Capítulo 13 // El nuevo SuperMan.

29.9K 1.5K 1.2K
                                    

Capítulo 13 // El nuevo SuperMan.

Jagger.

Durante estos días aprendí muchas cosas sobre Emma.

Le encanta el mundo de Marvel casi con la misma intensidad con la que odia el helado de menta.

Cuando miente se le agudiza la voz y cuando está concentrada frunce el ceño como si estuviera enojada.

Ama a todos los animales, pero sobre todo a los pequeñitos que son muy achuchables.

Creo que ni siquiera ella se da cuenta de nimiedades tan triviales como que arruga la nariz cuando algo le disgusta, pero yo sí. Y si me lo preguntas, me parece un gesto... extrañamente cálido.

Cuando no quiere admitir que algo le agrada, rueda los ojos con una sonrisa. Como cuando la llamo "Zanahoria", por ejemplo.

Estudia Diseño de Modas porque le parece una forma perfecta para utilizar su creatividad y deseo de expresarse. Aunque ella misma me confesó que también es porque le encantan los cotilleos de modelos y artistas como las Kardashians.

En varias ocasiones pude confirmar que cuando deja de lado su coraza, es increíble por donde la mires. Tiene mi mismo humor, lo cual valoro mucho. A Cae, a mi hermana y a Boris les cae bien y yo cada vez siento más ganas de estar cerca de ella.

¿Será esta la mujer de mi vida? Seguro que sí.

Y de todas las veces que nos vimos, nunca había visto a Emma tan nerviosa. Nunca.

Con solo echarle una ojeada, puedo ver como rebota una y otra vez la pierna izquierda contra el piso de la camioneta y como se come las uñas, extremadamente nerviosa.

Le pongo una mano en la rodilla para frenar su tic nervioso y le hablo lo más tranquilamente que puedo:

—Tranquila. Todo va a estar bien— le murmuro—. Dijiste que es un niño fuerte, ¿no? Se va a recuperar rápido.

Vale. Eso último fue una mala elección de palabras, porque ella se gira hacia mí con los ojos aún más llorosos y yo me arrepiento al instante.

Dicen que todos los días se descubre o se aprende algo nuevo, ¿no? Bueno, pues yo descubrí que odio verla llorar. Y se ve que mi cuerpo también, porque cuando me observa con el cielo que tiene por ojos, un ardor se instala en mi estómago. Y odio todavía más no poder hacer nada.

Tengo que devolver la mirada a la carretera para no frenarme aquí mismo y abrazarla.

—No, Jagger. Es que...— lanza un suspiro y se refriega los ojos para quitar las lágrimas—. Si ayer me hubiese quedado en casa, nada de esto estaría pasando, joder...

—Hey, no. No es tu culpa. ¿Tú cómo ibas a saber que le iba a pasar eso? No podrías haberlo previsto.

Ella asiente pero yo sé que no está de acuerdo. No hay ni una pizca de ataraxia¹ en su semblante, de hecho, se puede notar fácilmente que los pensamientos la están atormentando por cómo se pasa las manos por el cabello repetidas veces y tiene la vista fija en algún punto del coche.

No hay canciones reproduciéndose ni risas como antes. Solo silencios que yo de vez en cuando relleno para repetirle que no es su culpa, aunque ella, de nuevo, no parece creerlo.

Su nerviosismo aumenta cuanto más nos vamos acercando al hospital. Quiero hacer algo, pero para empezar, consolar nunca fue mi fuerte. Y segundo, no creo poder hacerlo en el estado en el que se encuentra. Seguro me manda a la mierda, y no la culpo. Yo haría lo mismo.

A pesar de que lucha con gaman² por no echarse a llorar aquí mismo, ni siquiera espera a que frene la camioneta por completo cuando llegamos al hospital para bajarse. Lanzo una maldición cuando casi se cae por desmontarse tan de repente, pero ella me ignora y sale literalmente corriendo hacia la puerta del edificio blanco.

Sinfonías Internas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora