en el amplio y cómodo mueble en compañía de la manzana de Edén reencarnada.  

Era una provocación muy latente para su pobre ser.

Una bendición, o para el punto de vista de Viktor; Una maldición, fue la dicha para su espalda, ya que de donde dolorosamente descansaba, fue reemplazada por un cálido pecho que le apresaba en calidez. Un nuevo peso se posó en sus hombros, los brazos del moreno, descansaban en ellos libremente, sin tapujos ni titubeo.  

¿Qué haces? - cuestionó tratando de permanecer tranquilo, como si las mariposas en su estómago no se manifestaron en cosquillas desesperantes. No sabría explicar si fueron los nervios o las ansias, pero podía sentir que empezaba a sudar un poco. 

Vik, te echo de menos- maldijo en voz baja, el cálido aliento en su nuca y cuello lo volverían loco. Los bonitos muslos que se hallaban a su lado lo llamaban a tocar y la cabeza del menor enterrada en su cuello lo estaba guiando a la perdición. 

Todo aquello lo atraía como el canto de las sirenas.  

Una de sus manos se levantó, lentamente, con la intención de posarse en los muslos descubiertos que yacían a su alrededor flexionadas…

 “Tengo ojos por todas partes, ruso” o esa era su intención. 

Rápidamente, tal acción fue descartada al recordar al progenitor del dueño de las mismas. 

Paranoico, empezó a inspeccionar la sala de estar: desde las paredes, sus esquinas, los cuadros, los adornos, la pequeña librería y donde yacía la tv, en busca de alguna cámara que esté registrando todo lo que pasaba 

ꨄ︎ 𝑺𝒖 𝒗𝒆𝒏𝒆𝒏𝒐 ꨄ︎ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora