VII

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Regina camina de un lado a otro frente al estudio de su esposo preocupada y pensantiva. Durante horas Charles permanece en el estudio, come dentro y solo sale por trabajo y para tomar un baño. Han pasado días repitiendo esa rutina, ni siquiera la ha visto en la cena o en los pasillos; comienza a creer que la está evitando.

La puerta se abre causando un respingo en la doncella.

— Madame— sorprendido el duque toma la mano de su esposa y deposita un beso—¿ Hay algo que desee?

— La verdad es que sí— se arma de valor—; estoy preocupada por su salud excelencia. No come bien y no ha ido a verme ni una sola vez en dos semanas.

Enternecido por la preocupación de su esposa acaricia con suavidad la mejilla de esta depositando un beso en la derecha.

— Si su preocupación es sincera, ayúdeme a lavar mi cabello— la mira a sus ojos; se permite ser un poco atrevido.

Regina lo mira, su estatura, el ancho de sus hombros y su rostro angelical la estremecen. Ha visto hombres apuestos pero ninguno como él. Asiente avergonzada en su totalidad ante semejante pedido.

Charles le pide que espere fuera mientras se prepara el baño y él entra a la bañera. Al pasar unos minutos le llama por su nombre; a los oídos de la dama se siente extraño y reconfortante que le llame Regina y no madame.

El agua jabonosa no permite ver más allá de los pectorales de su esposo, para su sorpresa la herida del brazo y el pecho han desaparecido por completo.

El cabello negro arrastra las puntas por el suelo y una bandeja con shampoo, aceites de rosas y lavanda y una esponja.

Regina se sienta en el banquillo que las sirvientas dejaron listo para ella, toma el shampoo en sus manos y lo vierte sobre el sedoso cabello del duque, masajea con sumo cuidado y enjuaga una vez limpio.

—¿ Podrías limpiar mi espalda y brazos?— pide con amabilidad y desvergüenza.

Ella agarra la esponja y la humedese para deslizarla por la espalda de su esposo, sus manos tiemblan y su pulso se encuentra acelerado. Acaricia  la espalda de Charles con sus dedos arrastrando sus uñas hasta la mitad de la espalda, acerca sus pequeños labios al hueco entre el cuello y hombros del duque haciendo que suelte un suspiro audible. Ese sonido estremese a Regina que desea oír más, desliza sus manos por el pecho de su marido y muerde cercano al oído de Charles, una leve mordida hace echar la cabeza hacia atrás dejando ver a la señora como tiene los ojos cerrados y labios entre abiertos.

— Ahora no— su voz sale ronca y el agarre de su mano fuerte—. No es el lugar.

Le pide que salga de la habitación y le espere en el estudio. Ha estado con muchas mujeres antes de ella pero todas habían sido insípidas, mujeres de corte y en algunos casos prostitutas pero Regina es diferente; gracias a Gil sabe lo que ella hizo cuando no regresó con el resto de los caballeros. Está seguro de que bajo ese manto de cordialidad y costumbres hay una brillante mujer que le sorprenderá en más de una manera.

Se pone la bata y toca la campana para ser vestido por sus sirvientes. Abre la puerta del estudio encontrándose con Regina desempolvando antiguos libros, tuerce el gesto al no ser capaz de leer lo que dicen algunos. Charles le mira sumergido en sus pensamientos, en lo bien que se le ve el rojo vino en los vestidos y como resalta su piel.

—¿ Tiene algún consejo para las rutas de comercio? No estoy familiarizado con este tipo de negocios— le pide a su esposa caminando hacia el escritorio.

— Si desea conseguir telas de calidad la seda de la India es magnífica y el satén de Francia es el más adecuado, aunque la seda china es ligera y poco calurosa  y su porcelana es de alta calidad. Yo apostaría por China su excelencia la seda es fina lo que permite mayor transportación de productos y su porcelana está ganando popularidad, es una ruta segura; el emperador reforzó la flota militar erradicando piratas. También la India por las especias; América  tiene una relación delicada con la reina, es muy riesgoso enviar barcos hacia allá— explica marcando la ruta en los mapas.

— No tenía conocimiento de esos talentos. Confiaré en su palabra, madame— disfraza la caligrafía femenina con la suya.

— Mi padre me enviaba en secreto con mi padrino, Desmond para ser instruida en los deberes de mi hermano, el heredero en caso de algún infortunio. A pesar de que Charlotte es la siguiente en la línea de sucesión siempre ha tenido claro que es lo que desea; casarse tener hijos y vivir rodeada de lujos y comodidades— se sienta en el apoya brazos rozando el hombro de Charles con su vestido.

—¿ Y usted?¿ No tenía claro lo que deseaba?— le pregunta revisando los fondos de la casa.

— Sí, quería navegar las rutas de la familia y hacerme cargo del negocio familiar; tal vez vivir unos años en la India u otro país. Nací mujer, Dios no se apiadó de mí y tuve que aceptar cual era mi lugar— toma una de las hojas, tinta y una pluma y marca algunos errores—. Se resigna a su posición cuando es como yo. Al menos usted puede elegir.

— Por favor madame— toma su mano aspirando el perfume de su piel—, usted es más que belleza física, es una mujer capaz que ha demostrado su inteligencia. Estoy agradecido de haberle escogido, a pesar de lo poco que le conozco.

Regina se siente halagada, el hecho de que su esposo respete lo que es, su espacio y su opinión es muy importante. el único hombre que lo hacía era Philip; se había preparado para ser una esposa de nombre y una muñeca a puertas cerradas, mas, su esposo es opuesto a lo que creía.

— Hay algo que deseo su excelencia. Me gustaría que tuviéramos más tiempo juntos— pide sin escrúpulos.

— Si eso es lo que desea, le será concedido— sonríe de boca cerrada Charles .

Mr. Hawthorne Donde viven las historias. Descúbrelo ahora