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La tenue luz se cuela por la ventana dando indicios  de que es plena mañana a pesar de la oscuridad que reina sobre Londres gracias al clima de la zona y la contaminación de chimeneas y fábricas.

Los rápidos pasos que se intercalan con pisadas fuertes por correr avisan a Regina de la llegada de su hermana mayor por unos pocos años.

— Gina, Gina— la llama casi a gritos desde el pasillo—¿ Has oído la noticia? Hay un nuevo duque en la ciudad, es joven y está soltero¿ Recuerdas la mansión que parecía abandonada y comenzaron a reparar en el último año? Es suya, desde pequeño estuvo viviendo en París,dicen que quedó huérfano a los 17 años y se hizo cargo del ducado, también dicen que es rubio y sus ojos son dos esmeraldas esculpidas por Dios. Hará su debut en la alta sociedad una vez se mude por completo.

Regina cierra su libro, lo deja sobre el escritorio de madera de cedro, sonríe con cariño mirando a su hermana con dulzura y escepticismo.

— Charlotte, solo son rumores. No deberías emocionarte por cosas que no sabes si son verdaderas o no— le aconseja acunando la mejilla de esta en su mano—. Tienes muchos pretendientes, solo acepta uno y has feliz a madre.

— Ninguno es un duque, este tiene que ser mío— contesta la aludida firme.

— Me recuerdas tanto a nuestra madre, tan ambiciosa— Regina le habla caminando hacia la puerta, dándole la espalda a la mayor de las dos—¿ Sabes dónde está Philip?

— Está en el salón reunidos con unos caballeros hablando de sabrá Dios que cosa de hombres— responde Charlotte con cierto desdén.

Regina ríe un poco antes de abandonar la habitación. Charlotte se había vuelto lo que su madre deseaba una jovencita centrada en reuniones sociales, chisme sobre la vida de otros aristócratas y en el estatus. No es que ella no conozca como responder con sarcasmo bien disimulado o tomar el té o cómo comportarse en eventos de la clase alta, solo que, este tipo de actividades no son su mayor prioridad. Siempre había sido una niña muy curiosa, rasgo de su personalidad que le daba muchos dolores de cabeza a su madre y gracia a su padre. Su padre se encargó de alimentar junto con su hermano mayor, Philip  esa curiosidad mientras que su madre, Victoria se encargó de contratar a las mejores instrituices para instruirlas en bordado, piano, violín, etiqueta, baile y lectura.

Varias veces cuando era pequeña e inocente le preguntó a su padre y hermano  " que le importa a la  hipócrita aristocracia si yo aprendo cosas de hombres"( palabras textuales), su padre se tomó el tiempo de explicarle que las mujeres no pueden cumplir el papel de los hombres, que deben quedarse en casa y ser buenas. Nunca estuvo de acuerdo pero con el tiempo aprendió que era lo mejor para su familia, así no causaría un escándalo y no serían la comidilla de Londres. Así que, tuvo que conformarse con las migajas de conocimiento que le dejaban llegar su hermano y progenitor.

Se dirige a la cocina para preparar el té. Cada vez que su hermano se reúne con socios le lleva aperitivos para espiar la conversación, un método sutil y eficaz.

— Lord Howard— saluda manteniendo la bandeja de plata en sus manos.

—¿ Ese no es trabajo de las sirvientas Lady Regina?— le pregunta con una risita sutil a la dama.

— Discúlpeme, pero opino que el té tiene mejor sabor cuando es hecho con amor. Además, Philip siempre está trabajando y solo cuando le sirvo el té es que puedo verle — se excusa jugando la carta de hermana menor malcriada.

— Definitivamente sabe mejor cuando es hecho con amor— dice Lord Howard tras tomar un sorbo—¿ Los bocadillos también los hizo usted Lady Regina?

—Oh, no. Una dama no se ensucia las manos de harina— responde sintiendo un asco interior por sus propias palabras.

Philip mira a su hermana desde su campo periférico y pone la mano sobre la boca para contener una ruidosa risa. Regina tuerce el gesto mirando los mapas sobre la mesa disimuladamente; lo último que necesita es que  Bastian Howard descubra que está interesada en la cartografía y la navegación. Su hermano se sienta junto a Lord Howard para permitirle examinar un poco más el mapa con la excusa de que esperaría a que terminaran de tomar el té para retirarse.

—¿ Por qué no toma asiento madame? Podría disfrutar del té que preparó para nosotros con tanto amor— propone Lord Howard.

Regina frunció el ceño, disgustada con la propuesta descarada pero acepta intentando ser amable.

Bastian Howard es el actual dueño de una de los proveedores de madera de la compañía de los Eden que desde muchas generaciones atrás, para ser específicos  la Guerra de Granada se ha dedicado a los astilleros ganando una fortuna.

— Discúlpeme, tengo que retirarme. Disfrute del té, Lord Howard — se levanta  huyendole con repulsión al socio de la familia.

Si bien es agraciado, rico,joven capaz de darle una buena vida y descendencia por encima del promedio, no se puede ocultar que lo que tiene en el cerebro, fuera de los negocios y las apariencias es una rata de alcantarillado. Todo lo contrario a lo que busca Regina, no necesita un hombre sin inteligencia que solo repita lo que la sociedad le ha enseñado ser, necesita alguien que sea lo que quiere ser sin importarle la sociedad.Aunque es un poco irónico pues ella misma es de los primeros ocultando su realidad, que es que ella forma parte de los segundos. No le importa que piensen los nobles y ricos, pero sí como podría afectar esto a su familia.

Victoria, que escucha tras la puerta como la chusma retrocede al ver a su hija menor.

— Lord Howard gusta de ti querida— le sonríe su madre.

— Si es así que te pida mi mano y casame con él — Regina sonríe de vuelta.

— No funciona así Regina, debe cortejarte con una carabina, pedir tu mano y hacer los preparativos de la boda — explica Victoria como si su hija no tuviera ni idea de lo que habla.

— Pues mientras no pida mi mano, me corteje con una vigilante de por medio y haga los preparativos de la boda seré una joven soltera.

El mayordomo, tan leal como siempre entrega una carta  dirigida a Lady Charlotte y Lady Regina con un sello desconocido tanto para las mujeres como para el hombre.  El sello de un cuervo sosteniendo una rosa en su pico despierta la curiosidad de todos y las sospechas de la madre que no espera al abre cartas para romper la cera.

Espero que esta carta no sea un inconveniente y cree malentendidos. Todavía estoy aprendiendo las costumbres de Inglaterra después de tantos años.

Debido a que todos están interesados en mi persona he decidido realizar un baile.

Mr. Hawthorne Donde viven las historias. Descúbrelo ahora