Cap. 4

922 59 4
                                    


Hace unos meses///

Hoy ponía en marcha los últimos pasos del plan.

No me paraba de repetir a mi misma lo que tenia que hacer, el cual era; coger el dinero, donarlo al orfanato anónimamente e irme a una ciudad lejos.

Os pongo en contexto, hace unas semanas me entere que uno de los hombres mas ricos de la ciudad organizaba una fiesta, era de esas típicas que ibas con una mascara y así nadie sabia quien eras. Aunque necesitabas una invitación para entrar, ¿Cómo lo conseguí?, igual conseguí la invitación robándoselo a alguien, bueno, mas bien cogiendo prestado del bolsillo de un cliente que vino a la peluquería al que trabajo.

En esos momentos el orfanato en el que crecí estaba en crisis, ya no tenían tantas donaciones.

Y se podría decir que yo soy lo que se dice..., rata, aunque juro que nunca robaba para benefició propio, eso nunca.

Esta fiesta iba a ser la salvación para el orfanato, solo tenia que coger algunas cosas de la casa, venderlas y después marcharme.

Había usado mis últimos ahorros para preparar la mudanza y para el vestido que me pondría hoy.

Iba con un vestido negro ajustado, era largo y tenia un corte en un lado, dejando al descubierto mi pierna derecha. Me había hecho una coleta alta, sí, de esos que te estiraban toca la cara.

Lo ultimo que le faltaba a mi look era la máscara, el cual era del mismo color que mi vestido y con purpurina dorada.

Nada mas entrar, ya me sentía fuera de lugar, pero tenia que fingir, hoy no era un día cualquiera.

Estaba en una mesa sentada, tenia que esperar a que esto se llenara mas y así poder escabullirme.

Desde lo lejos vi entrar a alguien, desde luego ese traje le quedaba como a un Dios, y la manera en la que caminaba como si le perteneciera toda la ciudad...Dakota, concéntrate.

Vuelvo la vista para ver que esta haciendo, para mi sorpresa el ya me estaba mirando. Estaba apoyado en una pared, con una mano sujetaba su copa y la otra lo tenia en el bolsillo. Aunque el hubiera visto que le había pillado mirándome, no había apartado la vista, y yo tampoco lo iba a hacer.

Inclino su copa a su boca para beber, pero aun así no despegaba sus ojos de mi. Cruze mis piernas, dejando a descubierto mi pierna derecha, tenía que hacerme la interesante y lucir el corte del vestido.

Tenia una mascara que le tapaba la mitad de la cara, pero podía ver sus labios, al hacer ese movimiento pude ver como se le asomaba una sonrisa, pero era una sonrisa sin dientes, lleno de travesura.

Aparte la mirada un momento, esa sonrisilla me había puesto nerviosa.

Para cuando levante la cabeza vi un pecho delante mío.

PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora