De Cerati aprendí

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Somos cómplices los dos, de usar mi cabeza como un revólver que disparó un misil en mi placard. Sigo esperando que me trates suavemente mientras me enamoro de tu locura, te miro a través de mi persiana americana esperando a que pase el temblor de esas canciones de aquel amor de música ligera, tomando una bocanada de fuerza natural notando como las horas bajan.

Radiografía de un corazón bohemioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora