El lunes teníamos examen de química, así que el domingo por la tarde me acerqué a casa de Jana a estudiar. Pero no os voy a engañar, ¿quién va a casa de sus amigos a estudiar y realmente estudia?
A la media hora de empezar ya estábamos parloteando sobre lo sucedido el fin de semana. No nos juzguéis, vivimos en una ciudad pequeña donde todos nos conocemos y cualquier novedad da para cotillear tres meses.
— No quiero hacerme ilusiones, Emma, porque sé que Carla es muy, pero que muy hetero. Pero me encantó de verdad pasar la noche con ella. Esperaba que fuera súper borde, pero resultó ser majísima. No esperaba para nada que bailara tanto conmigo...
— ¿En serio, Jana? Siempre te sorprende cuando le gustas a alguien y no te das cuenta de que las personas de tu alrededor deberían ser ciegas para que no les gustases. A lo mejor ni siquiera es tan hetero como crees. Pero bueno, te doy permiso para que te guste Carla. ¡Bastante peores personas te han gustado!
— ¡Emma! — se escandalizó ella. Pero yo no podía parar de reír.
Mi amiga siempre había tendido a pecar de inocente a la hora de juzgar a las personas. Siempre tenía un comentario bonito o una justificación para todo lo que alguien hiciera. Para ella todo el mundo era bueno y desgraciadamente esto no siempre es así.
— Su hermana Blanca también estuvo un rato contigo, ¿no? ¿Te cayó bien?
— La verdad, al principio no mucho. Me parecía que transmitía algo que no me terminaba de gustar. Pero luego sí, es bastante maja.
Yo me callé. No me había llevado la misma sensación de Blanca de Ledesma que mi amiga. Estaba segura de que ella guardaba esa buena opinión debido a los ratos y las copas compartidas la noche del sábado, pero yo no había tenido trato alguno con la chica y podía ver que su comportamiento durante la fiesta no había sido del todo agradable con la mayoría de invitados.
Me había parecido una chica simpática, incluso divertida cuando se encontraba cómoda, pero al mismo tiempo orgullosa y prepotente. De esas personas que parece que quieren ser tus amigas mientras te miran por encima del hombro. Con esas hay que tener cuidado.
Su familia tenía bastante dinero y siempre se habían podido permitir vivir por encima de sus posibilidades, por lo que Blanca se creía mejor que los demás y tendía a tener una pésima opinión de cualquiera que no pudiera o quisiera vivir como ella.
Fabio D'Acosta había sido amigo de la familia desde que los tres eran pequeños y estaba unido a Carla de una forma muy especial. Ambos tenían una amistad de esas que no rompen ni la distancia ni el tiempo, por muy diferentes que fueran sus personalidades. Una amistad de las difíciles de encontrar, una que cuando aparece más te vale no dejarla escapar. Cada uno estaba seguro de que el otro le correspondía en lealtad y cariño, dos pilares fundamentales para cualquier relación del tipo que sea. Mientras que Carla era simpática, abierta y se llevaba bien con todo el mundo casi de manera natural; Fabi era borde, estaba encerrado en sí mismo y solía caer mal prácticamente al instante.
Por supuesto, cada uno había terminado la fiesta del sábado con un sabor de boca diferente. Carla estaba más que contenta por haber vuelto a España. Había disfrutado de la compañía de sus antiguos compañeros de instituto, pero también de caras nuevas a quienes parecía conocer de toda la vida, aunque las hubiera conocido hace un instante. Entre ellas destacaba Jana. No podía dejar de pensar en ella. En su pelo rubio haciéndole cosquillas cuando pegaban sus cuerpos al bailar, en los omoplatos que asomaban bajo los tirantes del top negro que llevaba, en el sudor de su frente después de varias canciones sin parar de moverse...
Fabi, sin embargo, pensaba que la mayoría de invitados eran personas sin interés. Ya había reconocido que Jana era guapa, pero incluso a ella le sacaba alguna pega: opinaba que sonreía demasiado.
A la mañana siguiente, me uní a mis amigas en las gradas del campo de fútbol del instituto. Teníamos un ratito de descanso y solíamos aprovechar que allí daba el sol desde temprano.
— ¿Qué tal el examen, Emma? — me preguntó Carol en cuanto me senté.
— No lo sé, ayer la verdad es que estudiamos poco... Pero la química se me da bien. Espero aprobar. — Respondí. Siempre había sido buena estudiante. Más que eso, estaba acostumbrada a ser esa compañera que da rabia porque no estudia mucho y aún así saca buenas notas.
Laura fue la última en llegar donde estábamos. Ni siquiera había puesto el culo en la grada cuando ya estaba diciendo:
— Acabo de escuchar a Carla hablando con una de sus amigas sobre Jana. ¡Estaba diciendo que le habías caído súper bien el otro día y que tenía ganas de coincidir contigo en otra fiesta!
— ¡¿Qué?! Bueno, tampoco me quiero hacer ilusiones... — Suspiró la aludida.
— Lo que he escuchado yo ha sido más agradable que lo que escuchaste tú, eh Em — se dirigió a mí mi amiga cotilla por excelencia. — Al fin y al cabo, lo único que dijo Fabi de ti era que no le parecías suficiente. ¡Hay que ser gili...
— ¡No hagas caso, Emma! Y tú, Laura, no provoques que le afecten las palabras de ese ser. Es tan desagradable que me ha dicho Noa, la chica morena que se sienta conmigo en literatura, sabéis ¿no?. Pues estuvo sentada a su lado más de media hora y ni siquiera le contestó cuando le saludó. — Añadió Carol.
— Tía, ¿estás segura? Yo juraría que los vi hablar. — Intervino Jana.
— ¡Claro! ¡Pero hablaron porque Noa le preguntó qué le estaba pareciendo España y él no tenía más opción que contestarle!
— Pues a mí no me parece tan grave, — siguió diciendo Jana — según Carla, Fabi es un chico hablador y amable cuando está entre sus amigos.
— ¡Da igual! La cuestión es que le hizo un feo muy grande a nuestra Em soltando esas palabras tan feas. Yo si fuera tú, si alguna vez se presenta la ocasión, no bailaría con él.
— Oh, Laura, te puedo asegurar que no pienso bailar nunca con él. Me da igual que sea borde, antipático... ¡Lo que quiera ser! Pero no soy capaz de perdonar que por su orgullo haya herido el mío.
Hola! Soy Palo, la autora de esta historia. Estoy disfrutando mucho escribiéndola y me gustaría saber si tú disfrutas leyéndola. Cualquier apoyo, por pequeño que sea, vale millones. Muchas gracias!!
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Tu Orgullo, Mis Prejuicios
Romance¿Y si Orgullo y Prejuicio, la famosa novela de Jane Austen, tuviera lugar en un instituto cualquiera del siglo XXI?