II

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Socializar era como un acto en una ópera. Uno debía colocarse la ropa adecuada, la máscara correcta y aprenderse el ritmo de la melodía que sonaría.

Para Hannibal Lecter, socializar se convirtió en un fino arte de diversión secreta dónde él colocaba el ritmo en el que los demás cantarían. Era sublime cuando los cerdos y las ovejas que pensaban eran quienes marcaban el ritmo entraban en la melodía dictada por Hannibal.

Así que, estar en este evento, aún cuando no era su lugar habitual para pasar las noches del sábado,  era otro acto de la ópera en la que el dictaba el diálogo y la música. Su presencia aquí se debía a la petición de Edna Komeda, quién era parte de la organización; Una noche en una cita a ciegas que ayudará a encontrar el amor así como a a recaudar fondos para los más necesitados.

Hannibal era de los pocos cuyas donaciones eran anónimas, pero no podría negarse a Edna cuando la mujer estaba desesperada por hacer el número par.

-Se inscribió alguien a última hora, Hannibal, querido. – había dicho ella con un suspiro dramático – Ayúdame con esto y prometo ser paciente para tu próxima cena. Quizás incluso encuentres la inspiración para una.

Hannibal sonrió ante eso y acepto después de meditarlo un poco, no podría dañar en nada hacer este favor a Edan. Ella quedaría en deuda con él y quizás encontraría algo interesante que ver; aún cuando lo dudaba.

Después de todo, en los últimos tiempos su día a día era tan monótono y carente de valor que corría el riesgo de comenzar una nueva sonda solo para divertirse. Eso era algo que no podría permitir dado que el aburrimiento llevaba a cometer actos intrépidos sin control.

Así que, esa noche escogió un traje de un solo tono azul profundo, dejo su cabello con solo el gel suficiente para dar la aparecía de elegancia y llegó puntual a la invitación. Edna estuvo con él poco antes de que el evento comenzará, charlando sobre el menú y otros detalles.

Hannibal se dio cuenta que su ex aprendiz, Alana Bloom, se encontraba aquí. Él podría apreciar la belleza de la joven mujer sin problema alguno; incluso recordó como en sus años bajo su ala hubo rumores sobre algún romance entre ellos, por supuesto, todos fueron rumores.

Alana se dio cuenta de su presencia cuando su atención cayó en él y Hannibal levanto su copa en un brindis amable.

-Oh, ahí está él – susurro Edna a su lado llamando la atención de Hannibal- Es quien se inscribió a última hora, no iba a aceptar la solicitud pero la doctora Bloom respondió por él.... Hmm... Tiene un hermoso perfil, ¿no crees?-

Hannibal observo en dirección a donde Edna señaló. Un hombre vestido con un traje gris que parecía incómodo se paraba lo más alejado de la multitud. Hannibal estaba curioso ante esto; ¿Por qué Alana respondería por él?

Los rizos del joven se veían como si se hubiera intentado domar pero fallando, aún así Hannibal aprecio la exquisita forma en que caían en marco de ese rostro que Miguel Angel hubiera adorado.

-Si, lo tiene- comento Hannibal sin apartar la mirada de ese joven hombre que parecía estar casando una presa.

«No, su quietud es más la de un pescador que espera su presa. Tentado a los peces con un anzuelo hecho a mano»

Two HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora