Tristeza

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Solemos pensar que quienes más lloran son los más tristes, y no podemos estar más equivocados, aquel que llora frecuentemente lo hace porque está acostumbrado a tal normalidad que alguna leve variación negativa le hará sentirse triste al punto de lágrima. Pero aquel que parece fuerte, que no llora fácil, pobre de él, le rodea tanta desdicha que su único recurso para poder acomodar su existencia es resistir y hacerse el insensible y el resiliente ante tanta adversidad, y solamente en el vacío privado de la soledad y la noche es que se permite hacerlo, para no fallar a nadie de los que ponen fe en su fortaleza, sin saber que vive constantemente con la idea de que la próxima vez sin duda decidirá sentenciar su partida con su propia mano como verdugo.

Radiografía de un corazón bohemioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora