5

3.2K 255 14
                                    

20 de noviembre de 1814

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

20 de noviembre de 1814

El corazón humano es un mar profundo de secretos y misterios, eso tanto Benedict como Alicia lo tenían más que claro, sin embargo, no lograban comprender como su relación se había tornado tan tensa desde que Benedict se dio cuenta de que se había enamorado de ella.

Aún recordaba el instante en que pasó, fue como si su cerebro hubiera hecho clic en su cabeza, como si los nudos después de mucho tiempo y esfuerzo se hubieran desatado finalmente sin que él lo hubiera buscado, incluso se podría decir que dio un brinco en la bañera que alteró a quien lo enjuagaba por lo sorpresivo que fue, desde entonces ya no pudo quitarle la mirada de encima.

Eso no era lo raro en realidad, porque Benedict parecía vivir para contemplar a Alicia, lo que ocurrió es que la forma de verla cambió tan radicalmente que se dio cuenta de lo que pasaba sin necesidad de que él le hubiera contado.

En ningún momento abrió la boca, pero ella desde ese instante supo que lo había enamorado sin querer y la relación cambió tan rotundamente que ya no eran capaces de encontrarse en la misma habitación solos, tenían que verse en las clases grupales y aun así solo entre ellos se cruzaban los saludos corteses obligatorios de las personas educadas.

Benedict vio su pintura carente de inspiración porque se estaba obligando a pintar a la modelo, la cual era una mujer de más o menos su misma edad, que se encontraba casi hasta los huesos, pero era porque prefería no atarse a la moda de ser una dama voluptuosa. Era linda, nadie le podía quitar eso, solo que Benedict soñaba con pintar a la dama que se encontraba del otro lado del salón viendo la clase de dibujo con carbón.

El arte debía fluir y Benedict lo sabía muy bien, pero se estaba forzando a pintar a su modelo, así que fracasaba y solo creaba trazos despectivos con su pincel, usando colores opacos.

Cansado de insultar su pasión por la pintura tiró el lienzo arruinado, tomó otro, volvió a sentarse y cerró los ojos, visualizando a la dama que quería pintar y admirar, aquella con la que no podía hablar porque era lo suficientemente lista para darse cuenta sin esfuerzo de lo que sentía por ella.

Aún con los ojos cerrados pasó el pincel por el lienzo y comenzó a pintar lo que en realidad quería y sentía: una maraña oscura de cabello, pómulos notorios, ojos oscuros, belleza y encanto sin igual ¡Una obra maestra! Finalmente, el arte comenzó a brotar de él con tanta intensidad que comenzó a temblar y el brazo le dolió. Jamás podría terminar el retrato que quería hacer esa noche, pero al menos podría avanzar una buena parte.

—Sé que aún no está completo, te estoy segura de que esa del retrato no es Ronda. —La voz de su musa lo alteró y por poco arroja lejos todo el material para darse la vuelta y encararla ¡Le estaba hablando! —Me siento halagada de ser la protagonista de tal obra, pero si yo fuera Ronda estaría un poco molesta. —Bromeó con él y eso le dio tanto alivio como molestia.

Alivio porque estaba bromeando nuevamente, como si nada hubiera pasado. Molestia porque en ese momento actuaba como si nada estuviera pasando, cuando transcurrieron días en los cuales ni siquiera pudieron cruzar palabra ¿Y ella le hablaba sobre la sensibilidad de la modelo que decidió no utilizar?

Dreams {Benedict Bridgerton}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora